jueves, 30 de mayo de 2013

ELECCIONES LEGISLATIVAS DE OCTUBRE: NEGACIÓN DE LA ESPERANZA

Desde el retorno de la democracia en 1983, no existió una votación nacional en la que el ciudadano deba afrontar tal ausencia de compromisos políticos partidarios y marcos referenciales informativos e institucionales para decidir su voto con responsabilidad y esperanza de un futuro mejor, como la que se realizará en octubre próximo. Llegar a este extremo no es culpa exclusiva del oficialismo, sino también se contó con el necesario aporte de las supuestas oposiciones.

Previo a intentar fundamentar este diagnóstico es oportuno explicitar un convencimiento, dado que no puede pretenderse reflexionar sobre la realidad política a partir de una asepsia ideológica o una capacidad de análisis inmaculada, como base para desentrañar los variados mensajes que distintos actores políticos pretenden imponernos. Todo intento de perpetuación en el poder, cualquiera fuese el sistema político vigente, lleva ineludiblemente a desvirtuaciones de la voluntad popular, personalismos paternalistas en el ejercicio del gobierno, patéticos cultos a la personalidad del líder, e inevitablemente, a niveles de corrupción en el manejo de los fondos públicos mayores que lo habitual.

Dicho esto, parecería ser que más que una elección legislativa, en octubre próximo se realizará un referéndum respecto a la posibilidad de una reforma constitucional que habilite una nueva reelección de la actual Presidente. Nada nuevo respecto a lo que reiteradamente viene sucediendo en nuestro país, tanto a nivel nacional como provincial. Recordemos sin ir más lejos, la última reforma contra reloj en la provincia de San Juan para posibilitar la reelección del actual gobernador Gioja, que entre paréntesis le ocasionó una pelea con su hermano, que entendía que era su turno para disponer del juguete provincial. Surge entonces la primera duda: la no reelección solo a nivel nacional es principista o simplemente oportunista?

No es una duda cínica ni menor. Si es oportunista ningún supuesto opositor nos asegura que cambie su compromiso ante la ciudadanía, y vote una reforma constitucional en el marco de “un gran acuerdo para mejorar las instituciones democráticas”. De hecho sucedió con la reforma constitucional de 1994, que para cumplimentar el objetivo de fondo que era la reelección del en ese entonces presidente Carlos Menen, y más allá de buenas intenciones de muchos constituyentes, la mayoría de los grandes objetivos proclamados quedaron posteriormente desvirtuados por los propios actores de la reforma, incumpliendo con la aprobación de un nuevo régimen de coparticipación federal; acotando severamente la autonomía del gobierno de la ciudad de Buenos Aires; transformando al Jefe de Gabinete como nexo entre Gobierno y legisladores en una mera figura decorativa; burocratizando al Consejo de la Magistratura para continuar manipulando la designación de jueces federales, especialmente del fuero penal, y muchos ejemplos más.

Para peor, a diferencia de 1994, existe hoy el agravante de la ausencia de partidos políticos, por lo que no hay ejercicio político concreto de la ciudadanía entendida como inquietud cívica ejercida conjuntamente con sus tareas laborales habituales, sin tener necesidad de vivir de la política o ser adherentes rentados al poder de turno.  No es casual entonces que los candidatos sean sin excepción los mismos de los últimos años, queriendo permanecer los legisladores actuales a los que se les vence el mandato, y retornar los circunstancialmente ausentes en el último período legislativo.

La diferencia esencial entre oficialismo y supuestos opositores es que el gobierno tiene una figura presidencial excluyente y aglutinadora, contando para ello con los recursos públicos para contener a los adherentes acostumbrados a subsistir bajo el calor de los poderes de turno. En octubre los ciudadanos no tendrán propuestas. El oficialismo señalará que se plesbicitará “el modelo”, pese a que sus sostenes iniciales como el superávit fiscal y comercial ya no existen; las decisiones e implementaciones económicas son cada vez más cambiantes y limitadas en el tiempo, y los niveles de corrupción exceden largamente a las campañas periodísticas supuestamente desestabilizadoras.

Por su parte, los circunstanciales opositores se autoproclamarán defensores fervorosos de la Constitución; adalides en la defensa de la República, y quejosos del nivel de confrontación del Gobierno, sin explicar porque ellos, amantes del diálogo fructífero, no son capaces de conformar acuerdos basados en políticas trascendentes para la sociedad y avalarlas legislativamente, sin poner como condición ineludible para el diálogo ser candidatos. Menos aún pueden explicitar como pueden asegurar a la ciudadanía el cumplimiento de sus trascendentes compromisos, sin siquiera tener cada uno de ellos partido definido; equipos de trabajo conocidos; una sede a la que se pueda concurrir a informarse y  participar, o un simple mail de contacto.

Los ciudadanos tendremos que comenzar a reflexionar, más allá de adhesiones políticas o ideologías, sobre formas de participación política ciudadana más activas, ordenadas y permanentes, tendientes a mejorar sensiblemente el sistema institucional de representación, y no ser furgones de cola en el tren de las falsas opciones o fulgurantes promesas. 

miércoles, 22 de mayo de 2013

CUANDO CLARÍN Y PÁGINA 12 COINCIDEN (parte II)


En la última reflexión señalábamos la importancia que tiene el periodismo para exponer la corrupción de funcionarios públicos y sectores privados asociados, aspecto relevante para entender los recurrentes debates entre poderes políticos y medios de comunicación por las limitaciones expresas o sutiles a la que se desea someter a la declamada libertad de expresión. Ello no implica desconocer que los medios de comunicación, que tienen la capacidad de generar “climas sociales”, en su diversidad empresarial e ideológica responden también a intereses particulares diversos. Las herramientas utilizadas abarcan un amplio espectro, que va desde la verdad al engaño, o lo más usual, el empleo de verdades a medias. Esta dicotomía los regimenes dictatoriales la resuelven fácilmente: los medios opositores se prohiben; expropian o ahogan financieramente. En los regimenes democráticos es el ciudadano receptor de mensajes el que tiene que aprender a detectar lo convincente de lo falaz; lo principista de lo obsecuente; la realidad del falseamiento. 

Analizado el cúmulo de información desde esta perspectiva, nos encontraremos quizás con sorpresa, que medios contrapuestos como Clarín y Página 12 coincidieron en que existe una enorme corrupción; solo difirieron en los ejemplos elegidos para sustentar su opinión. Por ello nos formulamos una pregunta: existen instancias institucionales, además de las periodísticas y judiciales, a las que la sociedad paga y sostiene para que actúen como control del Ejecutivo en defensa del interés común y no lo hacen? Existen, y son el Poder Legislativo y los organismos estatales de control. Que además, a diferencia del periodismo, que se debe manejar a través de difíciles trabajos de investigación; variadas fuentes documentales y testeos de veracidad, cuentan con todas las atribuciones legales y medios materiales para evitar irregularidades administrativas o defraudaciones al erario público. 

El Poder Legislativo, que congrega de por sí la diversidad política de todo el territorio nacional, tiene dos funciones: una de naturaleza legislativa (redactar leyes); y otra de carácter parlamentaria (ejercer control sobre los actos del Poder Ejecutivo). En este último caso, el Artículo 85 de la Constitución Nacional señala que deberá realizar el control externo del sector público nacional en sus aspectos patrimoniales, económicos, financieros y operativos, trabajando en coordinación con la Auditoría General de la Nación, que debe ser encabezada por un representante del partido opositor mayoritario. La realidad indica que el Poder Legislativo no legisla (la enorme mayoría de leyes las redacta el Poder Ejecutivo), ni ejerce la tarea de control fundamentalmente patrimonial, que da lugar a la corrupción, pese a que es su obligación. Por controlarse al Poder Ejecutivo, obviamente la responsabilidad mayor recae en las minorías opositoras, por lo que el problema no es de número, sino de actitud. Si existen dudas, recordar las actuaciones de legisladores como Alfredo Palacios o Lisandro de la Torre, entre muchos otros dignos ejemplos. 

Esto explica porque los casos de corrupción se explicitan casi exclusivamente a través de niveles periodísticos, a quienes acuden además quienes proveen documentación, dado que no confían en los legisladores. Estos recién actúan una vez instalada la denuncia, y en el colmo del absurdo, realizan réplicas mediáticas ante la justicia basadas en las mismas denuncias periodísticas. Para que exista gran corrupción en un gobierno e impunidad, tiene que haber gran complacencia de la oposición. 

A su vez existen organismos administrativos de control dentro del Estado con distintos niveles de supuesta autonomía, que evidentemente no cumplen con su tarea, pese a que ineludiblemente, según el aspecto que se trate, cuentan o deberían contar con toda la documentación necesaria, ya no informal, sino oficial, la que debieran aportar a la justicia. Vista la ineficacia de estos organismos en el control de desvíos de fondos públicos, cuando no ocultamiento de pruebas de ilícitos y protección de los responsables, es oportuno recordarlos.

1.- Auditoría General de la Nación (AGN). Encabezada por el radical Leandro Despouy, es un organismo autárquico que asiste al Congreso técnicamente en el control contable, legal y de gestión de las cuentas del sector público, actuando como fiscalizador y auditor. 
2.-Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Organismo autárquico conducida por Ricardo Echegaray, dependiente del Ministerio de Economía, encargado de la recaudación y fiscalización de las rentas e impuestos nacionales.
3.- Unidad de Información Financiera (UIP). A cargo de José Sbatella, se desempeña con autarquía en el área del Ministerio de Justicia, y tiene como principal misión combatir el encubrimiento y lavado de activos de origen delictivo.
4.- Sindicatura General de la Nación (SIGEN). Con Daniel Reposo como máximo responsable, depende de la Presidencia de la Nación, y tiene como función la de dictar y aplicar normas de control interno de los recursos públicos, debiendo actuar en coordinación con la Auditoría General que encabeza Despouy.
5.- Inspección General de Justicia (IGJ). A cargo de Luis Tailhade, depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, y  debe autorizar y fiscalizar a las sociedades comerciales nacionales y extranjeras; asociaciones civiles y fundaciones, que se constituyan en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires.
6.- Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA). A cargo de Guillermo Noailles, depende de la Procuración General de la Nación, y es la encargada de investigar hechos de corrupción e irregularidades administrativas cometidos por funcionarios y agentes de la administración pública nacional.

Dos aspectos a destacar:
1) Ninguno de los organismos es independiente y actúa con autarquía, sino por el contrario, tienen una directa y determinante dependencia del Poder Ejecutivo, y en el caso de la Auditoría General, del Legislativo.
2) De actuar conforme a sus obligaciones cada uno de los organismos, las condiciones de culpabilidad o inocencia de funcionarios y empresarios acusados de corrupción se establecerían en muy corto plazo, mas allá de polémicas periodísticas, pues poseen las documentaciones legales y oficiales que determinan la validez de las pruebas, que enviadas a la justicia, avalarán culpabilidades o inocencias.

Esto no sucede, lo que permite que la corrupción se enmascare en polémicas públicas y mediáticas, que concluyen en impunidad. Eso sí, nadie duda de que los enriquecimientos de funcionarios públicos es indisimulable.



miércoles, 15 de mayo de 2013

CUANDO CLARÍN Y PÁGINA 12 COINCIDEN (parte I)


La demanda de libertad de expresión, que asombrosamente a 30 años de instalado el sistema democrático de gobierno provoca hoy acalorados debates y acusaciones entre sectores políticos y empresariales, es condición necesaria para posibilitar lo esencial que permita que la sociedad esté adecuadamente informada y cada ciudadano posea su propia opinión: que exista diversidad de medios que canalicen y publiciten las informaciones y opiniones.  Tamaña responsabilidad comunicacional se enriquece con las diferencias ideológicas, pero también incluye inevitablemente intereses sectoriales, económicos y aún personales.

Por ello instalar el debate en términos de grupos monopólicos, golpes destituyentes o sectores antidemocráticos, no solo es degradante sino falaz. Las libertades no pueden ser conculcadas, limitadas o reguladas en aras de proteger a la sociedad de empresarios y/o periodistas corruptos, que sin duda existen y siempre existirán. El verdadero origen de éstas tensiones entre sectores públicos y privados no solo se dan en nuestro país sino en otras sociedades, por una razón básica: mientras el Estado cuenta prácticamente con todos los instrumentos para actuar e incidir en distintos sectores de la sociedad y publicitarlo acorde su interés político (el Estado nos representa a todos), usualmente son los medios de comunicación quienes transmiten a los pueblos aspectos del manejo de gobiernos u empresas, que por diversas razones éstos desean ocultar. En este complicado juego de intereses, cuando algunos de dichos sectores pretende convertirse en salvaguarda de las libertades y salud mental de los ciudadanos, acallando las voces supuestamente conspiradoras, más allá del ropaje que se utilice, inevitablemente se caerá en una dictadura.

La diversidad de expresiones permite cotejarlas, balanceando la utilización habitual de una ley básica de la propaganda política, que entre otras, fuera admirablemente analizada por el intelectual francés Jean-Marie Domenach en 1950, que dirigiera en París un Centro de Formación de Periodistas: la regla de la Exageración y Desfiguración, usada corrientemente por la prensa partidista o sectorial, ya sea pública o privada, consistente en la exageración de las noticias, haciendo resaltar todas las informaciones que sean favorables o desfavorables según el objetivo buscado. Otra de las reglas de la propaganda llamada de Unanimidad y Contagio, basada en la presión que la opinión del grupo ejerce sobre la individual, plantea el problema de cómo trasladar la información a las masas. Para resolverlo se aplicó el principio que el nivel intelectual del mensaje masivo deberá ser tanto más bajo cuanto más grande sea la cantidad de personas a convencer. No sorprende entonces la utilización permanente en las propagandas de mensajes breves y contundentes que nada informan: “Este es el mejor gobierno de la historia”; “Existen grupos económicos destituyentes”; “Nos combaten sectores antidemocráticos”; “Argentina, país de buena gente”. Un buen ejemplo de esta brevedad que no enriquece, es la reciente y conocida propaganda con fuerte contenido subliminal: “Ella o vos”, que en realidad significa “Ella o yo”. Más importante para la sociedad, de aplicación para todos los candidatos en la próxima elección, sería plantear “porqué yo?”, y sustentarlo.

Ante este panorama de la comunicación de masas, que si bien es cada vez más sofisticado por los avances tecnológicos, mantiene principios de propaganda política que no se apartan de los desarrollados durante la Segunda Guerra Mundial, cabe preguntarse qué hacer para formarnos opinión ante supuestas verdades o falsedades, o posibles acciones de propaganda o contrapropaganda. Una respuesta es comparar informaciones opuestas o contradictorias, completarlas en lo posible con datos adicionales, razonar, y finalmente optar. A este libre albedrío temen no solo las dictaduras, sino también los gobiernos con baja calidad democrática. Pero surge la duda: este planteo teórico es fácil expresarlo pero difícil aplicarlo?

Valga como ejercicio una reciente coincidencia, posiblemente no deseada, entre dos medios situados en las antípodas editoriales y políticas: Clarín y Página 12.  Es conocido el impacto que produjo en la opinión pública las denuncias del periodista Jorge Lanata respecto a los enormes enriquecimientos patrimoniales que en menos de una década tuvieron distintos empresarios y funcionarios relacionados directamente con el gobierno, uno de cuyos exponentes fue el empresario patagónico Lázaro Báez. Como es habitual, se generaron desde otros sectores públicos y privados estrategias para minimizar la seriedad de las denuncias.

El periódico Página 12 reactualizó el caso del ex empleado del banco JP Morgan, Hernán Arbizu, que administraba activos de clientes de Argentina y Chile, y se encuentra prófugo de la justicia de Estados Unidos por robo de dinero de algunos de ellos. Instalado en nuestro país, denunció hace 5 años en carácter de “arrepentido” a varias empresas argentinas, entre ellas Clarín, por evasión a través de dicho Banco. Arbizu fue recientemente invitado a programas televisivos, y la dra. Gils Carbó señaló que esta causa se encuentra paralizada en el Juzgado Criminal y Correccional Nº 12 a cargo del Juez Federal Sergio Torres, en cuyo expediente también está como fiscal al dr. Marijuan, al que se quiere apartar del caso Lázaro Báez.

Analizadas las informaciones que brindan ambos medios periodísticos, se concluye que existe total coincidencia entre ellos en lo que realmente le importa a la sociedad: que el traslado de fondos públicos a funcionarios y sectores privados a través de la corrupción, y el manejo de la justicia del fuero federal penal, llegó a límites insostenibles. Cabe recordar que uno de los directivos de Página 12, dr. Horacio Verbitsky, fue autor de uno de los mejores trabajos de investigación respecto al fenómeno de la corrupción del Estado, que plasmara en su libro publicado en 1991 titulado “Robo para la corona”, en base a una frase atribuída al Ministro del Interior de Carlos Menem, José Luis Manzano, hoy empresario de multimedios.

Destacada la importancia de los medios de comunicación en exponer a la consideración pública acciones y/o negociados que funcionarios públicos y empresarios privados desean ocultar, aún cuando dichas denuncias coexistan con intereses particulares (de hecho la presente reflexión lo explicita), cabe ahora preguntarse: existen instancias no periodísticas sino institucionales, a las que la sociedad paga para que actúen como control en defensa del interés común y no lo hacen? Pensémoslo.

jueves, 9 de mayo de 2013

COLAPSO JUDICIAL - AGENDA MAYO 2013


Se resume en la presente agenda mensual el seguimiento rutinario de casos judiciales de corrupción sustanciados por la justicia federal penal, que involucran a funcionarios públicos y empresarios privados con enriquecimientos ilícitos a costa de fondos del Estado. Conocer el avance de las distintas causas, muchas de ellas originadas años atrás, nos ilustrará sobre los verdaderos objetivos de la mal llamada democratización de la justicia.

1.- Causa de lavado de dinero a través de una estructura encabezada por el grupo empresarial de Lázaro Báez
La investigación está a cargo de Sebastián Casanello, responsable del Juzgado Federal Nº 7, y el fiscal Guillermo Marijuán. Inicialmente cabe formular tres comentarios: 1) el crecimiento económico exponencial del empresario Báez por sus contactos con la política es largamente conocido, y motivó denuncias y acusaciones de sectores políticos y periodísticos en los últimos años. Pero se lo debe evaluar solo como un emergente de una enorme trama de complicidades para lucrar con fondos públicos. 2) El primer síntoma en el accionar judicial fue el de haber evitado acusar al empresario, y demorar el allanamiento de la financiera sindicada como intermediaria de las operaciones, ubicada en Madero Center. 3) El fiscal Marijuán esta actuando con tal celeridad, que hace suponer que a la brevedad será apartado de la causa, como sucediera con el fiscal Rívolo en el caso Ciccone.

2.- Tragedia del ferrocarril Sarmiento en estación Once en febrero de 2012
El juez Claudio Bonadío elevó la causa a juicio oral y público el pasado 16 de enero, sin procesamientos al ministro responsable del área, ni gremialistas mencionados por el propio Bonadío como partícipes necesarios, dado que no podían desconocer las falencias del servicio. Se está a la espera de fijación del inicio del juicio oral, que llevará a cabo el Tribunal Oral Federal Nº 1, integrado por Oscar Amirante; Adrián Grunberg y Pablo Laufer.

3.- Coimas pagadas a senadores en el año 2000 para aprobar leyes laborales
El juicio oral se tramita en el Tribunal Oral Federal Nº 3 integrado por los jueces Guillermo Gordo, Miguel Pons y Eduardo Larrembere. Como era de preverse, las declaraciones del ex presidente y actual funcionario de gobierno Carlos Alvarez, alias “Chacho”, que presidiera el Senado al momento del pago de las supuestas coimas, nada aportaron al esclarecimiento del hecho. Solo resta esperar las declaraciones de los ex titulares de la SIDE Carlos Sergnese y Carlos Becerra, como las de el actual titular Icazuriaga y otros agentes de la Secretaría de Inteligencia, a quienes la presidente Cristina Kirchner relevó mediante decreto de la obligación de guardar secreto para que puedan declarar como testigos en el juicio. Es de suponer que no aportarán elementos probatorios concretos, por lo que el caso presentado durante más de una década como un hecho emblemático de corrupción concluirá con sobreseimientos generalizados. Demás está decir que ello no implica que las coimas no hayan existido.

4.- Defraudación de fondos públicos entregados a la Fundación Sueños Compartidos para construir viviendas de interés social
Transcurridos más de dos años del inicio de la instrucción, y mas allá de las recurrentes detenciones y liberaciones de Sergio Schoklender y su grupo, en los que concentró la investigación casi en exclusividad, el juez Norberto Oyarbide aún no elevó la causa a juicio oral y público, por lo que se aleja la posibilidad de que el Estado recupere el dinero público apropiado por integrantes de la Fundación. Tampoco el titular de la Auditoría General de la Nación Leandro Despouy, a más de diez meses de solicitada por el juez Martínez de Giorgi, presentó la auditoría sobre la ruta de los 765 millones de pesos entregados por el Estado nacional a la Fundación para construir viviendas, gran parte de ellos licuados por la corrupción. 

5.- Detención del Jefe de Policía de Santa Fe acusado de mantener contactos con el narcotráfico
Luego del alienado cruce de acusaciones entre el gobernador Bonfatti, el candidato presidencial Binner y el diputado nacional Agustín Rossi, en relación al negocio de las drogas en la provincia, el máximo responsable nacional en la lucha contra el narcotráfico Rafael Bielsa, a cargo en ese entonces del organismo Sedronar, fue designado por el empresario Eurnekián director de Aeropuertos Argentina 2000. Ello confirma que la multiplicidad de conocimientos por parte de los políticos nacionales es inagotable.

El seguimiento regular de distintos casos de corrupción a manera de agenda, permitirá comprobar que contra lo que intencionadamente se transmite a la sociedad, no es difícil ni complejo obtener pruebas de los delitos económicos contra el Estado. Lo grave es que una vez obtenidas, las pruebas se neutralizan, diluyen y/o desaparecen en las reparticiones judiciales y administrativas del propio Estado, concluyendo las causas en escandalosos sobreseimientos generalizados, o bien, de no ser posibles, las actuaciones se prolongan hasta que operen las prescripciones.