El título pareciera claramente contradictorio, falaz. Pero no lo es. “Trabajo” define la ejecución de tareas que exigen esfuerzo físico y/o mental para producir bienes y servicios. Si bien el concepto no discrimina entre público y privado, dichos sectores se suelen cuantificar separadamente. Al momento de afrontar nuestras recurrentes crisis económicas, para disminuir déficits fiscales y aumentar la capacidad productiva se plantea exceso de empleo público, y un deseable incremento de empleo privado. Pero la realidad indica que el perjuicio fiscal puede originarse tanto en el sector público como el privado. En la última década inclusive, fue más perjudicial la creación de puestos de trabajo supuestamente privados, que en realidad encubrían enormes negociados entre funcionarios públicos, empresarios sin capital de riesgo y gremialistas, aunados en utilizar a miles de trabajadores bajo el subterfugio de “crear fuentes de trabajo”, transformando a las empresas en inviables para que una vez vaciadas, sea el Estado el que asuma en exclusividad los quebrantos y costos del desempleo.
Este fenómeno repetido, sorprendentemente ha sido obviado por la clase política en su conjunto, y que en algunos casos participa del juego saturando cargos públicos innecesarios con familiares y amigos, pagados por la sociedad en su conjunto. Un punto de referencia para entender esta matriz destructiva de la economía de un país, es la quiebra y liquidación del Banco Nacional de Desarrollo (BANADE) en 1993, con una pérdida de 5.700 millones de dólares. Nada cambió desde entonces: créditos irrecuperables otorgados a empresarios amigos por bancos oficiales nacionales y provinciales; subsidios estatales a pérdida “para promover el desarrollo”, y deudas millonarias en impuestos y cargas sociales, que funcionarios y gremialistas nunca detectan en tiempo y forma.
La crisis económica del Grupo de medios de comunicación Indalo en cabeza de Cristóbal López, motivó que el periodista Reinaldo Sietecase reclamara al gobierno que no se “haga el distraído” respecto a la situación de sus miles de trabajadores. Pero por investigaciones del propio periodismo, se conocía desde hace años la evasión de Indalo ante la AFIP por más de diez mil millones de pesos. Por ello Sietecase, que es un buen periodista, debería reclamarle a los que “se hicieron los distraídos” para facilitar el negociado, entre ellos periodistas políticos “estrella”, algunos de los cuales quedaron en la calle con millones de pesos en honorarios y altas indemnizaciones por despidos.
Esta matriz se replica con la Avícola Cresta Roja, con 3.300 empleados y deudas impositivas millonarias; la láctea Sancor con 4.000 empleados, deudas millonarias, y el gremialista Héctor Ponce “distraído”, y el correo privado OCA, con 7.000 empleados, y deudas fiscales, de cargas sociales y privadas, que superan los 2.000 millones de pesos. En este caso se “distrajeron” el presidente de OCA Patricio Farcuh, y la familia gremialista Moyano, que mantienen un conflicto de aprietes por la conducción de la empresa, donde empresarios y gremialistas se confunden. Sumemos las pérdidas millonarias causadas por las privatizaciones y reestatizaciones irresponsables de YPF, Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino, Ciccone Calcográfica, entre otras, y se comprenderá el origen de la pobreza que dejaron políticos populares de izquierda asociados a empresarios prebendarios de derecha. Todos ellos expertos en el juego de la perinola vernácula: el Estado pone para “crear fuentes de trabajo”, y el Estado pone para “salvar fuentes de trabajo”.
El final de estas tramas carece de suspenso. Pese a la abundancia de políticos y gremialistas nacionales, populares y progresistas, los empresarios fallidos que succionan subsidios, evaden impuestos y quiebran empresas, jamás pierden su fortuna personal. A lo sumo transfieren parte de sus negativos paquetes accionarios a grupos que tampoco ofrecen garantías de capitales de riesgo propios. Ante esta realidad, Sietecase y otros periodistas políticos y de investigación serios, pueden aportar a una solución parcial del problema, promoviendo la aprobación de la ley de Extinción de Dominio paralizada desde hace más de un año en el Senado. De este modo se podrían recuperar parte de bienes sustraídos al Estado, y conformar un fondo de contingencia para crisis laborales por corrupción.
Buenos Aires, 29 de noviembre 2017