viernes, 12 de noviembre de 2010

MODELOS, ESTILOS O POLÍTICAS? (Parte I)

Una democracia, sistema que reconoce "el poder del pueblo" para elegir las macropolíticas y a quienes la llevarán a cabo a través del voto en elecciones lo mas representativas posibles, necesita de opciones para que se cumpla el fundamental requisito de "elegir". En las sociedades más desarrolladas dichas opciones son canalizadas a través de los partidos políticos. Tampoco la existencia de éstos es suficiente, si dentro de su seno se generan férreos aparatos electorales con fuertes contactos con grupos de poder externos al partido, que distorsionen la voluntad de los afiliados, generando corrupción y perpetuación partidaria en la conducción de gobierno. Por lo tanto, la distorsión democrática puede ser encarnada por un "líder" ireemplazable (Batista; Stroessner, Chaves), o por un partido político igualmente irreemplazable (como lo fueron el PRI en México o la Democracia Cristiana en Italia). Vale decir que el voto no es la certificación de que se vive en democracia, sino un requisito indispensable pero no suficiente para comenzar a analizar su grado de calidad. Si alguna duda quedara al respecto, solo basta recordar las escandalosas últimas elecciones en Córdoba para elegir gobernador, los sucesos en Catamarca entre el oficialismo y Barrionuevo, y recientemente las elecciones internas en la Confederación de Trabajadores Argentinos (CTA). Lo mas grave es que las acusaciones de fraude, manipulación de padrones, robo de boletas, y todo tipo de engaños, se cruzan entre quienes días mas tarde nos representarán en funciones ejecutivas, legislativas o gremiales. Ni hablar de las estafas a la voluntad popular "legalizadas", tales como la Ley de Lemas, listas colectoras, listas espejo, y la última bofetada a la cuidadanía plasmada en las "candidaturas testimoniales" , que de tan absurdas no impidió la derrota electoral de sus creadores. Por lo tanto, hay un tema esencial para las elecciones del 2011 del que no se habla: el sistema electoral (acción de elegir por parte de la ciudadanía).
Sigamos adelante con el siguiente aspecto: opciones a elegir. Si aplicáramos la ironía diríamos que en éste punto habría que recurrir a parasicólogos, mediums o pai-umbanda. Pero no nos rindamos tan pronto y sigamos adelante. Una realidad es la desaparición de los partidos como tales, en especial el justicialismo y el radicalismo, mimetizados en Frentes, Alianzas, o subterfugios similares. Entre De la Rúa-Alvarez; Kirchner-Cobos; Lavagna-Morales, no se pueden estar imputandos actos de traición. Plantearon ofertas electorales sin programas comunes ni compromisos fehacientes de sus dirigentes. Por lo tanto sus actos fueron más graves que sus acusaciones cruzadas de traición: engañaron al electorado con supuestas asociaciones inexistentes. Carlos Alvarez, por ejemplo, no tiene ningún pudor en estar usufructuando la beca que le otorgó el actual gobierno como secretario del Mercosur. Los ejemplos citados son mas que suficientes para concluir que los grandes acuerdos interpartidarios preelectorales son un engaño para sumar votos. Los acuerdos interpartidarios para legislar acorde con los intereses mayoritarios de una Nación, son gestos de grandeza.
Este renunciamiento de los grandes partidos a comprometerse ante el votante a gobernar por si mismos, dió lugar a un sinnúmero de minipartidos encabezados por los mismos políticos de siempre, en la búsqueda de cargos y beneficios personales que jamás obtendrían por su caudal electoral, y en donde su supuesta posición "equidistante" termina invariablemente aportando sus votos al poder gobernante. Así surge la extraña figura del "opositor-oficialista", que en función de su nula representatividad (nunca fué votado por sí), jamás se sabe a quien responde. Como se diría en el mundo empresarial, encontraron un magnífico "nicho de oportunidad", para cobrar un sueldo por tareas representativas sin representar a nadie. Recurrentemente aparecen nuevos partidos con una importante fuerza electoral de coyuntura (Partido Intransigente; Frepaso, Coalición Cívica), los que sí constituyen una real y saludable renovación política ante los partidos predominantes, pero que nunca terminan de consolidarse, y en corto tiempo desaparecen.
Ante éste preocupante cuadro de situación, que no podremos evitar en el 2011, solo nos resta analizar las "opciones" desde lo partidario a través de hipótesis de análisis arbitrarias, como resultado de lo expuesto. En tal sentido se decidió nuclear a los partidarios del oficialismo bajo la designación de "el modelo", y a los opositores bajo el rótulo de "el estilo". Los términos no son caprichosos: son sin duda los mas repetidos por unos y otros en sus opiniones en los diversos medios de comunicación.
Las propuestas de gobierno, o bien "ofertas electorales" si aplicamos el léxico del marketing político, solucionada la implementación de un sistema electoral que no distorsione al voto, y una coherencia partidaria que haga viable aplicar las propuestas que pregonan, es el gran tema que nos resta analizar.