miércoles, 25 de julio de 2018

LA PATRIA ESTÁ EN PELIGRO

En momentos de “crisis o tormentas” es cuando se incrementan las bajezas políticas a través de falacias discursivas, como se denominan a las argumentaciones que intentan ser persuasivas pero falsas, o grandilocuencias que manifiestan total desprecio por los efectos que puedan causar al conjunto de la sociedad, y en especial, a los sectores más desprotegidos que dicen defender. En un sistema democrático el concepto “político” se asocia a quienes con respaldos partidarios de legitimación, son elegidos por el voto popular para ejercer roles públicos: presidente, vice, gobernadores y legisladores. Pero cuando una vez elegidos reniegan de esa legitimación para transformarse en “libres pensadores” (sería más correcto decir libres negociadores), fluctuando entre distintos grupos de pertenencia basados en sus propios intereses, surge naturalmente una crisis de representación e institucional. Que inevitablemente se expande a los grupos de poder y/o interés interrelacionados, que sin ser estrictamente “políticos”, son parte integrante de “la actividad política”: funcionarios, empresarios, sindicalistas, poder judicial, periodistas, y en la última década, artistas y rectores de universidades. 


Es interesante analizar este contexto en relación a los medios de comunicación, que son esenciales para informar, aportar conocimiento y formar opinión. Pero también útiles para desinformar y/o coaccionar de ser necesario. Producto del desarrollo tecnológico potenciado por el crecimiento de las redes sociales, los mensajes dejaron de ser unidireccionales como antaño, para convertirse en un ida y vuelta que mezcla verdades con falsedades, moralinas con aprietes, e ideas con insultos. El ciudadano se ve sometido a un caos dialéctico que recuerda a Jorge Luis Borges cuando en “Utopía de un hombre que está cansado” expresaba: “Ya a nadie importan los hechos. Son meros puntos de partida para la imaginación y el razonamiento”. 

Esta modernidad cuantitativa no debiera abrumarnos, sino remitirnos a principios básicos de análisis, que como tales, no difieren con los tiempos. Décadas atrás de nada valía presumir sabiduría exhibiendo una biblioteca repleta de libros, si no se los leía. El sistema democrático facilita este ejercicio, al cobijar una multiplicidad de vehículos informativos, que permiten comparar, poner en duda, verificar, detectar falsedades y/o contradicciones. No se debe ignorar que en la comunicación masiva confluyen dos condiciones no malas en sí mismas: el interés empresario y el político. En realidad, en toda opinión hay un interés, de orígenes diversos. Citemos a manera de ejemplo algunas hipótesis de trabajo, que podrán ser aceptadas, complementadas o reemplazadas por otras. Lo importante es considerarlas. 

1.- Los “influyentes”. Supuestamente ajenos a la política, tales como periodistas, artistas o deportistas, sus opiniones son muy valoradas (y muchas veces cotizadas), en las estrategias de comunicación. El desafío es discernir si son auténticas, o basadas en contraprestaciones privilegiadas con recursos estatales (contratos gravosos, pautas desmesuradas, subsidios injustificados), en cuyo caso es habitual que la opinión se traduzca en fanatismo, basado en una de las reglas clásicas de la propaganda política, llamada de Exageración. Es el caso de quienes entremezclan negocios particulares con la Patria. 

2.- Terminología. “Crisis” o el aggiornado “tormenta” se emplean ante una única causal: la economía. Los vicios institucionales, de corrupción o similares, solo provocan “reclamos”, que inclusive podrían ser utilizados hábilmente por corruptos para negociar impunidades, o instalar “todos somos ladrones”. 

3.- Conocimiento personal. Durante milenios tuvo vigencia el concepto transmitido por Maquiavelo al príncipe: “Todos pueden ver, pero pocos tocar… Muy pocos saben lo que realmente eres”. La comunicación moderna transformó este principio. Más aún en nuestro país, ante la continuidad de los mismos políticos durante décadas. La única expectativa respecto a ellos reside en saber para qué cargo y bajo que sigla partidaria se presentarán en cada elección. 

4.- Debates virtuales. A diferencia del periodismo de investigación serio, basado en información fehaciente y compleja, el de opinión puede generar infinitos debates sobre supuestos reales o ficticios, con fines distractivos, de testeo o instalación de mensajes y/o personajes. Marcelo Tinelli como potencial candidato a presidente es un ejemplo vigente. El único que no opina es Tinelli. Sin embargo un mínimo análisis de factibilidad política indicaría que su posibilidad presidencial es imposible. 

Buenos Aires, 25 de julio 2018

viernes, 13 de julio de 2018

HUMOR O VULGARIDAD POLÍTICA?

En la última newsletter señalamos que el fútbol profesional, al ser de interés en vastas y diversas franjas socioeconómicas y culturales del país, y poseer dirigencias en las que sin necesidad de debates ideológicos convergen políticos, empresarios, banqueros, sindicalistas, jueces y barras bravas, es excelente para entender popularmente el funcionamiento de la política sin complejas sofisticaciones. Este mismo rol y aún con mayor eficacia, lo cumple una actividad de invalorable tradición histórica: el humor político, sea verbal, escrito o gráfico, a través de parodia, sátira o caricatura. 

El humor político exige ingenio y agudeza para describir o criticar sintéticamente contextos y sucesos, con toques de ironía que aún en la disidencia nos haga sonreír. Su éxito depende de un factor invalorable: describir certeramente lo que la sociedad asume como verdadero. De no ser así, el pretendido humor se transforma en vulgaridad o sarcasmos encubridores de la verdad, habituales en muchas opiniones casi farandulescas usadas en los debates políticos. Tal el caso reciente del cruce verbal entre los diputados Agustín Rossi y Elisa Carrió, abogados con largos usufructos de cargos políticos bien rentados, enrostrándose en el parlamento viejos vicios y cuitas familiares, o vociferando grandilocuencias falaces, como cuando Rossi afirmó que “los diputados representamos a quienes nos votan”, soslayando que acceden a través de las férreamente defendidas “listas sábana” armadas en quinchos por los líderes de turno. Con la posibilidad que una vez alcanzada la banca, el bendecido pueda convertirse en “libre pensador”, conformar un monobloque unipersonal, o traspasarse a otro partido. 

El humor político bien entendido admite ironías, pero no cinismos. De allí su prestigio, y las persecuciones expresas o encubiertas sufridas por sus autores por parte de gobiernos de facto y democráticos. Por la forma sintética de reflejar sucesos y personajes de la época, se convierten en verdaderos auxiliares para las investigaciones históricas. Fue pionero “El Mosquito”, periódico dominical de características satírico-burlescas, publicado entre 1863 y 1893. Ya en el siglo XX, nació “Tía Vicenta”, revista satírica creada por Landrú (Juan Carlos Colombres), que se publicó entre 1957 y 1966 (golpe militar contra Illía), y luego entre 1977 y 1979. La revista “Humor”, que fue editada entre 1978 y 1999, contaba con periodistas e intelectuales respetados, en la que el humor y la sátira para denunciar a la dictadura militar dentro de los límites posibles, la convirtió en un éxito editorial. En cuanto a monólogos, son inolvidables los de Tato Bores. Aún hoy asombra la vigencia que mantienen sus descripciones de las diversas coyunturas políticas desde su comienzo en la década del 60 hasta su muerte en la década del 90. Fue presionado y aún prohibido por diversos gobiernos, e inclusive la jueza Servini de Cubría intentó impedir la salida al aire de un programa que la mencionaba. Sus monólogos durante más de tres décadas, nos confronta con la triste realidad que con el paso del tiempo no hemos aprendido nada. 

De la época actual cabe mencionar tres ejemplos. El de Hermenegildo Sabát (caricaturista), que despierta temor en altas esferas políticas tan solo dibujando; Enrique Pinti (monólogos), y la columna dominical de Sebastián Borenzstein (prensa escrita). Este último ejemplo merece una mención especial, porque revaloriza la relación del humor con el aporte serio para entender la realidad, permitiendo un excelente aprendizaje por parte de la sociedad en su conjunto de nuestras realidades políticas, sociales y económicas. Sus ironías las apoya con datos históricos y económicos verificables, que no confunden sino esclarecen. El buen humor político duele y es temido por las dirigencias porque llega al hueso de las realidades, sin necesidad de debates histéricos y discursos grandilocuentes ante cámaras. 

El humor no carece de acidez y toques de amargura. Borenzstein hace hincapié en la importancia del perro vagabundo recibido e instalado en la Casa Rosada, bautizado Balcarce. Su misión es estar atento al devenir político, y actuar cuando sea necesario recobrar la sensatez. Cabe preguntarse si no se debiera promover que tenga crías, para distribuirlas entre gobernadores y legisladores y los ayuden a que en un sobrehumano esfuerzo, finalmente definan políticas de Estado eficaces y permanentes en el tiempo que permitan avizorar un futuro esperanzador. El problema es definir a quien se elegiría para intentar la cruza. No te escapes Balcarce!!! 

Buenos Aires, 13 de julio 2018

jueves, 5 de julio de 2018

FÙTBOL, POLÌTICA Y PERIODISMO

El fútbol es un medio invalorable para que los argentinos comprendan de modo práctico y eficaz el funcionamiento político y a sus actores. Interesa a vastas y diversas franjas socioeconómicas y culturales del país, razonablemente informadas para opinar sobre jugadores, tácticas, negocios y corrupciones. Esta transversalidad elude engorrosos debates ideológicos, y transparenta dirigencias en la que conviven políticos, empresarios, banqueros, sindicalistas, jueces, y de ser necesario, barras bravas como grupos de persuasión. Pícaramente, el enorme negocio del fútbol profesional se continúa manejando bajo la idealista figura de “entidades sin fines de lucro”, a la manera de los antaño pioneros clubes de barrio, en el que fundadores, dirigentes y allegados ponían plata de su bolsillo para sostenerlos y engrandecerlos. Actualmente, el crecimiento exponencial del negocio debido al desarrollo de los medios de comunicación globalizados, continúa usufructuando las emociones de hinchas y simpatizantes, bajo un falso barniz social o amateur. Sorprendentemente, la mujer aún no ha reclamado igualdad de oportunidades para participar en los niveles de conducción institucional. 

En pleno desarrollo del campeonato mundial, es importante destacar el rol del periodismo en este juego de intereses, como intermediario imprescindible entre el producto (fútbol), y el consumidor (hincha/espectador). Sus mensajes no se apartan de una vernácula adaptabilidad demagógica y oportunista que caracteriza habitualmente al discurso político, entre otras actividades. El filósofo Tomás Abraham, futbolero reconocido, en una reciente conferencia citó a Dante Panzeri, famoso e influyente periodista deportivo de la década del 60. En agosto de 1956 se realizó en la cancha de San Lorenzo un partido amisto en el cual la selección Argentina derrotó a Checoslovaquia por 1 a 0. El periodista, que describió al fútbol checo como mecanizado y aburrido, se preguntó: “Quiénes son y quiénes fueron los maestros del arte de engañar con una pelota en los pies?: los más pícaros!! El fútbol es juego de pícaros”. Veintidós meses más tarde en el mundial de Suecia de 1958, se produjo la recordada derrota de Argentina ante Checoslovaquia por 6 a 1. Impertérrito, opinó Panzeri: “El mito de que somos los mejores del mundo ha caducado. Es evidente nuestro estancamiento ante un fútbol cada vez más rápido y más táctico”. Si no se hubiera dedicado exclusivamente al periodismo deportivo, hubiera merecido el galardón al político del año. 

Décadas más tarde, ya sin amateurismo, los roles del periodismo especializado (o no tanto), dejó de ser tan librepensador. Sus opiniones pueden ser independientes y basadas en convicciones, o bien responder a líneas editoriales bajadas por luchas de poder económico y político. Estas últimas, cuando son sostenidas por el Estado son más detectables, por repetir mensajes unívocos indisimulados, mientras sus portavoces “revolucionarios” de ocasión, son excelentemente remunerados con recursos públicos. Pero cuando las polémicas responden a grupos privados con intereses contrapuestos, el objetivo unívoco se enmascara tras supuestos debates ardorosos, en los que nada es casual. A la mencionada idiosincrasia vernácula de juicios fluctuantes y oportunistas reflejada en la anécdota de Panzeri, se le incorporó un manejo de la opinión pública de manual, basado en trascendidos nada inocentes, tales como “me dijo un conocido dirigente, alguien me contó que…”. En este juego no hay “grietas” políticas, porque no hay inocentes ni ingenuos. Diría Clinton: “la puja es por mucho poder y dinero, estúpido”. 

Dos aspectos a destacar. Uno fué la viralización de la comunicación de Maradona desde Rusia con su mujer, en la que menciona que se reunió con dos personas que querían echar al presidente de la AFA Tapia, enviadas por el ex futbolista Ruggeri, pero que él no es comprable. Hasta la fecha ningún periodista dio la única información que clarificaría el origen de la supuesta operación: quienes eran esas dos personas. El otro aspecto consiste en prestar atención a los zócalos con mensajes breves puestos al pie de la pantalla de televisión durante los debates. Cumplen el rol que tanto preocupa a los políticos: las tapas de los diarios. 

Seguir este juego comunicacional de intereses institucionales deportivos, nos permitirá un excelente aprendizaje práctico de puja de millonarios intereses ante la opinión pública. Muchas opiniones, con pocos datos fehacientes. 

Buenos Aires, 05 de julio de 2018