El título no significa que las reflexiones
políticas hayan mutado al campo de la religiosidad, más allá que los gobiernos
con “líderes excluyentes” tienen alguna semejanza en la relación “del salvador”
con las masas, pero con una limitante insalvable: la mortalidad. Sin embargo
conductas cada vez más repetidas entre nuestra clase política y dirigente,
recuerdan la doctrina religiosa y filosófica relacionada con la comunicación
directa entre el hombre y la divinidad a través de la intuición o el éxtasis:
el misticismo.
El misticismo podría explicar el recurrente
fenómeno de políticos y dirigentes que aplauden con fervor determinados
discursos y decisiones políticas presidenciales, y al poco tiempo muestran el
mismo entusiasmo aprobatorio ante decisiones opuestas a las que adhirieron, en
forma inmediata y simultánea con el anuncio, como si algún profeta hubiera
bajado del monte con el nuevo mensaje divino. Aclaremos que éste éxtasis se
refiere a políticos, empresarios y gremialistas que han mantenido vigencia
política con los recursos del Estado, como mínimo en las dos últimas décadas.
No comprende a los millones de ciudadanos que independientemente de sus
ideologías y posturas oficialistas u opositoras, por carecer de privilegios basan
en su trabajo las expectativas de lograr
una mejor calidad de vida, a los que los políticos suelen llamar “ciudadanos
comunes”.
La rápida sucesión de los fenómenos místicos
no reconoce antecedentes en la antigüedad. En cuestión de pocos meses YPF pasó
de ser un ejemplo de inversión y descubridor de nuevos yacimientos, a una
empresa vaciada; el empresario Esquenazzi, de ser un ejemplo de capital
nacional y experto en “mercado regulados”, a ser deudor del hombre más rico del
mundo, Carlos Slim, y del banco Santander Río, que sin desearlo se hicieron de
sus acciones ante la falta de pago de los créditos que le otorgaran; se pasó en
un día del libre accceso a la compra de dólares, a promover la inmediata pesificación
de la economía, con expiaciones ante la
lujuria cambiaria propuesta por el discípulo Victor Hugo Morales, tales como que
los fieles transformaran perentoriamente sus dólares en pesos, bajo la amenaza
de ser castigados por varias plagas (en este punto fracasó, porque los
argentinos son expertos en soportar plagas); legisladores que unánimemente aumentaron
sus dietas en más del 100 % en diciembre pasado, meses más tarde en estado de
éxtasis aplauden la decisión del Ejecutivo de no aumentar en un 30 o 40 % el mínimo imponible
aplicado a los salarios; quienes destacaban a Moyano como ejemplar gremialista
defensor del modelo hace unos meses, lo acusan en la actualidad de ser un
patotero que coacciona a la sociedad con huelgas injustificadas.
El contexto místico también recrea la eterna
lucha entre el bien y el mal, pero con una curiosidad vernácula que está
mereciendo un profundo estudio de los exégetas, especialistas en la
interpretación de textos sagrados: los que luchan por el bien hoy se pasan al
mal mañana, y viceversa, lo que está generando en la sociedad argentina una
fuerte propensión al ateísmo. Esta transmutación da lugar que ante las
permanentes acusaciones de acciones golpistas, destituyentes, conspirativas y
desestabilizadoras que se cruzan nuestros “demócratas” políticos, no pueda
determinarse quien es el bueno y quien es el malo, con excepción del comandante
Magnetto, jefe de la organización maligna llamada “la Corpo ”. Esta rareza nos
lleva a plantear una hipótesis: si la lucha entre el bien y el mal que se
quiere instalar en la sociedad en realidad no existe, y solo pretende ocultar
sutilmente un acuerdo entre Dios y Satanás para gobernar a los argentinos,
disfrazado de oficialista uno, y de opositor el otro?
Para profundizar esta hipótesis, hagamos el
ejercicio de comparar opciones que el ámbito político presenta a la sociedad
como contrapuestas, poniendo nombres y apellidos. El método propuesto permite
la inclusión de otros nombres, con la sola condición de que no se evalúen sus imágenes, sean buenas o malas,
sino el convencimiento que tenga el que intente la experimentación, de que las
opciones elegidas pueden representar una nueva política. Comencemos.
Prefiere a Moyano y Barrionuevo o a Lescano,
Gerardo Martínez y Cavallieri para conducir a la CGT ? (el taxista Viviani puede ser usado como
comodín). Prefiere a la CTA
de Pablo Michelli o a la de Hugo Yasky? Prefiere a Ignacio de Mendiguren como
ministro de Duhalde o como actual presidente de la Unión Industrial Argentina?
Prefiere a los jueces federales Oyarbide, Bonadío, Canicoba Corral y Servini de
Cubría investigando delitos contra el Estado en la época menemista, o en la kirchnerista?
Prefiere la reelección presidencial de Cristina Kirchner o la elección de
Daniel Scioli? Prefiere las conductas de Carlos Alvarez, Nilda Garré, Débora
Giorgi, Diana Conti, Roberto Feletti y Abel Fatala en el gobierno de la Alianza , o en el actual?
Prefiere a Alberto Fernández como adherente o como opositor del “modelo K”?
Prefiere a Julio Cobos como radical puro gobernando Mendoza o como radical K siendo
vicepresidente de la Nación ?
En la interna radical de la provincia de Buenos Aires prefiere la lista de
Ricardo Alfonsín y Gustavo Posse o la de Leopoldo Moreau y Federico Storani? Prefiere
un proyecto político encabezado por Cristina Kirchner, Daniel Scioli y Hugo
Moyano, o por Daniel Scioli, Hugo Moyano, Mauricio Macri y Francisco De
Narváez? Prefiere a Francisco De Narváez como duro crítico de Scioli en el 2010,
o buscando una alianza con Scioli en el 2012? Prefiere a Osvaldo Cornide como
presidente de la CAME
adhiriendo a la política de Menem, o en
la actualidad con el mismo cargo adhiriendo a la política de Kirchner? Prefiere
a radicales y socialistas apoyando al gobierno y votando en contra de sus leyes
en el Congreso, o criticando al gobierno y votando a favor? Prefiere que las viviendas sociales las
ejecuten los gobiernos provinciales con corrupción, o Hebe de Bonafini y
Milagro Sala con corrupción?
Las combinaciones entre políticos,
empresarios, gremialistas y jueces con plena vigencia en los últimos veinte
años pueden ser infinitas. Observando
ésta continuidad de actores que marcan el destino político de un país, y para
cerrar la metáfora místico-religiosa, podemos presuponer que en el campo
político la sociedad continúa esperando al Mesías.