Es sabido que las vacaciones posibilitan una
saludable recuperación física y sicológica, en donde el descanso y el
esparcimiento cumplen roles fundamentales. Entre otras actividades, se destacan
la concurrencia a espectáculos públicos y la lectura. Los políticos,
omnipresentes a la hora del ejercicio mediático, no podían estar ajenos al
jolgorio vacacional.
En el campo de los espectáculos se destacó
claramente el laureado actor Ricardo Darín, no precisamente por su rica
trayectoria y el reciente estreno de la película “Tesis sobre un asesinato” en
la que participa, sino por haber dicho en un reportaje que los más altos
funcionarios públicos deberían explicar el origen del notable crecimiento de
sus patrimonios durante el desempeño de cargos públicos “full time”, y vale
agregar por mi parte, acompañados por todo su núcleo familiar. Lo que dicho por
políticos supuestamente opositores o periodistas destituyentes hubiese merecido
alguna breve descalificación mordaz, generó una inmediata y profusa respuesta
nada mas y nada menos que de la
Presidente de la
Nación , quien destacó que sus declaraciones patrimoniales
fueron avaladas por la
Justicia , y recordó, ya sea por seguidora fanática de Darín o
por información acercada por obsecuentes, un suceso judicial atravesado por el
actor hace más de 15 años.
En lo que a literatura respecta, “La isla del
dr. Moreau” es una novela de ciencia-ficción escrita en 1896 por H. G. Wells,
basada en la experimentación en animales que Moreau realizaba en la isla de
marras para asimilarlos a humanos, dando lugar a híbridos humano-animales.
Varias veces llevada la ficción al cine, es recordada la versión interpretada
por Marlon Brando. En este verano se produjo un “revival” de la novela protagonizado
por otro Moreau, el supuesto radical Leopoldo, exponente de un experimento
similar realizado ya no en una isla, sino en todo el ámbito nacional y con gran
éxito: los híbridos políticos.
Ambos casos, más allá de polémicas altisonantes,
dejan varias facetas para analizar, intentando crear distancia con los falsos
debates entre supuestos oficialismos u oposiciones, que ingenua o
intencionalmente, enmascaran la realidad.
Las manifestaciones de Darín, como bien
aclaró, se refirieron a los altos funcionarios públicos en general, incluyendo
obviamente a quien ejerce el máximo cargo ejecutivo. Intentar entonces centrar
la crítica en la Presidente
al cobijo del prestigio de Darín no es justo. Pero sorprendió la reacción
presidencial, que sintiéndose directamente aludida, se sustentó en dos argumentos: el primero de ellos, que fue
sobreseída de la acusación por su supuesto enriquecimiento ilícito por la Justicia Federal ,
lo que en vista de la incapacidad que
exhibe desde hace décadas para penalizar los saqueos a los que son sometidos
los fondos públicos, carece de solidez. Baste recordar dos casos emblemáticos vigentes:
la defraudación de la Fundación Sueños
Compartidos que preside Hebe de Bonafini, y la compra y posterior estatización de
la ex imprenta Ciccone Calcográfica, siendo el vicepresidente Boudou el
principal funcionario involucrado. Recordemos además que la misma Presidente
expresó recientemente la necesidad de “democratizar” la Justicia , por su actitud defensora
“de los grandes grupos económicos”. Pero cuando seguidamente señala que se pone
foco casi excluyente en su persona en cuanto a transparencia, y no se actúa de la
misma forma respecto a otros funcionarios, como por ejemplo Daniel Scioli,
tiene razón. Al respecto, no se comprende porque no se hace pública su
declaración actualizada, para cotejarla con la última conocida de hace varios
años, en donde prácticamente no figuraba patrimonio propio. En el manejo de la
cosa pública no se puede distraer a los ciudadanos con reiteradas alusiones a
perfiles de soberbia, autoritarismo, confrontación, en un caso, y dialoguismo,
amigable componedor, estoicismo, en el otro. Este es un viejo y remanido
trabajo de falseamiento de imagen. La realidad se mide por parámetros de
eficacia y honestidad aplicables a todos sin excepción, con resultados de
conocimiento público.
El caso de Moreau es interesante, porque es
el comienzo de una serie de exposiciones mediáticas y contradicciones dialécticas
que afrontarán los principales políticos que intentarán ser incluídos en
lugares expectantes en las listas de diputados y senadores nacionales en la
elección de este año, ya sea para ingresar, o bien continuar ejerciendo el
cargo. A los efectos de la presente reflexión ubicaremos a Moreau como aún
radical, y supuesto opositor. Moreau comenzó a transitar distintos programas
políticos televisivos, señalando básicamente “que no había que hacer
antikirchnerismo, sino radicalismo”. Un concepto impecable, digno de elogios.
Pero cuando dicho concepto tenía que ser fortalecido con propuestas concretas
que brinden a la sociedad una alternativa sólida y creíble a las políticas del
actual gobierno, Moreau derrapó, expresando que en realidad, “el kirchnerismo
lleva adelante muchos principios básicos del radicalismo”. Cabe entonces
preguntarse: Moreau pretende ir como candidato en alguna lista kirchnerista o
radical? Tras cartón, y como es de rutina, en lugar de definir líneas
programáticas ante temas concretos, la polémica radical derivó en un
intercambio epistolar entre Leopoldo (Moreau); “Facundito” (Facundo Suárez
Lastra); Mario (el presidente de la UCR Mario Barletta), entre otros, exhibiendo todos
ellos una pobreza argumentativa que a nadie debería sorprender. En defensa de
los involucrados, debemos señalar que debatir a través de cartas públicas o
programas televisivos es inevitable, porque la instancia de los partidos
políticos como naturales receptáculos de debate e intermediación de la política
con la sociedad, no existe. Moreau es un excelente ejemplo de la hibidrez que
presentan los actuales dirigentes de los tradicionales partidos radical y
socialista, que carentes de estructuras políticas sólidas que los convierta en
opción de gobierno, solo buscan eternizarse en la ocupación de cargos
legislativos. Vale recordar la pasividad mostrada por ambos sectores en la aprobación
de las leyes de estatización de las jubilaciones privadas; de Aerolíneas
Argentinas y de Repsol-YPF, sin ofrecer
propuestas superadoras desde lo legal y lo económico, ni cumplir con sus obligaciones
de contralor de los objetivos que dicen compartir, remitiéndose solo a expresar
que tales decisiones de gobierno se correspondían con sus filosofías
históricas. Exactamente lo que hoy afirma Moreau, en su intento de proteger al
gobierno de las críticas.
Para concluir la primera reflexión del año,
diremos que a la fecha no se conocen detalles del rutinario gran acuerdo
político que anualmente convoca a oficialistas, opositores, neoliberales,
progresistas, y otros alineamientos ideológicos-partidarios, sin someternos a enfervorizados
debates: el incremento de las dietas legislativas.