sábado, 7 de junio de 2008

LA PROPAGANDA POLÍTICA

La propaganda política consiste en difundir masivamente determinada información con el objetivo de influir y dirigir la opinión, con fines ideológicos y/o políticos.

Si bien su origen se lo ubica históricamente en el Imperio Romano con los escritos de Tito Livio, puede remontarse a centurias anteriores si entendemos que grandes obras de arquitectura de la antiguedad tenían un sentido propagandístico. Pero el desarrollo de la propaganda política tal cual la entendemos hoy, eclosionó dentro de los grandes regimenes totalitarios del siglo XX: nazismo, fascismo y comunismo. En particular se destacó el ministro de propaganda de Hitler, el sociólogo Joseph Goebbels, responsable de once principios de la propaganda moderna, que cabe señalar, son ampliamente utilizados en la actualidad, aún por sistemas democráticos de gobierno. Ellos son:
Principio de simplificación y del enemigo único. Concentrar en una persona o sector esperanzas, culpas y odios es la forma de simplificación más beneficiosa y elemental.
Principio del método de contagio. Reunir a diversos adversarios en una sola categoría o identificarlos con un solo individuo, para lograr su desprestigio más fácilmente.
Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque.
Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. Es frecuente el uso hábil de citas desvinculadas de su contexto.
Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».
Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de nuevas acusaciones.
Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, fragmentarias, y habitualmente nunca verificables.
Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, con la ayuda de medios de comunicación afines.
Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. A partir de ésta realidad, se trata de difundir argumentos que estén inicialmente con la muchedumbre, para después doblegarla.
Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que se piensa y actúa como quiere la mayoría, creando una falsa impresión de unanimidad. En concordancia con este principio, en la últimas décadas juegan un papel importante las encuestas de opinión.

Debe destacarse la excelente descripción que en su libro "La propaganda política", realizó en el año 1950 el francés Jean-Marie Domenach, no solo de la propaganda, sino de la contrapropaganda, que tiene sus propias reglas y cabe aclarar no siempre busca la ética de la verdad, sino debilitar el mensaje del adversario.

Así como puede sorprender la validez de los planteos que formula Maquiavelo en el accionar de los políticos contemporáneos para mantener el poder, es manifiesta la adherencia a los principios básicos enunciados que tiene la propaganda política moderna. Esto explica porque la única posibilidad de defensa que tiene la ciudadanía contra el engaño político es el conocimiento, que le permitirá saber que el manejo de las masas en busca de la concentración de poder no ha tenido grandes variaciones desde hace centurias, desde el punto de vista estratégico.