Analizados los contextos discursivos-ideológicos, partidarios y sistema electoral, es momento de indagar en el aspecto más áspero y terrenal de la presente fase preelectoral que se desarrollará hasta el cierre de listas: las candidaturas. Durante el armado a dedo de las listas sábana, el discurso declamatorio vacío de contenido coexistirá con ambiciones personales y fidelidades circunstanciales, en busca de poder y las mieles de los cargos electivos. Encabezarán estas pujas políticos que han hecho de la permanencia en el usufructo de los privilegios estatales una forma de vida, habitualmente extendida a sus ámbitos familiares. Sus perfiles fueron descriptos con precisión por Maquiavelo hace más de 500 años: “Son ingratos, volubles, simuladores y ávidos de lucro. Mientras les haces bien, son completamente tuyos; pero cuando la necesidad se presenta, se rebelan”.
Para arribar a una conclusión consistente respecto a la incógnita “si Cristina será candidata”, se apelará a antecedentes verificables y nombres propios con base en la provincia de Buenos Aires, que cuenta con el 37% del padrón electoral del país, y es plaza fuerte de Cristina. En este ámbito Cristina deberá negociar cargos ejecutivos solo con intendentes, mientras que en el resto de las provincias deberá acordar según conveniencias de los gobernadores. Como todo vehículo de transporte, el avión político cuenta con un número determinado de plazas: Presidencia (pilotea y decide); gobernación (copiloto), intendencias (tripulación de cabina), y candidatos a legisladores que intentarán ocupar una de las 14 a 16 plazas “business” obtenibles, del total de 35 a renovar. Las plazas sin posibilidad de acceso a una banca son clase turista “low cost”. Para el listado “bussines” se excluyen a los candidatos a intendencias, que en campaña se mueven solo por transporte terrestre; pero no así sus familiares, que pasan a ser prenda de negociación para ubicarlos en una butaca “bussines”. Primer conflicto: exceso de demanda para la categoría “business”, léase cargo legislativo asegurado.
Quienes pujarán por categoría “bussines” presentan cuatro situaciones: 1) quienes vencen su mandato en 2019 y desean renovarlo (los otrora opositores Solanas y Donda, que vencidos sus mandatos en la ciudad le realizan “guiños” a Cristina en la esperanza de obtener butaca con su bendición; Pablo Moyano, De Pedro, Graciela Caamaño en provincia, entre otros. Se incluyen integrantes del Frente Renovador, porque hasta el cierre de listas todo es posible (caso Solá); 2) quienes tienen más años de mandato, pero con dieta legislativa asegurada juegan a ser candidatos a gobernador y/o presidente (Solá y Scioli); 3) quienes perdieron su butaca en el Jumbo político y desean recuperarla (Massa, Alfonsín, Stolbizer, Alberto Fernández, entre otros); 4) Quienes pretenden su primer vuelo bautismal (dirigentes de organizaciones sociales y piqueteras, autoproclamados amigos del Papa y algún gremialista pobre).
En el avión kirchnerista se discute quién será el piloto? No; a lo sumo se especula cínicamente con su no presentación, y soñar con ser designado delfín, lo que da lugar al segundo interrogante: puede un piloto avezado que pretenda seguir comandando designar un delfín? La experiencia justicialista a nivel nacional y provincial indica que no, salvo experiencias matrimoniales que en el caso Perón-Perón y Kirchner-Kirchner quedaron truncas, y recientemente forzado por impedimento constitucional del líder, Zamora-Zamora. Esta alternancia acordada en la cúpula del poder, reconoce un único caso exitoso de fidelidad: De la Sota-Schiaretti. Lo expuesto no deja margen para especulaciones: Cristina Fernández de Kirchner será candidata en 2019.
Instalada como piloto indiscutible de su espacio político, se le presenta a Cristina un nuevo desafío. Necesita forzosamente sumar (todos unidos triunfaremos), pero a su vez tener personal de cabina de confianza. Las plazas “business” del avión kirchnerista son escasas para ser distribuidas no solo entre sus fieles, sino también entre recientes oportunistas arrepentidos y reconvertidos. Maquiavelo da respuesta a este dilema: “el príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios nunca estará tranquilo, porque son ambiciosos, desleales…”
Finalmente emerge un interrogante final. A tres años del gobierno Cambiemos, puede adjudicarse exclusiva influencia a Macri, Durán Barba o quien fuere, para mantener a Cristina Kirchner en el centro de la oposición? Rosana Bertone, gobernadora de Tierra del Fuego, dio una pista en un reportaje publicado en Clarín del pasado 25 de noviembre, al declarar: “Que Cristina vuelva a ser presidenta depende más de Macri que de ella”. Explicitó una triste resignación por no haber sabido el justicialismo generar en estos años una oposición coherente, renovada, moderna, no manchada de corrupción y sin añejos caudillajes políticos, gremiales y empresarios. Triste para la democracia.
Buenos Aires, 26 de diciembre 2018
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