miércoles, 25 de febrero de 2015

QUÉ SIGNIFICA "GOLPE BLANDO"?

La propaganda política como la conocemos hoy es un fenómeno que surge en la primera mitad del siglo XX, con reglas y técnicas vigentes, direccionadas al manejo de la opinión pública entendida como masa. Para abarcar el mayor espectro social posible, se utilizan mensajes/definiciones breves e impactantes, primando lo emocional por sobre lo racional. Decir “Patria o buitres” no deja lugar a opciones. Mejor aún si buitres se asocia con foráneo. Asimilarlos con especies criollas, podría tener un peligroso efecto “boomerang” para políticos y empresarios patriotas. Reflexionaremos entonces sobre la puesta en escena de un nuevo concepto: golpe blando. En principio, suena bastante bien.

El sustantivo “golpe” debe ser complementado: se refiere a “golpe de Estado”, que implica la toma del poder político de manera rápida y usualmente violenta. Ofrece dos versiones: de carácter militar, ignorando la legitimidad constitucional, o llevado a cabo por sectores políticos internos o externos de un gobierno, utilizando normas constitucionales. Son conocidos como “golpes de palacio”. Hasta 1983 nuestro país sufrió solo golpes militares, que cobijaban a los sectores civiles involucrados. Pero como en la actualidad son impensables, más aún con un jefe de Ejército que proclamó su adhesión al gobierno, deberíamos manejar la hipótesis de golpe de palacio. En tal sentido, “golpe blando”  sugiere intención, desgaste, socavamiento. Pero “golpe duro” implica lisa y llanamente el reemplazo de un gobierno legítimo previo al cumplimiento de su mandato.  

Hubo un “golpe duro” a partir de 1983? Lamentablemente sí; en diciembre de 2001. Cabe entonces analizar los factores que lo posibilitaron, y si ellos se replican en la actualidad. Obviaremos situaciones de crisis económicas, sociales y aptitudes de conducción como justificativo del “golpe duro”, porque no solo estaríamos avalándolo, sino dejando de lado el invalorable instrumento de los acuerdos legislativos inter partidarios para afrontar estas crisis. Para ser más claro; en sociedades con verdadera cultura democrática, estos acuerdos se deben plasmar antes de voltear a un gobierno elegido en elecciones libres, y no después.

El gobierno de la Alianza conformada por la UCR y el Frente Grande asumió el 10 de diciembre de 1999, tras 10 años de gobierno de Carlos Menem. Las circunstancias económicas eran críticas, en especial en lo referido a pagos de deuda externa. La convertibilidad profundizaba la crisis. El entonces vicepresidente Carlos Alvarez, de la línea justicialista Frente Grande, por razones nunca explicitadas renunció en octubre de 2000, a menos de un año de gobierno. La mayoría de las provincias, en especial Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, eran gobernadas también por justicialistas, quienes además tenían mayoría legislativa. Carlos Ruckauf, gobernador de Buenos Aires, para encubrir el enorme endeudamiento de su provincia durante el período Menem, emitió moneda propia conocida como Patacón. La sociedad se manifestó a través de los cacerolazos, que fueron masivos e impactantes, pero pacíficos y no “destituyentes”. Pero Ruckauf, junto con pesados intendentes del conurbano, dirigentes gremiales y Partido Justicialista, instigaron al caos. El resto es conocido. El 20 de diciembre de 2001, con más de 30 muertos en diversas manifestaciones, el presidente De la Rúa renunció a su cargo.

Tras una semana caótica en la que se sucedían presidentes provisionales, se llegó a un “patriótico acuerdo” interpartidario. Se designó para completar el período al justicialista Eduardo Duhalde, quien había perdido las elecciones presidenciales tan solo dos años antes. La plana mayor del Frente Grande ocupa hoy cargos de relevancia en el gobierno, incluído Carlos “Chacho” Alvarez. Estas acciones responden a un  “golpe duro”.


Como los actores de ese entonces son hoy oficialistas en el mediano plazo, no existe ninguna posibilidad de repetir tan nefasta experiencia. La presidente Cristina Kirchner, para tranquilidad de los argentinos y normal funcionamiento de la democracia, concluirá su mandato en tiempo y forma, salvo decisión personal en contrario. Sin embargo, el “golpe duro” palaciego, debiera estar muy presente en la actual dirigencia personalista, mediocre y pusilánime, para establecer estrategias electorales consistentes, basadas en políticas transformadoras reales, y no solo declamadas. Caso contrario, se repetirá un “golpe duro”. El poder es un néctar muy apetecible. 

miércoles, 18 de febrero de 2015

TRAGICOMEDIA POLÍTICA CRIOLLA

Una tragicomedia es una obra dramática que combina elementos trágicos y cómicos, matizados con toques de sarcasmo y parodia.

14 de enero, en un poderoso país sudamericano. Un fiscal, al que el gobierno le creó una unidad especial para investigar un atentado terrorista contra una institución de la colectividad judía hace veinte años, anuncia que presentará una denuncia contra altas autoridades del país, por intentar desviar la investigación contra funcionarios iraníes acusados de su planificación e instigación. Incluye a personajes marginales especialistas en aprietes callejeros, devenidos en sutiles diplomáticos, y a un representante en el país de la comunidad iraní, que oficiaría de nexo con el exterior. Prestamente, el Canciller lee nerviosamente un comunicado oficial, negando la acusación.

Se dan a conocer escuchas telefónicas entre un emblemático piquetero y el nexo criollo-iraní. El juez a cargo de la causa declara de inmediato que no ordenó las escuchas. Un día más tarde se desdice, manifestando que las ordenó para los teléfonos del supuesto nexo local iraní. Legisladores opositores invitan al fiscal denunciante a concurrir ante una Comisión parlamentaria para ampliar la información. Este acepta. Una diputada del oficialismo expresa que asistirá al Congreso el acordado día lunes, pero “con los tapones de punta”. No para escuchar sino para preguntar. El día anterior a la reunión, 18 de enero, el fiscal aparece muerto en su departamento.

Ese mismo día un histriónico Secretario de Seguridad ingresa al departamento. Las cámaras lo captan siempre dinámico y hablando permanentemente por celular. Justifica su presencia en que debía verificar los protocolos del personal de vigilancia oficial, y resguardar el escenario del hecho. Lunes a la mañana. Un colaborador informático del fiscal se presenta ante la fiscal a cargo de la instrucción, para declarar que le entregó el día sábado un arma de fuego al fallecido. El 19 de enero, a través de una red social la Presidente aventura una hipótesis: el fiscal se suicidó? De inmediato altos funcionarios claman al unísono: el fiscal se suicidó.

El hiperkinético Secretario de Seguridad continúa con sus declaraciones a la prensa, incrementando la confusión. Ingresó al departamento un minuto antes o un minuto después que la fiscal? Se informa que las dos únicas puertas de acceso al departamento estaban cerradas por dentro. Aparece un enigmático cerrajero que abre la puerta de servicio “en dos minutos y con un alambre”. No tenía pasador por dentro. Días más tarde se descubre que había un tercer acceso: un pleno de equipos de aire acondicionado que conectaba la unidad del fiscal con la vecina, que estaba vacía y alquilada por un chino. Cunde el desasosiego; justo un chino, ahora que firmamos un convenio con el gigante asiático?

22 de enero. Siempre por red social, la Presidente manifiesta tener la convicción que el fiscal fue asesinado. Sin demora, altos funcionarios claman al unísono: al fiscal lo asesinaron. En la investigación, se constata que los custodios custodiaban poco. La fiscal los interroga: cumplieron los protocolos? Qué protocolos?, responden sorprendidos. De inmediato sus superiores los ponen en comisión y los denuncian ante la justicia. Los superiores aún mantienen sus cargos. El sistema de seguridad del lujoso complejo tenía muchas cámaras que no funcionaban. Los vigiladores privados anotaban ingresos y salidas en un cuadernito. Valijines y mochilas no se revisaban.

La hipótesis del asesinato exige sospechosos y motivos. Empiezan a surgir  extraños cambios de personalidad. El fiscal bueno, se transformó en malo. Un agente secreto criollo más famoso que James Bond durante décadas bueno, se transformó en malo. El colaborador informático de confianza del fiscal, de bueno pasó a malo. La ex esposa del fiscal muerto, que en su condición de jueza federal conoce el accionar de la justicia, solicitó ser querellante y aportar peritos de parte. El piquetero implicado clama protección. Una legisladora le pide públicamente al Comandante en Jefe del Ejército que no la mate.

Ante tal caos, develó el misterio el inefable Secretario General de la Presidencia, que recuerda a los tradicionales payadores criollos, capaces de improvisar sobre cualquier tema un recitado en rima acompañados de una guitarra. Concluyó que al pobre fiscal lo obligaron a presentar una denuncia, que para colmo, por su pobre elaboración jamás pudo ser redactada por un abogado. Llegado el momento de sostenerla, abrumado por la humillación que debería soportar, se suicidó.

Cae el telón ante la ovación de los espectadores. De improviso sube al escenario el director de la obra, y pregunta angustiado: hay un psiquiatra en la sala?


miércoles, 11 de febrero de 2015

USAR "KIRCHNERISMO" COMO FACHADA (Nota II)

Señalábamos en la última reflexión la continuidad estructural de conducción que caracteriza al sistema político argentino desde hace más de dos décadas, con la participación de los mismos actores. Ello como consecuencia de la desaparición del par dialéctico justicialismo-radicalismo, que actuara como soporte clarificador ante la sociedad, de diversas políticas de gobierno. En su reemplazo se utilizan las dicotomías neoliberalismo-progresismo o izquierda-derecha, más acordes con debates intelectuales. Lo que se mantiene inmutable y con envidiable complacencia es la corrupción.

El pasado diciembre registró tres hechos con fuerte contenido simbólico. El ex presidente Menem, condenado a siete años de prisión en la causa Contrabando de Armas, y denostado por el oficialismo por su responsabilidad en la década supuestamente “neoliberal”, concurrió excepcionalmente al Senado para posibilitar que el Gobierno supuestamente “progresista”, obtuviera quórum para aprobar el proyecto extemporáneo de elección de representantes en el Parlamento del Mercosur. La ley contiene un toque criollo: otorga a los elegidos fueros ante la Justicia. Ya no sorprende que en la Argentina, los procesados y condenados puedan ejercer cargos políticos y aprobar leyes, sin que nadie solicite desafueros.

Ante un descabezamiento de la cúpula del Servicio de Inteligencia, se hace público que la Bicameral legislativa de Control de los Servicios de Inteligencia de la Nación jamás cumplió con su función de control, tanto de objetivos como presupuestarios. La inacción se sustentó en el clásico verticalismo de la mayoría oficialista, y en el silencio cómplice de la minoría supuestamente opositora.

En la provincia de Buenos Aires, sin voces discordantes ni denuncias mediáticas, el Senado permitió la pérdida del estado parlamentario del proyecto de ley que obligaba a la publicidad de la declaración jurada de bienes de los más altos cargos políticos. Entre los que se niegan, se destaca el candidato presidencial del Gobierno, Daniel Scioli.

La ausencia de partidos políticos consolidados y la vigencia de un sistema electoral armado para limitar y/o distorsionar la capacidad del ciudadano de elegir, hace presumir que inevitablemente el entramado de poder vigente se mantendrá a partir de diciembre de 2015. Dentro de este contexto, la prioridad ciudadana debiera ser la de limitar daños futuros a los sectores más desprotegidos y clases medias, evitando repetir el “gran acuerdo nacional” de enero del 2002, en salvataje de políticos multipartidarios y empresarios.

Para ello deberemos evitar caer nuevamente en la trampa de centrar la campaña electoral exclusivamente en el Presidente que se va, como sucediera con Menem primero, y De la Rúa después. Son hábiles y maliciosas estrategias distractivas, que eluden compromisos concretos y factibles a futuro por parte de los candidatos, con el objetivo de “cambiar para que nada cambie”. En la actualidad, hasta Carlos “Chacho” Alvarez, uno de los grandes responsables de la crisis del 2001, es funcionario del gobierno en el exterior. La realidad es más pragmática. Políticos, empresarios, gremialistas y jueces, beneficiarios del sistema Planta Permanente en altos cargos públicos, (ironía de Jorge Asís), están con las piernas flexionadas para saltar al próximo “mejor gobierno de la historia”.


La ciudadanía deberá demandar a los candidatos con posibilidades de triunfo propuestas ciertas, relevantes y transformadoras, desde lo institucional, político, social y económico. Que tengan además el respaldo de un cronograma de implementación inmediata a partir de diciembre de 2015.  Esta obligación incluye, obviamente, al candidato del Frente para la Victoria Daniel Scioli. En próximas reflexiones plantearemos algunas de las problemáticas irresueltas y graves, en las que ningún candidato deseará asumir compromisos explícitos.

miércoles, 4 de febrero de 2015

USAR "KIRCHNERISMO" COMO FACHADA (parte I)

El asesinato/suicidio del fiscal Alberto Nisman, desnuda como ningún caso antes la continuidad de un sistema de poder. Gran parte de la dirigencia política, gremial, judicial y empresaria relacionada con los niveles de conducción del Estado, desde hace más de dos décadas se mantiene intacta. Son los mismos nombres, eventualmente con distintos cargos, pero siempre con poder de decisión, presión y/o representación.

En estas condiciones, en Argentina o cualquier otro país, una corrupción incontrolada de los poderes estatales es una natural consecuencia. Al punto que los viejos regímenes provinciales feudales y nepotistas de otrora, en lugar de ser superados por la continuidad democrática, se replicaron en el nivel de conducción de la Nación. El fenómeno se inició en 1989 con la asunción del presidente Menem. En este punto es necesario hacer un alto. Se intenta plantear un manifiesto antiperonista? Por el contrario. Han sucedido demasiados cosas en estas últimas dos décadas, como para seguir escudándonos, sea para el elogio o para la crítica, bajo el nombre de Juan Perón.

No le podemos adjudicar a Perón privatizar irresponsablemente YPF para hacerse de fondos, para que años más tarde, los mismos legisladores aprueben su estatización parcial irresponsable, también para hacerse de fondos. No se lo puede culpar porque esta matriz se haya replicado en aspectos estructurales de un país: rol del Banco Central; sistema jubilatorio; coparticipación federal Nación-provincias, políticas de servicios de inteligencia, y lo más grave, una planificada licuación de toda acción de control de actos de Gobierno, por parte del Poder Legislativo, la Justicia Federal, y Organismos Administrativos. Por ello no sorprende que hoy, más que investigar el deceso de Nisman, el debate gubernamental se centre en la transformación del Nisman bueno en Nisman malo, o como diría el ex juez  Zaffaroni, el engaño que sufrió “el pobre muchacho”.

Esta degradación política no merece involucrar la memoria de importantes figuras políticas del pasado, manipulándolas tras falsos debates ideológicos. No hay diferencia entre coimeros y/o asesinos neoliberales o progresistas. El esquema de poder vigente necesita además, de la manifiesta ineptitud de quienes la ciudadanía votó para que actúen como oposición. La mentada “escribanía legislativa del oficialismo”, necesita el imprescindible apoyo de los llamados aliados (rol para el que nadie los votó); tránsfugas (pasan de un partido a otro burlando al votante), y conversos (de feroces críticos pasan a fanáticos militantes, prebendas mediante). Por su parte, quienes mantienen el rol de opositores, solo atinan a justificar su inacción por su condición de minoría. Jamás leyeron las biografías de Alfredo Palacios y Lisandro de la Torre.

El rótulo de “peronista” no puede suplirse alegremente por los más modernizados “menemista” o “kirchnerista”, porque supondría negar a Perón. Lo que corresponde es definirse como justicialista, sin avergonzarse. A partir de entonces, analizar si el Partido Justicialista existe como tal, o solo es una cerrada maquinaria de poder. Al punto de brindar cobertura, por ejemplo, a un abrazo fraterno entre Boudou, Bonafini y Milani. El radicalismo, más formalista, mantiene sus estructuras partidarias prolijamente conformadas, pero carece de dirigentes con vocación de poder. Hay radicales K; radicales PRO; radicales Massa, radicales Unen, sin duda habrá radicales Scioli, y finalmente, radicales Moreau, comercializadores de la memoria de Raúl Alfonsín. Ante esta carencia de elementales principios éticos y de representación, sostener que será el votante quien decidirá su futuro, es falaz. Los radicales santiagueños votaron para que Zamora los represente como gobernador. Pero en el cuarto oscuro de la política les robaron la elección. Hoy Zamora es kirchnerista y nepotista.

El caso Nisman debe replantear las estrategias electorales para el 2015, por parte de quienes juegan a “yo quiero ser presidente”. Hoy solo ofrecen híbridas campañas marketineras, carentes de contenido y compromisos concretos. En lo inmediato se deberán conformar ofertas electorales sólidas y coherentes, que permita al nuevo gobierno afrontar las enormes dificultades políticas, sociales y económicas, sin afectar a las clases más vulnerables y medias, como sucediera en el 2002. Es verdad que una vez más nos encontraremos con los mismos actores de siempre. Pero a esta altura de los acontecimientos, pretender “lo nuevo” ya es imposible.