miércoles, 26 de septiembre de 2018

COIMAS DE NOVELA (cuaderno 5)

Las anotaciones con el detalle de los recorridos que para recaudar coimas realizara el chofer del Secretario del Ministerio de Planificaciòn Roberto Baratta, comenzó el 1º de febrero del 2005. En el cuaderno 6 Centeno registrará una suspensión momentánea de la actividad recaudatoria con motivo del fallecimiento del ex presidente Kirchner en octubre del 2010, por lo que es oportuno aprovechar la cercana interrupciòn para alejarnos por un momento de la deslumbrante hojarasca de millones de dólares sustraídos al Estado a través de asociaciones entre funcionarios, empresarios y sindicalistas, y hurgar en la matriz político-institucional que hizo posible tamaño saqueo. 


La destrucción de los partidos tradicionales que produjo la crisis 2001-2002, latente ya en la segunda presidencia de Menem, hoy se observa en otras democracias, tales como Italia, España, Francia y Brasil. Muchos analistas consideran la quiebra del Banco Lehman Brothers en el 2008, con la consecuente crisis financiera mundial que empobreció a vastos sectores sociales, como desencadenante de la crisis generalizada de representatividad política. Pero esto no explica el peculiar fenómeno argentino, con crisis “terminales” recurrentes desde hace 66 años, si tomamos como referencia la segunda presidencia de Perón. Baste mencionar que desde entonces tuvimos cinco cambios en nuestra moneda de curso legal, las inflaciones anuales promedio superaron los dos dígitos, y un mismo partido pudo privatizar y reestatizar empresas en menos de una década, en ambos casos con grandes pérdidas económicas. En este contexto lo más asombroso es la continuidad de las diversas dirigencias políticas y sectoriales responsables, en un marco de exacerbada corrupción en perjuicio de los recursos del Estado. Que no se limita al campo penal (robar), sino se extiende al usufructo de privilegios (nepotismo), a conductas abusivas en el gasto público (viajes, viáticos, compras), y aprobación de leyes inequitativas o cajoneo de las que afecten intereses políticos. Por ello, más allá del seguimiento de las impactantes actuaciones judiciales en marcha, sino se explicita y comprende la conformación estructural que permitió el saqueo la trama de corrupción sobrevivirá, y el país continuará degradándose. 

Un primer síntoma a destacar, es el permanente silencio de la gran mayoría de la clase política para expedirse explícitamente contra los hechos de corrupción, sea justicialismo, radicalismo, progresismo, socialismo, dirigencias gremiales o empresarias. Ello, mientras reconocidos corruptos cínicamente convocan a paros invocando la defensa de los que menos tienen, y a un año de las elecciones nacionales, eternos políticos repiten la vieja escena de apelotonarse y empujarse para subirse a los escasos botes del Titanic para obtener cargos legislativos (los cargos en organismos o asesorías se entienden solo como salvavidas para mantenerse a flote). En medio de este aquelarre, impávidos comentaristas y analistas reiteran añejas argumentaciones basadas en melancólicos contenedores partidarios que poco o nada contienen: justicialismo (decir peronismo es involucrar injustamente a Perón); radicalismo; progresismo; socialismo, izquierdas, derechas. La realidad se transparenta cuando a los contenedores les ponemos contenidos. Cuáles son los justicialistas racionales y cuáles los irracionales? Quiénes son radicales K, Pro o impolutos? Quién le ofrecerá un cargo a Victoria Donda para que defina dónde se ubica? Solá abandonó a Massa para acercarse al kirchnerismo junto con Pino Solanas, o es agente encubierto de Massa junto con Margarita Stolbizer para crear confusión? Lousteau es radical o independiente? Moyano y Pignanelli harán con Baradel y Yaski un frente de derecha, de izquierda, o acordarán unirse bajo un amplio “frente progresista”? En San Luis gobernará el Adolfo o el Alberto? Pensemos: esta ironías son falsas o tienen sustento? 

En medio de estos oportunismos políticos y mediocridades analíticas, nadie parece haber reparado en los interrogantes que surgen del caso llamado “cuadernos de Centeno”. Visualizarlos y encontrar respuestas será imprescindible para producir cambios políticos-institucionales de fondo. El interrogante inicial es simple: cómo puede ser que en una democracia se pueda mantener activa e impune durante décadas una estructura delictiva multisectorial y polifacética, integrada por altos funcionarios, empresarios, sindicalistas, jueces, fiscales, fuerzas de seguridad y delincuentes comunes? 

En la próxima newsletter buscaremos respuestas partiendo como corresponde del vértice de nuestro sistema de gobierno, con un poder Ejecutivo que usos y costumbres exigen que sea ejercido por líderes excluyentes y manejos verticalistas, y de ser posible de carácter sucesorio, como en las viejas monarquías. 

Buenos Aires, 26 de septiembre 2018