miércoles, 25 de marzo de 2015

VELADAS AMENAZAS PREELECTORALES (nota I)

El reciente acuerdo UCR-PRO-Coalición Cívica para conformar una alternativa de gobierno nacional, provocó una inmediata campaña de desprestigio, asimilándolo al acuerdo entre la UCR y el Frepaso bajo el rótulo de Alianza, que asumiera el gobierno en 1999. Esta amenaza no puede dejarse pasar por alto sin ser analizada, por la simple razón que habrá muchos interesados en que a partir del 10 de diciembre de 2015, el “golpe duro” se repita. Los afectados, tanto en el pasado como en el futuro, no serán los eternos políticos y grandes sectores económicos asociados, sino los ciudadanos comunes, con independencia de sus afinidades partidarias o ideológicas.

El análisis debe realizarse basado en dos contextos fuertemente interrelacionados e igualmente importantes: 1) el político; 2) el económico. En esta nota resumiremos el político. El presidente De la Rúa, que encabezara la Alianza, asumió el 10 de diciembre de 1999, tras 10 años de gobierno de Caelos Menem, del Partido Justicialista. No juzgaremos la herencia económica, que profundizaremos en la próxima nota. Políticamente, el nivel de sustentación del gobierno de la Alianza era el siguiente:
Gobernaciones.- El PJ trece (entre ellas Buenos Aires; Córdoba y Santa Fe); UCR siete (se destaca Mendoza); Frente Grande en la ciudad de Bs. As.; Movimiento Popular en Neuquén, y Cruzada Renovadora en San Juan.

Senadores.- El PJ cuarenta; UCR veinte; Frepaso uno; Bloques provinciales nueve.

Diputados.-  El PJ cien; UCR ochenta y cinco; Frepaso treinta y seis; Bloques provinciales diecinueve; Bloques unipersonales (que nadie votó) cuatro.

Intendentes del conurbano.- Salvo Posse en San Isidro, y Enrique García en Vicente López, en ese entonces ambos en la UCR, todos los principales municipios estaban en manos del PJ. Doce de los llamados “barones del conurbano”, a la fecha llevan más de 12 años en el cargo. Alejandro Granados, con licencia para ser Ministro de Seguridad de Daniel Scioli, lleva 19 años como intendente de Ezeiza. En los casos de Posse (San Isidro) y Mussi (Berazategui), las intendencias pasaron de padres a hijos.

Actitud del Frepaso.- Su vicepresidente y máxima autoridad, Carlos Alvarez, insólitamente renunció al cargo a los 272 días de asumido, dando comienzo al “golpe duro”. Más grave aún, gran parte de sus treinta y seis diputados votaban contrariamente a la reestructuración de deuda pública de su propio gobierno. Carlos Alvarez y la plana mayor del Frepaso son desde hace años altos funcionarios del gobierno justicialista kirchnerista.

Emisión de cuasi monedas provinciales.- Ante la falta de disciplina fiscal de distintos gobiernos provinciales, con los consecuentes déficits acumulados durante el gobierno de Menem (promovido como una exitosa modernización del país), los gobernadores tuvieron un inédito rapto de independencia federalista. Quince provincias emitieron sus propios bonos que actuaban como sustitutos de la moneda de curso legal, para pagar parcialmente sueldos y servicios al Estado. Se llegó a acumular cerca de 8.400 millones de pesos, equivalente en ese entonces, a casi el 50 % de la circulación monetaria. La provincia de BS. As., conducida por Carlos Ruckauf, actual diputado nacional, emitió el recordado Patacón, con vencimiento en julio de 2002. 

20 de diciembre de 2001.- Cae el gobierno de la Alianza, con la renuncia de De la Rúa. Un párrafo de la misma expresa: "Mi mensaje de hoy para asegurar la gobernabilidad y constituir un gobierno de unidad fue rechazado por líderes parlamentarios”.

Elecciones presidenciales del 2003. Ante el temor que provocó en la clase política el reclamo social “que se vayan todos”, los partidos políticos se mimetizaron tras diversas etiquetas. El PJ inauguró el método de trasladar sus internas a la elección general. Se presentaron Menem (24,45 %), Kirchner (22,24 %), y Rodríguez Saa (14,11 %). El radicalismo sufrió un desbande que se tradujo en nuevos partidos: López Murphy (16,37 %) y Carrió (14,05 %). La UCR, con Moreau a la cabeza, alcanzó el 2,34 %.

Lo descripto se sustenta en “información dura”, intentando soslayar en lo posible adjetivaciones y subjetividades. Constituye una buena base comparativa con el contexto actual, y fundamentalmente con el que surja tras la próxima elección. Queda claro que para superar al Partido Único y no repetir la historia, se deberán consolidar acuerdos y estrategias electorales serias y coherentes, en todo el ámbito nacional. Para concluir, un dato no menor: casi todos los políticos intervinientes en la crisis 2001-2002, se encuentran hoy en altos cargos públicos.


En la próxima reflexión analizaremos también con “datos duros” preferentemente oficiales, el contexto económico desde diciembre 1999 a diciembre 2014.

miércoles, 18 de marzo de 2015

EL DISFRAZ DE LAS IDEOLOGÍAS

Una ideología es un conjunto de ideas sobre realidades políticas, sociales, económicas, morales, entre otras, que identifican a un sistema como reformista; conservador; reaccionario; republicano; autoritario, etc.  Estas caracterizaciones no son tajantes; de serlo estaríamos en serios problemas. Por ejemplo, Stalin era de izquierda (comunismo), y Hitler de derecha (fascismo). Por cuál de los dos optaríamos?

En épocas electorales, cuando las ideologías abandonan el análisis meditado para fusionarse con el discurso político, se transforman en un producto envasado que se comercializa a los votantes a través de la propaganda, que inevitablemente adquiere tendencias totalitarias. Es usual escuchar “Nosotros somos el progresismo”, o bien “Nuestros adversarios representan la más rancia derecha”. El mensaje es: elegís progreso o atraso? A los buenos o a los malos? Señalaba Ortega y Gasset respecto a este juego de absolutos: “Ser de izquierdas o ser de derechas, es una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil”.

En países con sociedades democráticas evolucionadas, estos conceptos se canalizan a través de partidos consolidados de centro-izquierdas o centro-derechas, con capacidad de alternar en el ejercicio del poder, cosa que habitualmente sucede. Ejemplos: Partidos Demócrata y Republicano (EE. UU.); Socialista y Popular (España); Laborista y Conservador (Inglaterra); Concertaciones de derechas e izquierdas (Chile). Los diferencian aspectos específicos, con más o menos relevancia según la época, pero en ningún caso se plantea “yo o el caos”. Lamentablemente en Argentina desaparecieron los Partidos Justicialista y Radical como intermediadores entre la sociedad y la política, para transformarse en cáscaras protectoras de intereses dirigenciales casi hereditarios. Para gobernar, ambos fueron reemplazados por un Partido Único, en donde el PJ, integrado por quienes ejercen mayoritariamente funciones ejecutivas, solo es útil en casos de crisis, para hacerle recordar a la sociedad que sus integrantes son peronistas, aunque muchos no lo sean. Néstor Kirchner lo definió con precisión como “pejotismo”.

Valga tener presente este contexto para reflexionar sobre las múltiples manifestaciones públicas a las que dio lugar la reciente Convención Radical en Gualeguaychú, que aprobó el acuerdo entre la UCR, Pro y Coalición Cívica. Se utilizaron una vez más los ajados sellos de goma de derechas e izquierdas, destacándose las furibundas declaraciones de algunos dirigentes radicales, enojados por la entrega del “centenario partido” a la derecha. En su lugar, proponían acompañar al progresismo justicialista del Frente Renovador, y algún dirigente enmascarado, al gobernante justicialismo kirchnerista. Un encolerizado senador-empresario anunció una posible ruptura del partido. Los que lo deseen y no respeten las decisiones de las mayorías, tienen el derecho de abandonar la UCR para formar otro partido, o bien incorporarse a otra alternativa electoral. Sería saludable como inicio de una lenta recuperación radical futura. Pero ese derecho no los autoriza a comercializar en interés propio la sigla partidaria, ofreciéndose como radicales K, M o S.

Transcurridos más de 500 años de su muerte, quizás el denostado Maquiavelo preguntaría hoy al príncipe: su excelencia, está seguro que Aníbal Fernández; Amado Boudou; Daniel Scioli; Rodríguez Saa; Gildo Insfrán; César Milani; Gerardo Zamora; Lázaro Báez; Cristóbal López; Carlos Menem; Hugo Curto; José Alperovich; Gerardo Martínez; Francisco De Narváez, Beder Herrera, Daniel Peralta, entre otros, representan a la izquierda progresista?  Le sugeriría Maquiavelo: “ El príncipe que descanse en soldados mercenarios, no estará nunca seguro ni tranquilo, porque son ambiciosos, desleales, valientes entre los amigos, pero cobardes cuando se encuentran entre los enemigos; porque no tienen temor de Dios ni buena fe con los hombres”.


Hoy, los ajados políticos que intentan entretenernos con estériles debates ideológicos, siquiera conocen como se integrarán las grillas de candidatos a las gobernaciones y cargos legislativos (estos últimos definidos en quinchos con asados mediante). Se está en plena etapa de “escucho ofertas”. Es de esperar que una vez concluida, conozcamos los planes de gobierno de los candidatos. Pero inmerso en el fárrago verbal se pretende instalar un concepto que no se puede dejar pasar por alto.  Asimilar el acuerdo UCR/PRO/Coalición Cívica con la Alianza que alcanzó el gobierno en 1999, semeja a una velada amenaza, no meramente propagandística. Por ello, analizaremos en la próxima reflexión diferencias y similitudes con el 2001-2002.

miércoles, 11 de marzo de 2015

EL ENIGMA RADICAL

El próximo sábado la Unión Cívica Radical realizará una Convención Nacional en la ciudad de Gualeguaychú (Entre Ríos), para definir una estrategia con vista a las elecciones presidenciales de este año. No será una Convención más.

La recurrente anomia radical que provocó la desaparición física de Raúl Alfonsín, se manifiesta dramáticamente en las posturas anárquicas cuando no oportunistas de sus dirigentes. Son responsables, entre otras consecuencias, del ejercicio ininterrumpido del Partido Justicialista en el ejercicio del poder presidencial durante los últimos 25 años, parcialmente compartido en los años 1999-2001. Tras el necio torneo de egolatrías que exhibió UNEN en su corta existencia, la dirigencia radical parece embarcada una vez más en una operación de salvataje personal, en lugar de definir una estrategia destinada a que la ciudadanía tenga una opción electoral coherente y con extensión territorial, acorde con una democracia. Cobos y Ricardo Alfonsín proponen que el radicalismo concurra a elecciones sin alianzas importantes, facilitando el camino para la continuidad justicialista. Sanz pretende llegar a un acuerdo con el PRO. Gerardo Morales clama acoplarse al justicialismo Renovador de Massa. Moreau, si es que continúa en el Partido, alaba sin ruborizarse al justicialismo kirchnerista como continuidad de Illia y Raúl Alfonsín. Finalmente, aletea la posibilidad de dejar librado a cada distrito eventuales alianzas.

Para entender tanta incoherencia, solo hay que historiar los últimos 16 años.  En 1999 la UCR triunfó en la elección presidencial integrando la Alianza, llevando con vice al justicialista Carlos Alvarez, que abandonó el gobierno a los 272 días de asumido. En el 2003, la UCR se presentó sin aliados con Moreau a la cabeza, y sacó el 2,34 % de los votos. En 2007 Cristina Kirchner accedió a la presidencia con Cobos como vice, en la nefasta experiencia con los recordados “radicales K”. En la misma elección, la UCR asociada a partidos menores, llevó al justicialista Lavagna como candidato a presidente, y al radical Gerardo Morales como vice (sacaron el 16,91 %). En las elecciones presidenciales de 2011 Ricardo Alfonsín se presentó con González Fraga de vice, bajo la sigla partidaria UDESO (sacaron el 11,14 %). Además, Alfonsín llevó a los justicialistas José Scioli y Francisco De Narváez como precandidatos a senador nacional y gobernador de la provincia de Buenos Aires, respectivamente. Tal espíritu de unidad no confundió a los votantes. Scioli y De Narváez fracasaron en el usufructo del llamado melancólicamente “partido centenario”.

No es difícil comprender las razones por las que la UCR se ve impedida desde hace años de constituirse en una opción democrática de gobierno por sí sola. Es conducida por una dirigencia con renta permanente en cargos legislativos, que ha sentido y siente un placer casi sadomasoquista en ser utilizada preelectoralmente por distintas variantes justicialistas, que luego los menosprecian bajo el rótulo de “no saber gobernar” o de ser “traidores”. En lo inmediato la Convención deberá eludir las trampas de los intereses personales para nada ingenuos, enmascarados en falsas grandilocuencias, como derechas e izquierdas. Más importante sería explicar en que se han diferenciado tanto unas como otras en temas como la corrupción estatal-privada; manipulación de los poderes legislativo y judicial; crecimiento desaforado del juego en manos privadas; consolidación de las estructuras del narcotráfico con indisimuladas coberturas políticas.

Es momento de pensar en los miles de afiliados distribuidos en todo el país, muchos de ellos carentes de conducción y actividades partidarias permanentes y enriquecedoras. Ese capital humano merece sentirse parte de acuerdos programáticos integradores explícitos que tengan posibilidades sólidas de constituirse en opción viable al Partido Justicialista. Se debe pensar en presidencia, gobernaciones y legislaturas como un todo, y no como partículas descuartizadas según convenga a líderes territoriales, bajo el engañoso rótulo de “pureza partidaria”.

Cuando de ejercicio del poder se trata, el PJ no dubita en cobijar bajo el mismo paraguas a Menem, Kirchner, Alsogaray, Hebe de Bonafini, Boudou, Moyano, Gildo Insfrán, Gerardo Zamora, D´Elía, César Milani, “radicales K”, y hasta perdonar los pecados adjudicados al Cardenal Bergoglio, a partir de su elección como Papa.




miércoles, 4 de marzo de 2015

EL ENIGMA SCIOLI

Una anécdota define la personalidad de Scioli. Recién asumido como gobernador de Buenos Aires, concurrió a un programa televisivo ante un panel de periodistas. Interrogado sobre la quiebra de la tradicional empresa familiar de artículos del hogar “Casa Scioli”, respondió imperturbable que se debió a la política neoliberal de los 90. Sabido que ingresó a la política de la mano de Menem, logró lo imposible: el silencio de todos los panelistas. Uno de ellos lo rescató de la situación pasando a otro tema.

El tránsito ininterrumpido de Scioli por todos los gobiernos, y su capacidad de eludir definiciones políticas conflictivas es ampliamente conocida. Pero la referencia a Scioli como enigma no se refiere a su personalidad, sino a su condición de precandidato.

Así como sus actitudes parsimoniosas son motivo de crítica y aún de sorna, se debe reconocer que las manejó en pos de su carrera pública con enorme habilidad. Su pregonada “capacidad de diálogo” tampoco debería ser puesta en duda. Pero el diálogo político se ejerce en ámbitos específicos y restringidos. Lo que debe evaluar una sociedad son sus fines de interés general, principio aplicable a todos los precandidatos a futuro presidente. Plataformas de gobierno claras y concisas, por ejemplo, sería un excelente ejemplo de diálogos virtuosos.

Scioli será el candidato del gobierno. La expectativa  que el proyecto justicialista-kirchnerista se prolongue más allá del 10 de diciembre, exige el respaldo de la mayor cantidad de votos. Scioli es el único candidato del Frente Para la Victoria con posibilidades de sumar al piso del Frente votos independientes distraídos. Por ello es ingeniosa la estrategia de utilizar su presencia con silencios de libre interpretación, en eventos organizados o con presencia de “enemigos destituyentes” del gobierno.  O que lo critiquen Hebe de Bonafini o Luis D´Elía.

Sin embargo, su irrestricta lealtad y apoyo manifestados al matrimonio Kirchner a lo largo de doce años del gobierno, con presencia en la primera línea de todos los actos presidenciales y del Partido Justicialista, no logra la total confianza de la presidente Cristina Kirchner. En esta instancia decisiva, su ambigûedad ofrece demasiados interrogantes para el oficialismo. Razones no faltan. Despierta sospechas, por ejemplo, que medios de comunicación, analistas políticos y grupos empresariales, duramente críticos con la presidente Kirchner, sean a su vez extremadamente benévolos con Scioli, que no tuvo una gestión positiva en la provincia de Buenos Aires. Posee el 48 % del endeudamiento del total de las provincias con la Nación; no se ejecutaron obras de infraestructura trascendentes (hídricas; viales); disminuyó notoriamente la calidad educativa y se incumplió recurrentemente los días lectivos anuales previstos; la inseguridad en el conurbano alcanzó niveles dramáticos.

La historia muestra que en el justicialismo, quien abandona el poder no lo recupera. Pero tiene capacidad de daño. Aún Perón, en su retorno en 1973, estuvo fuertemente condicionado por quienes pretendían usufructuar su liderazgo. Es oportuno recordar tres antecedentes. Cámpora, por la absurda inhabilitación de Lanusse a Perón para ser candidato, lo representó y asumió la presidencia en 1973. Se mantuvo en el cargo solo 49 días, para dar lugar al líder tras un nuevo llamado a elecciones (ejemplo de fidelidad a Perón). El vicepresidente justicialista Carlos Alvarez, integrante de la Alianza que asumió en 1999, renunció a los 279 días de mandato, provocando una gran crisis política que culminó con la renuncia de De la Rúa 14 meses más tarde (ejemplo de instrumentación de inestabilidad política). Finalmente Néstor Kirchner, que accedió a la presidencia con el firme sostén del caudillo Eduardo Duhalde, pese a lo cual obtuvo un escuálido 22,24 % de los votos en primera vuelta, una vez consolidado su poder, se desembarazó prestamente de su promotor. (ejemplo del clásico unicato justicialista de conducción).


Cuál de las tres actitudes mencionadas adoptará Scioli en caso de alcanzar la presidencia? Sería oportuno profundizar hipótesis.