miércoles, 23 de enero de 2013

POLÍTICA: ENTRE LA LECTURA Y EL CINE


Es sabido que las vacaciones posibilitan una saludable recuperación física y sicológica, en donde el descanso y el esparcimiento cumplen roles fundamentales. Entre otras actividades, se destacan la concurrencia a espectáculos públicos y la lectura. Los políticos, omnipresentes a la hora del ejercicio mediático, no podían estar ajenos al jolgorio vacacional.

En el campo de los espectáculos se destacó claramente el laureado actor Ricardo Darín, no precisamente por su rica trayectoria y el reciente estreno de la película “Tesis sobre un asesinato” en la que participa, sino por haber dicho en un reportaje que los más altos funcionarios públicos deberían explicar el origen del notable crecimiento de sus patrimonios durante el desempeño de cargos públicos “full time”, y vale agregar por mi parte, acompañados por todo su núcleo familiar. Lo que dicho por políticos supuestamente opositores o periodistas destituyentes hubiese merecido alguna breve descalificación mordaz, generó una inmediata y profusa respuesta nada mas y nada menos que de la Presidente de la Nación, quien destacó que sus declaraciones patrimoniales fueron avaladas por la Justicia, y recordó, ya sea por seguidora fanática de Darín o por información acercada por obsecuentes, un suceso judicial atravesado por el actor hace más de 15 años.

En lo que a literatura respecta, “La isla del dr. Moreau” es una novela de ciencia-ficción escrita en 1896 por H. G. Wells, basada en la experimentación en animales que Moreau realizaba en la isla de marras para asimilarlos a humanos, dando lugar a híbridos humano-animales. Varias veces llevada la ficción al cine, es recordada la versión interpretada por Marlon Brando. En este verano se produjo un “revival” de la novela protagonizado por otro Moreau, el supuesto radical Leopoldo, exponente de un experimento similar realizado ya no en una isla, sino en todo el ámbito nacional y con gran éxito: los híbridos políticos.

Ambos casos, más allá de polémicas altisonantes, dejan varias facetas para analizar, intentando crear distancia con los falsos debates entre supuestos oficialismos u oposiciones, que ingenua o intencionalmente, enmascaran la realidad.

Las manifestaciones de Darín, como bien aclaró, se refirieron a los altos funcionarios públicos en general, incluyendo obviamente a quien ejerce el máximo cargo ejecutivo. Intentar entonces centrar la crítica en la Presidente al cobijo del prestigio de Darín no es justo. Pero sorprendió la reacción presidencial, que sintiéndose directamente aludida, se sustentó en  dos argumentos: el primero de ellos, que fue sobreseída de la acusación por su supuesto enriquecimiento ilícito por la Justicia Federal, lo que en vista de la  incapacidad que exhibe desde hace décadas para penalizar los saqueos a los que son sometidos los fondos públicos, carece de solidez. Baste recordar dos casos emblemáticos vigentes: la defraudación de la Fundación Sueños Compartidos que preside Hebe de Bonafini, y la compra y posterior estatización de la ex imprenta Ciccone Calcográfica, siendo el vicepresidente Boudou el principal funcionario involucrado. Recordemos además que la misma Presidente expresó recientemente la necesidad de “democratizar” la Justicia, por su actitud defensora “de los grandes grupos económicos”. Pero cuando seguidamente señala que se pone foco casi excluyente en su persona en cuanto a transparencia, y no se actúa de la misma forma respecto a otros funcionarios, como por ejemplo Daniel Scioli, tiene razón. Al respecto, no se comprende porque no se hace pública su declaración actualizada, para cotejarla con la última conocida de hace varios años, en donde prácticamente no figuraba patrimonio propio. En el manejo de la cosa pública no se puede distraer a los ciudadanos con reiteradas alusiones a perfiles de soberbia, autoritarismo, confrontación, en un caso, y dialoguismo, amigable componedor, estoicismo, en el otro. Este es un viejo y remanido trabajo de falseamiento de imagen. La realidad se mide por parámetros de eficacia y honestidad aplicables a todos sin excepción, con resultados de conocimiento público.

El caso de Moreau es interesante, porque es el comienzo de una serie de exposiciones mediáticas y contradicciones dialécticas que afrontarán los principales políticos que intentarán ser incluídos en lugares expectantes en las listas de diputados y senadores nacionales en la elección de este año, ya sea para ingresar, o bien continuar ejerciendo el cargo. A los efectos de la presente reflexión ubicaremos a Moreau como aún radical, y supuesto opositor. Moreau comenzó a transitar distintos programas políticos televisivos, señalando básicamente “que no había que hacer antikirchnerismo, sino radicalismo”. Un concepto impecable, digno de elogios. Pero cuando dicho concepto tenía que ser fortalecido con propuestas concretas que brinden a la sociedad una alternativa sólida y creíble a las políticas del actual gobierno, Moreau derrapó, expresando que en realidad, “el kirchnerismo lleva adelante muchos principios básicos del radicalismo”. Cabe entonces preguntarse: Moreau pretende ir como candidato en alguna lista kirchnerista o radical? Tras cartón, y como es de rutina, en lugar de definir líneas programáticas ante temas concretos, la polémica radical derivó en un intercambio epistolar entre Leopoldo (Moreau); “Facundito” (Facundo Suárez Lastra); Mario (el presidente de la UCR Mario Barletta), entre otros, exhibiendo todos ellos una pobreza argumentativa que a nadie debería sorprender. En defensa de los involucrados, debemos señalar que debatir a través de cartas públicas o programas televisivos es inevitable, porque la instancia de los partidos políticos como naturales receptáculos de debate e intermediación de la política con la sociedad, no existe. Moreau es un excelente ejemplo de la hibidrez que presentan los actuales dirigentes de los tradicionales partidos radical y socialista, que carentes de estructuras políticas sólidas que los convierta en opción de gobierno, solo buscan eternizarse en la ocupación de cargos legislativos. Vale recordar la pasividad mostrada por ambos sectores en la aprobación de las leyes de estatización de las jubilaciones privadas; de Aerolíneas Argentinas y de Repsol-YPF,  sin ofrecer propuestas superadoras desde lo legal y lo económico, ni cumplir con sus obligaciones de contralor de los objetivos que dicen compartir, remitiéndose solo a expresar que tales decisiones de gobierno se correspondían con sus filosofías históricas. Exactamente lo que hoy afirma Moreau, en su intento de proteger al gobierno de las críticas.

Para concluir la primera reflexión del año, diremos que a la fecha no se conocen detalles del rutinario gran acuerdo político que anualmente convoca a oficialistas, opositores, neoliberales, progresistas, y otros alineamientos ideológicos-partidarios, sin someternos a enfervorizados debates: el incremento de las dietas legislativas.