miércoles, 28 de junio de 2017

RECUENTO DE BOTES LEGISLATIVOS

Previo al cierre de listas, en la última opinión utilizamos el hundimiento del Titanic en 1912, como imagen adecuada para entender el espectáculo de la conformación de alianzas y selección de candidatos que competirán en las elecciones legislativas el próximo 22 de octubre. La primera semejanza es el alto número de víctimas, que hace más de cien años se debió al insuficiente número de botes salvavidas (cargos), en relación a los pasajeros (candidatos). Tras el rápido hundimiento del trasatlántico entonces (cierre de listas ahora), es momento de efectuar el recuento de botes y sus ocupantes. Teniendo en cuenta que hasta el rescate definitivo de los náufragos por el Carpathia en 1912, y el resultado electoral de octubre ahora, habrá nuevas víctimas por congelamiento. 
  
Previamente es necesario destacar semejanzas y diferencias entre el contexto político y social de entonces, con la actualidad. En 1912 reinaban monarquías emparentadas entre sí, que ejercían un poder absoluto y hereditario dentro de cerrados círculos palaciegos. Estas clases privilegiadas, sumadas a multimillonarios de la pujante sociedad norteamericana, y alguna figura conocida del espectáculo, ocupaban los camarotes de primera clase. Esta estructura imperial fue barrida tras la sangrienta Primera Guerra mundial. En nuestra actualidad criolla, carente de partidos políticos, el monarca fue reemplazado por el caudillo o líder, y los círculos palaciegos por las llamadas “mesas chicas”, que suena más hogareño. Para, en un contexto democrático, asegurar un poder concentrado, poco participativo y muchas veces hereditario, la nobleza política actual diseñó un régimen electoral y de partidos acorde. Por ejemplo, un legislador en ejercicio con mandato por dos años más, puede presentarse ahora sin renunciar al cargo. Además puede elegir entre diversas jurisdicciones, en base a datos de nacimiento, laborales o inmobiliarios. Ministros e intendentes pueden prestarse para candidaturas testimoniales por cargos que no  asumirán. Se puede promulgar una ley de lemas, que permita sumar a los votos propios los del enemigo interno. Pueden sembrarse las listas con esposos/as, hijos/as, u otros integrantes de los clanes familiares. Estos acuerdos multipartidarios “sin grietas”, incluye que puedan ser candidatos y/o legisladores procesados y/o condenados por delitos comunes. O no tan comunes, porque el dinero se roba al Estado. Como se verá, matices modernos que intentan replicar perpetuaciones ejercidas en la época del Titanic por el rey de Inglaterra, el Káiser de Alemania o el zar de Rusia, entre otros.

Donde existe una diferencia sustancial entre el naufragio de 1912 y el legislativo actual, es en la identificación de los botes. En el Titanic todos tenían este nombre. Pero en el trasatlántico legislativo no solo tienen nombres distintos, sino suelen ser  repintados en plena travesía. Los botes que salieron del puerto Congreso bajo la denominación Renovador y GEN, pasaron a llamarse “1 País”. Los del Frente para la Victoria, “Unidad ciudadana”. Los de Cambiemos, que por su nombre se suponía que deberían cambiar, mantuvieron su denominación. Este detalle agravó la confusión y desesperación causada por la insuficiencia de botes (cargos), en relación a la cantidad de pasajeros (candidatos). Pero en la lucha por sobrevivir, no era momento de elegir acompañantes o enfrascarse en debates ideológicos.

Un caso curioso se produjo con los botes PJ (Partido Justicialista), en un trasatlántico en el que todos se dicen peronistas, incluidos los amontonados bajo cubierta, quienes sufrieron la mayor mortandad. No había botes PJ. Un sobreviviente creyó reconocer a uno de ellos semidestruido, utilizado a manera de balsa por los pasajeros Randazzo y Alberto Fernández, quienes habían fracasado en el intento de subirse a otros botes. Conmovedora fue la escena de los pasajeros Gustavo Vera con varios rosarios en la mano, y Guillermo Moreno con guantes de box, clamando por el perdón de sus pecados para ser rescatados. Un compacto y tradicional grupo de tripulantes de la izquierda revolucionaria y piquetera que viajaba bajo cubierta (Pitrola, Del Caño, Cristian Castillo, entre otros), fue previsor: inflaron su propio bote de goma.  

El mar permanece calmo pero con aguas heladas. El reciente cierre de listas permite que la temperatura corporal de los sobrevivientes aún permanezca alta. La duda es la misma que en 1912. Quiénes sobrevivirán a la espera del rescate del Carpathia, que arribará al lugar pasadas las 18 horas del próximo 22 de octubre?


Miércoles, 28 de junio 2017

miércoles, 21 de junio de 2017

TITANIC LEGISLATIVO

La etapa de armado de alianzas y conformación de listas que concluirá el próximo sábado 24, antes que provocarnos desazón e ironías, debiera ser un punto de partida para que la ciudadanía de todas las ideologías políticas, presionen para lograr una profunda reforma de un sistema electoral caduco y restrictivo de la voluntad popular. Al punto que los mal llamados representantes del pueblo, se transformaron en castas casi hereditarias en el usufructo de cargos privilegiados. Ningún sector político está exento de responsabilidad. Incluye tanto a los malversadores de recursos del Estado, para quienes permanecer significa mantener libertades y patrimonios mal habidos, como a los llamados “honestos”, que no roban pero dejan hacer. O como sucediera recientemente en el Consejo de la Magistratura con el salvataje del camarista Freiler, impiden hacer justicia.

A esta situación se arriba tras décadas de degradación institucional, que barrió con los partidos políticos históricos, sustituyéndolos por “espacios” híbridos similares a franquicias comerciales. El cuadro se agrava con la frecuencia de elecciones legislativas cada dos años, que condiciona la trascendente tarea de legislar en interés de la ciudadanía, a las negociaciones especulativas basadas en intereses personales de corto plazo. El espectáculo previo a las elecciones legislativas de octubre próximo se asimila al hundimiento del Titanic en 1912, en el Atlántico Norte. En dicha catástrofe murieron el 70% de los que iban a bordo. La principal causa del alto número de víctimas fue que el lujoso trasatlántico solo poseía botes salvavidas para la mitad de los transportados. Los lujosos camarotes superiores lo ocupaban pasajeros de primera clase (muchos de ellos millonarios reconocidos), y los estrechos ubicados bajo cubierta inmigrantes y trabajadores.

Producida la colisión con el iceberg, cundió el caos. Los escasos botes se destinaron a los de primera clase, bajo la orden de “primero las mujeres y los niños”. (en la actualidad, los líderes o mesas chicas). Pero en la desesperación por sobrevivir, fortunas, apellidos o inclinaciones políticas se convirtieron en irrelevantes. Sobrecargados en exceso, muchos botes cayeron al mar y quedaron inutilizados. Esta imagen ejemplifica lo que recurrentemente sucede con el armado de listas legislativas. Hay muchos más pasajeros en la cubierta que desean el bote/cargo para salvarse, que los botes/cargos disponibles. 

En la lucha por sobrevivir, pueden compartir aliviados el mismo bote millonarios (neoliberales?), con tripulantes (populistas?). Los peronistas de los sectores A, B, C o D, se distribuyen entre los botes que puedan. Lo mismo sucede con radicales históricos, del PRO o K.. Los progresistas, que no son muchos, les hacen “un guiño” (que significa pedir bote), al marinero que maneja un bote llamado renovador (o salva cargos). También alcanzan subirse algunos procesados penalmente, que prometen demandar a la compañía naviera por corrupción. Una vez concretado el rescate (puede ser el buque Carpathia, que acudió al rescate, o la Justicia Electoral, que certifica el nombre de las franquicias y las listas de los sobrevivientes), viene el proceso postraumático. Tanto los pasajeros de primera clase (legisladores en ejercicio que pretenden continuar), como los ocupantes de los camarotes bajo cubierta (que pretenden alcanzar una banca desde el duro llano), no expondrán en campaña sus antecedentes, proyectos presentados o a presentar, o explicarán la resistencia en aprobar las leyes contra la corrupción. Se referirán solo al Ejecutivo (en este caso al capitán Macri), soslayando que las elecciones presidenciales serán dentro de dos años. Tendrán entonces las elecciones legislativas beneficios tangibles para la ciudadanía? En este contexto pareciera difícil. El oficialismo tiene minoría en ambas Cámaras, situación que se mantendrá sea cual fuere el resultado de la elección. Con el agravante que en diciembre reasumirán sus bancas gran parte de quienes están hoy, o quienes ya estuvieron y lograron su retorno. En muchos casos, integrando alguna franquicia (espacio político), distinta a la que representaron en la elección anterior.

Lo más grave para los argentinos vendrá después. Pasados los festejos (posiblemente festejen casi todos), y tomadas unas merecidas vacaciones por los esfuerzos de campaña, a mediados del 2018 los legisladores comenzarán a actuar pensando en la elección presidencial del 2019. De igual modo, los empresarios demorarán las incumplidas inversiones hasta entonces (léase inversiones, no ganancias). Es obvio que en estas condiciones no se puede gobernar, y mucho menos crecer como país. Será necesaria una reforma constitucional que modifique aspectos electorales e institucionales de la oportunista, ineficaz y mayormente incumplida reforma del año 1994.


Buenos Aires, 21 de junio 2017

miércoles, 14 de junio de 2017

UNDERWOOD O BERNI?

“House of Cards” es una exitosa serie televisiva estadounidense, basada en las manipulaciones despiadadas en los más altos niveles políticos para alcanzar y/o mantener el poder, en los que pujan funcionarios del Ejecutivo, congresistas, gestores, empresarios poderosos, y eventualmente periodistas. La trama se centra en Frank Underwood, desde sus comienzos como congresista demócrata de Carolina del Sur, hasta alcanzar la presidencia de Estados Unidos.

Para promocionar su pretensión de candidato en nuestra campaña legislativa, recientemente el justicialista Sergio Berni presentó un spot publicitario en el que se compara con Underwood. Este juego marketinero no exento de ironía, brinda una excelente oportunidad para comparar nuestra realidad política con la descripta en la serie americana. La primera diferencia esencial es que mientras en la serie americana no intervienen integrantes del Poder Judicial, en nuestro “House of Cards” criollo, jueces y fiscales tienen activa participación para asegurar impunidad, sea por incapacidad o complicidad. En el spot, Berni se exhibe como un superhéroe que actúa por mar, tierra y aire. Pero como a los americanos les sobra este tipo de paladines de la justicia, lo más atractivo para comercializar el producto, hubiera sido mostrarlo ingresando en la medianoche del 18 de enero del 2015 como Secretario de Seguridad, al departamento del fiscal Nisman con las botas embarradas, ante la pasividad del juez De Campo. Los peritajes comenzaron una vez designada la fiscal Fein a cargo de la investigación, con el ingreso de una manada caótica de personas de blanco al lugar del hecho. A 28 meses de la muerte de Nisman, la justicia aún no definió si fue asesinado o se suicidó. Con este inicio, Underwood comenzaría a entusiasmarse con la historia.

Descubriría que los congresistas argentinos crearon una cofradía legislativa “en el marco de la ley”, por la cual personas procesadas por delitos contra el Estado pueden ejercer como legisladores, o presentarse como candidatos. Caso paradigmático, el ex presidente Menem es senador pese a estar condenado por contrabando de armas. La Corte Suprema, que debe expedirse como última instancia, tiene el caso “en estudio” desde hace tres años. En la actual campaña, la hasta hace 18 meses presidente Cristina Kirchner, procesada en diversas causas y con manifiestos enriquecimientos patrimoniales que incluyen hijos, familiares, socios, empresarios, secretarios y jardineros, no solo puede ser candidata, sino es además una referente indiscutida en la estrategia electoral justicialista. Eso sí; en carácter de opositores, es habitual que algún legislador ante sospechas reales o ficticias, pida con rostro adusto que funcionarios del Ejecutivo “den un paso al costado”. En cuanto a escándalos de alcoba, ingrediente imprescindible en las intrigas políticas, contamos con un actor insuperable: Daniel Scioli.

La amplia cobertura legal protectora de la impunidad que sin “grietas” arman los legisladores de distintos espacios políticos, hacen innecesario el rol de oscuros intermediarios o agentes secretos para las “tareas sucias”, como en el “House of Cards” americano. En el criollo todo se hace a cara descubierta. Los agentes secretos salen en primera plana de los diarios; los jefes de inteligencia son acusados de “bobos”; los jueces no penan los enriquecimientos ilícitos; empresarios de medios que evadieron 8.000 millones de pesos en impuestos, contratan a periodistas “todo terreno” para que ataquen por corrupto al gobierno que les cerró los negociados. El último ejemplo de la eficaz tarea de disfrazar a la opacidad, lo brindó una vez más el Poder Judicial. Ante el hartazgo de la sociedad por el accionar de jueces federales para proteger a la corrupción estatal-privada, estos no tuvieron mejor idea que crear una inoportuna Asociación, que semeja más a una hermandad sectaria autoprotectora, que destinada a promover la dignidad de la justicia.

De conocer este creativo guión basado en hechos reales, seguramente el actor Kevin Spacey, que además de interpretar a Underwood es coproductor de la serie, comenzaría a negociar en nuestro país los derechos de exclusividad para una nueva serie, con éxito asegurado. Con Berni para escenas de riesgo incluido.


Buenos Aires, 15 de junio 2017