El cierre de listas el
sábado 22 de junio, que por sus
infinitas combinaciones políticas denominamos “juego del scrabble”, definió a
los precandidatos a senadores y diputados nacionales de las diversas
agrupaciones que competirán en las primarias (anteriormente llamadas internas) del
11 de agosto, para determinar finalmente quienes se presentarán en la elección
nacional del 27 de octubre próximo. Esta instancia invita a formular reflexiones de corto plazo
(hasta la elección de octubre), para en otra reflexión posterior esbozar
hipótesis respecto al mediano plazo (recambio presidencial en el año 2015).
En primer término se
destaca una alta dosis de pesimismo, vista la reiteración de vicios políticos
producto de la primacía casi excluyente de intereses personales y aún
familiares, con vergonzantes nepotismos, por sobre la instalación de
agrupaciones coherentes, equipos de trabajo idóneos, y una razonable renovación
de actores políticos. El verdadero aquelarre dialéctico que caracterizó la
etapa de negociaciones entre sectores, y al que sin duda se someterá a la
ciudadanía durante la campaña electoral, nos exige cada vez más formarnos en la
técnica de los discursos para detectar su consistencia y validez, y aprender a
formular sin timidez pero con responsabilidad discursos propios, que
trasladados a consensos con intereses verdaderamente comunes, marquen rumbos en
el país. El fenómeno de las movilizaciones sociales genuinas y respetuosas de
los últimos meses, serán a futuro un instrumento cada vez más importante, hasta que se reconstituyan los partidos
políticos como intermediadores institucionales permanentes entre la ciudadanía
y sus representantes. Esta posibilidad es la que nos permite, pasado el
escepticismo inicial, conjeturar el mediano plazo con entusiasmo y esperanza.
El cierre de listas
reiteró la pobreza de representación política que generó la crisis del 2001: no
existen partidos políticos estables con extensión nacional, y la conformación
de la listas semejan más al cierre de libro de pases en el mercado del fútbol
que a la capacidad personal congregada bajo el paragûas de coincidencias
programáticas. En ésta etapa todo se resumió lisa y llanamente a cruzar ofertas
entre distintas agrupaciones, aceptando muchos políticos la que le ofrecía
mejor posición en las listas. Una vez cerradas, se efectuaba la presentación en
sociedad de sus integrantes: “yo soy la pata radical”; “yo vengo de la
Coalición Cívica porque encontré un proyecto que me contiene”; “yo soy
empresario y lobbista, pero con sensibilidad social”; “yo soy la esposa del
candidato”. Parece una ironía, pero lamentablemente no lo es.
Pretenden renovar sus
cargos los mismos políticos de siempre, que prometen hacer en los próximos
cuatro años lo que no hicieron en los últimos cuatro. El maquillaje se completa
con árbitros de fútbol; artistas; deportistas, o quien habitualmente aparezca
en televisión, sin que a los invitados se les indique previamente que ideas o
proyectos deberán promover. Finalmente lo más dramático: en las próximas
internas abiertas nadie quiere ir a internas. Cada uno armó su agrupación, que
por cábala no llaman alianza, como si el cambio de nombre borrara la realidad.
El peronismo de la provincia de Buenos Aires llegó al paroxismo: se presentan
el Frente Para la Victoria (oficialismo); Frente Renovador (Massa), y Unión por
la Libertad y el Trabajo (De Narváez), pero una vez más, no el Partido
Justicialista. Cabe preguntarse, humilla a los candidatos integrarlo?
La única experiencia
alentadora lo propone la nueva sigla UNEN en Capital Federal, que lleva a la
práctica la interna congregando para senadores y diputados a figuras como
Terragno; Prat Gay; Solanas; Carrió; Gil Lavedra y Loustau, entre otros, permitiendo
que sea el ciudadano quien defina la ubicación en las listas. No es la solución
óptima para conformar un partido coherente, en donde alguno de sus integrantes
como Pino Solanas, manifiestamente no se siente cómodo. Pero que hayan
domesticado sus egos para someterse a la consideración ciudadana ya es un
éxito.
Preocupa lo
contradictorio de los mensajes. Se habla de consensuar y dialogar, y se
presentan un sinnúmero de agrupaciones, muchas de ellas con dudosa legitimidad
de acuerdo a los requisitos legales establecidos por la ley de partidos
políticos. Se habla de representar proyectos de cambio, y no existe una sola
agrupación que los publiciten, si realmente existen, por Internet u otro medio
de acceso público. Ello incluye al Gobierno; en la última elección a escasos
días de conocerse el triunfo de la Presidente, se implementó el cepo al dólar.
Que decisiones se adoptarán luego del 27 de octubre próximo, que no se desea que el ciudadano conozca hoy?
Decía Maquiavelo hace
más de 500 años: “Los hombres, en general, juzgan más con los ojos que con las
manos, porque todos pueden ver, pero pocos tocar. Todos ven lo que pareces ser,
pero pocos saben lo que eres”. En nuestra política comenzamos a saber quién es
quién, sin necesidad de tocar.