miércoles, 15 de mayo de 2019

JUEGO POLÍTICO DE MESA

Posiblemente todos hayamos participado en juegos de mesa. Vienen en cajas que contienen un tablero base, con circuitos de juego entre puntos de partida y llegada a las metas, cubilete con dados para los movimientos de las fichas de cada jugador, y reglas claras de juego. Por unas horas imaginamos actuar como estancieros, inversores, pilotos de carrera o estrategas bélicos. Pero no existe un juego que nos transforme en políticos no rentados, en el que triunfe quien en base a sus análisis y estrategias de juego, tenga la mayor aproximación a la configuración electoral que se oficializará el próximo 22 de junio, fecha de cierre de listas de candidatos. Para una atractiva comercialización, el juego podría llamarse “Consensos patrióticos”. 

Sin límite de jugadores, el punto de partida se llamará “Ansiedad”, y el de llegada “Alianzas y candidatos”. El juego concluirá una semana antes del 22 de junio, y los pronósticos de cada jugador que haya arribado a la meta se guardarán en sobre cerrado hasta la oficialización de partidos y candidaturas. El puntaje según los aciertos serán: 1) Fórmula presidencial 30 puntos; 2) Primer senador 20 puntos; 3) Primeros cinco diputados nacionales: 3 puntos por acierto. En cada una de las fichas del juego a utilizarse libremente para que cada jugador realice sus propias combinaciones, figurará una frase política conocida. Los participantes tendrán además una única posibilidad de asociarse con otro jugador invocando un “Consenso patriótico”, para intercambiar sus fichas y avanzar ambos como equipo. Como en todo juego habrá una ficha comodín, que llevará la inscripción “Unión virtuosa de peronistas, radicales, socialistas, progresistas, izquierdas y derechas, en contra de..……”. Previo al inicio del juego cada participante deberá llenar la línea de puntos con una de estas tres opciones: Cristina, Macri o ambos. Una vez definido en contra de quién se jugará en el “Consenso patriótico”, el jugador no podrá modificar su comodín aunque aduzca problemas de salud. Hay un casillero muy temido, pues caer en él significará la eliminación instantánea. Contiene el siguiente consejo de Maquiavelo: “Si las tropas con la que un príncipe defiende sus Estados son mercenarias, no estará nunca seguro, porque son inútiles y ambiciosas”. 

Las fichas con frases políticas reconocidas que actuarán como vehículos para transportar hasta la meta los pronósticos de cada jugador o jugadores patrióticamente asociados, serán 16: “No soy de Cambiemos” (Lousteau); “La gente no sabe que vivimos en un país inmenso, con todas las riquezas, pero tenemos una dirigencia de mierda” (Duhalde); “Que Cristina vuelva a ser presidenta depende más de Macri que de ella” (Rosana Bertone); “Si Cristina vuelve a ser candidata es por culpa del Gobierno” (Stolbizer); “Hay cosas que dan vergüenza del gobierno de Cristina, pero más de Macri” (Solá); “No podemos seguir sin trabajar; no podemos seguir cobrando lo que cobramos. Damos vergüenza” (Graciela Camaño); “Quiero ser presidente o ayudar a construir una nueva mayoría para derrotar a Macri” (Sergio Massa); “Hay una palabra que se llama ajuste y otra que se llama crecimiento” (Lavagna); “Que Cristina vuelva, pero sin chorros” (Juan Grabois); “Si deja Cambiemos, podemos sumar a Lousteau a un gran frente contra Larreta” (Mariano Recalde); “Si fuera presidente, indultaría a los empresarios afectados por los cuadernos” (Duhalde); “Cristina Fernández nunca fue populista” (Alberto Fernández); “Randazzo le puede ganar a Cristina? Definitivamente sí” (Alberto Fernández, elección 2017); “Con Aníbal Fernández habrá más droga y María Eugenia Vidal no conoce la provincia” (Solá, elección 2017); “Todo Cambiemos quería mi foto entregándole el mando a Macri. Era Cristina, la populista, en un acto de rendición” (Cristina Kirchner); “Al final del segundo año estamos en un dígito de inflación, estate seguro. Esto es lo más fácil” (Macri, diciembre 2015).

Podría criticarse que la capacidad analítica que exige el juego para triunfar queda sometida al azar de los dados. Esta objeción supone ignorar innumerables acuerdos patrióticos recientes que muestran una asombrosa similitud con encomendarse a la suerte: De la Rúa-Alvarez (1989); Cristina Kirchner-Julio Cobos (2007); Roberto Lavagna-Gerardo Morales (2007); Ricardo Alfonsín-De Narváez (2011); Cristina Kirchner-Amado Boudou (2011). Rechazada la crítica, comienza el juego. Quién arroja los primeros dados?

Buenos Aires, 15 de mayo 2019

miércoles, 8 de mayo de 2019

LOS 10 MANDAMIENTOS

Observar el desenvolvimiento político previo al cierre de listas de candidatos el próximo 22 de junio, clarificará con mayor precisión nuestro futuro que cuando tras esa fecha, se ingrese en la instancia de los encapsulamientos partidarios y lo discursivo-propagandístico. Por ejemplo en esta etapa de indefiniciones y oportunismos, se puede observar que varios actores políticos incursionaron en un embeleso entre político y religioso, y quizás recordando los diez mandamientos judeo-cristianos, los readaptaron bajo la denominación de “10 puntos de consenso y/o unidad”. Una casualidad? Un fenómeno místico? 

Es sabido que según el Antiguo Testamento, hace miles de años Moisés no solo tuvo la misión de guiar al pueblo israelita hacia la liberación de la esclavitud en Egipto, sino concluido este objetivo, recibió en el monte de Sinaí un conjunto de mandatos morales como modo de vida escritos por Dios en tablas de piedra, parte de los cuales se resumieron en diez mandamientos específicos, que tenían carácter imperativo. Esta tradición se mantuvo en el Nuevo Testamento basado en los evangelios canónicos, como se llaman a las recopilaciones de las memorias de los discípulos de Jesucristo reconocidas por la iglesia, y adoptan el nombre de sus autores: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Esta asociación inconsciente no solo se agota en el simbolismo del número Diez para establecer el número de compromisos, sino se mantiene en la cantidad de autores que promueven los “10 puntos”, que se identifican según Macri, según Massa, según Lavagna, y a la brevedad, según Cristina. 

El contexto que rodea al próximo evangelio “10 puntos” según Cristina, agrega una referencia religiosa históricamente más próxima, relacionada con la Florencia renacentista del siglo XV: el fraile Savonarola, reencarnado en Juan Grabois. Savonarola fue un religioso dominico, confesor y enemigo de los Médici, que predicaba contra el lucro, el lujo, la depravación de los poderosos y la corrupción de la Iglesia católica. Grabois no quiso ser menos y predicó “Que Cristina vuelva, pero sin chorros”, ignorándose si lo dijo en serio o fue una humorada. Días más tarde acusó a la empresa argentina Mercado Libre, fundada por Marcos Galperín, de contrabando, evasión, especulación financiera, competencia desleal y abuso al consumidor. Savonarola fue condenado en 1498 a la hoguera por un tribunal de la Inquisición en la plaza de Florencia. Grabois podría sufrir un castigo más civilizado pero no menos doloroso, y por cuestiones de imagen, ser excluido de los primeros puestos de las listas de legisladores, objetivo por el que enemigos políticos hasta hace poco, saltan, ríen, cantan y se abrazan entre sí arriba de diversos escenarios.

Quedan por develar semejanzas y similitudes entre los 10 mandamientos morales y los 10 puntos de consensos políticos, sin por ello presumir de exégetas, como se denomina a quienes se dedican a interpretar el significado objetivo de textos, sean religiosos o políticos. Mientras los mandamientos religiosos eran breves y comprensibles para la época y de carácter imperativo, los “10 puntos” de nuestros modernos evangelistas presentan en todos los casos la omisión de uno de los mandamientos milenarios de origen moral, que tiene plena vigencia política y debiera ser incorporado en un futuro acuerdo consensuado: no robarás. Al menos, podría readaptarse como “No robarás dinero público”. 

Interpretar los textos modernos exige una clarificación conceptual inicial, que diferencie entre intención (compromiso de hacer algo); diagnóstico (determinar un cuadro de situación) y propuesta (plan de acción a futuro). En todos los casos estos renovados evangelios políticos poseen el carácter de intención o compromiso, lo que genera un primer rapto de escepticismo; todos sus escribas fueron o son gobierno; predican desde hace al menos dos décadas sin cumplir lo que prometen, y suelen cambiar de religión partidaria con facilidad. Pero es necesario que el escepticismo sea derrotado por una luz de esperanza, dando la oportunidad a todos nuestros evangelistas políticos para que se juramenten en cumplir con otro mandamiento: “No darás falso testimonio ni mentirás”. 

En aras de la brevedad de una newsletter, no mencionamos a los evangelios políticos apócrifos, que en nuestro país abundan.

Buenos Aires, 08 de mayo de 2019

jueves, 2 de mayo de 2019

EL VIRUS ISONOMÍA

Si algo le faltaba a nuestra realidad política, es la detección dentro del ámbito de los enigmáticamente llamados “mercados”, de un peligroso virus de acción rápida y destructiva llamado Isonomía. Tal es su poder, que afectó incluso a residentes en los “mercados” de Wall Street. Sus síntomas se manifiestan en la forma repentina y compulsiva en la que los infectados comienzan a comprar y vender dólares y bonos argentinos, y en muchos casos, pretenden armar y rearmar posibles fórmulas presidenciales. El brote Isonomía se detectó cuando diversos comunicadores hicieron trascender una encuesta de la reconocida consultora de opinión pública que encabeza Juan Germano, de la que se aclaraba suele trabajar para el Gobierno, que supuestamente había dado unos 5 puntos de ventaja a Cristina Kirchner por sobre Mauricio Macri. 

Para evitar que el virus se propague a sectores más vulnerables ajenos a especulaciones con el dólar y armados políticos de eternos dirigentes, generando un efecto colateral no menos grave llamado desde hace décadas “licuación de pesos en el bolsillo”, es oportuno considerar las peculiaridades del virus “Isonomía”. Dado que tiene origen político, es sabido que desde hace décadas para las oposiciones de turno en proximidad de las elecciones, cuanto peor le vaya al país mejor (los patrimonios personales indican que los dirigentes no se ven afectados por las crisis). Es justo señalar que en este caso el sofisticado virus no puede adjudicarse al justicialismo kirchnerista, más acostumbrado a las amenazas y diatribas públicas expresadas por personajes como Biró, los Moyano, Secco, Ferraresi, D`Elía y otros. Por ello para detectar un antibiótico se deberá eludir los preconceptos oscurantistas de la “grieta”, que concluyen con la repercusión de frases imbéciles de uno y otro lado. Aclarando que el término no expresa un insulto. Como didácticamente lo explicara la diputada Carrió al adjudicarle tal condición al ministro Garavano, imbécil significa “falto de inteligencia”. El contexto del virus es el siguiente: 

1) Extrañamente, quien no opinó sobre el virus Isonomía fue la consultora que lo creó. De su supuesta encuesta se desconocen territorio, universo relevado, tipo de preguntas y conclusiones obtenidas. En estas condiciones, hacer trascender el dato “crudo” final, pareciera más coacción que información. Sin obviar que en estas instancias las encuestas tienen visos místicos, pues se desconocen agrupaciones y candidatos que competirán. El hito será el sábado 22 de junio con el cierre del libro de pases (perdón, de listas), que causarán sorpresas, enojos, traiciones y cambio de ideologías.

2) Utilizar el virus para propagar opiniones basadas en “fuentes bien informadas” a fin de provocar un efecto “atontamiento” que justifique plantear sustituir la candidatura presidencial de Macri por la de la gobernadora Vidal, implica suponer que ello convertirá a los “mercados”, a los empresarios prebendarios, a los gremialistas y otros grupos de poder histórico, en buenos y comprensivos. Esta experiencia la vivió en 1989 Pugliese, ministro de economía de Alfonsín, cuando manifestó “Les hablé con el corazón, y me respondieron con el bolsillo”. Para más abundamiento, en breve comenzará una despiadada campaña opositora de desprestigio contra Vidal.

3) El secreto de la propaganda para manipular a la opinión pública como masa, consiste en manejar conceptos (el pueblo, la gente, las pymes), y/o números (el 60%; unos 5.000), como abstracciones incomprobables y de una variedad inverosímil. Ningún especialista aclara, por ejemplo, que “mercados” son “mercados financieros”, que en nuestro país, con valores reducidos pueden acumular recursos suficientes para influir de forma rápida sobre diversas variables de la economía. Ello se manifiesta en la pirámide social según ingresos; solo el 5% supera un promedio mensual familiar total de $ 260.000. Podría pensarse que este comentario pretende ser una clásica invocación revolucionaria de izquierda contra los “grupos económicos de poder concentrado”, pero no es así: falta un dato. Dicho grupo privilegiado lo integran no solo empresarios, sino también políticos de ideologías variadas, legisladores multipartidarios, integrantes del poder judicial y gremialistas, entre otros.

4) La cruda realidad, dicho esto sin “grieta” alguna, es que tenemos una pésima clase política y dirigente en general, basada en nepotismos y privilegios. La causa cuadernos, por si era necesario, transparentó que existen asociaciones empresarias-políticas-gremiales-judiciales que hacen excelentes negocios con el Estado. Los hacen con el populismo o con el neoliberalismo. Los pobres?....pobres.

Buenos Aires, 02 de mayo de 2019

miércoles, 24 de abril de 2019

ESPÍAS SIN SECRETOS


“Quién habla?: Soy Cristina pelotudo”. Cristina es la ex presidenta de la Nación, y el “pelotudo” es Oscar Parrilli, director general de la Agencia Federal de Inteligencia entre agosto y diciembre de 2015. El diálogo se reprodujo en medios de comunicación como resultado de una grabación “secreta” del contacto telefónico entre ambos. Con el cambio de gobierno, fue designado en su reemplazo el escribano Arribas, con vastos antecedentes en la representación e intermediación de jugadores de fútbol, lo que hace suponer un nivel de “pelotudismo” menor al de un burócrata atado a lo discursivo, pues el ámbito de los clubes de fútbol congrega a actores relevantes de sectores públicos y privados, no precisamente transparentes.
Desactivado el inocultable fin de afectar a las investigaciones de corrupción y con independencia de lo que suceda con el fiscal Stornelli, el caso D`Alessio abre una oportunidad para profundizar en uno de los tantos nichos de corrupción estatal, como es el del supuestamente sofisticado mundo del espionaje. Espiar significa observar, escuchar, acechar, husmear con disimulo para conseguir información. Es en principio una mera tarea de campo. La tarea de procesar la información para tomar decisiones, exige entender, razonar, comprender el entorno, y se llama inteligencia. Tanto el espionaje como la inteligencia pueden aplicarse a fines loables como delictivos. Cuando se desarrollan en un organismo estatal bajo conducción política del Ejecutivo y control legislativo de la Bicameral, su rol institucional supone actuar en defensa de intereses de la Nación. Tras esta generalización, surge un interrogante: con sistemas políticos y judiciales infectados de corrupción, pueden pretenderse sistemas de inteligencia probos? Imposible. Sería como que una dictadura tenga servicios de inteligencia democráticos. Asimismo los servicios de inteligencia deben poseer profesionalidad y reserva para ser eficaces; cumplen estos requisitos los personajes que van subiendo al escenario del Juzgado de Dolores? Finalmente la gran pregunta: en un contexto en que gran parte de los políticos no ven, no saben o no quieren hablar de corrupción, el accionar de los involucrados en el caso D`Alessio tienden a denunciar o a proteger la corrupción?
La respuesta la deberá dar el juez federal Ramos Padilla, quien realizó una investigación preliminar con sorprendente velocidad, lo que en la justicia argentina ya es motivo de sospecha, y declaró ante dos comisiones parlamentarias. Definido el campo de acción, surge una nueva duda: existen realmente servicios de inteligencia profesionales, o los mismos son usados para encubrir y lucrar con la desaforada corrupción estatal-privada? Es difícil pensar que sea un agente encubierto de la DEA, del FBI y del Mossad, que reparte tarjetas en tal condición y concurre a programas de televisión. O que sean agentes de inteligencia conocidos ex policías de la bonaerense retirados o sumariados. Tampoco es creíble que avezados empresarios con contactos políticos o integrantes del poder judicial, declaren haber sido “engañados” por D`Alessio. La ausencia de ingenuidad es la única condición que comparten la política, el poder judicial, espías y bandas delictivas. Pero si coinciden en su capacidad para las puestas en escena, con apoyos periodísticos. Es como si Al Capone declarara su preocupación por los niños pobres del Bronx.
En esta instancia de la atractiva novela policial en la que jugamos a ser investigadores principiantes, debemos eludir la banalización de dos conceptos: el del “arrepentimiento”, y el de la condición de confidencialidad que deben cumplir quienes actúan como agentes de inteligencia. En cuanto a la confidencialidad, no sería más razonable que relevados de este requisito sean citados a declarar en sede judicial los integrantes de la multipartidaria Bicameral, para determinar inicialmente si el grupo delictivo tiene infiltrados y/o lazos con la AFI? Evitando que se repita la causa de sobornos en el Senado, que tuvo una amplia cobertura mediática, y al momento de declarar, comenzando por Hugo Moyano, nadie aportó elementos de prueba. E integrantes de la entonces SIDE, relevados de la confidencialidad por la ex presidenta Cristina Kirchner, negaron haber aportado los fondos. Pudieron haber existido las coimas? Sí, pero transcurrido lo político-escenográfico y al momento de la verdad, la cofradía de impunidad se abroqueló. Peor aún, el tribunal resolvió que se investiguen al ex Jefe de Gabinete Alberto Fernández,  al legislador Anibal Ibarra y al operador Daniel Bravo, por sus intervenciones y declaraciones sospechadas de falsas. También se resaltó la parcialidad del juez Rafecas.
En cuanto a la ley del “imputado colaborador”, la misma es aplicable si el declarante aporta elementos probatorios consistentes, no mera declaraciones mediáticas que resulten impactantes o relatos. El último ejemplo lo brindó el prófugo empresario Samid, acusando al fiscal de haberle pedido una coima de más de un millón de dólares, para luego reconocer que había mentido. De ser falsas o irrelevantes, la pena que le corresponde al declarante se verá incrementada. Pero sorprende que en condición de magistrado, el fiscal Bidone pretenda declarar en busca de la verdad en condición de arrepentido.
Todas las causas de corrupción en trámite son graves, incluida la que maneja Ramos Padilla. Por eso es necesario estar atentos a que una vez más, las instancias de investigación, juicio y sanción, se diluyan en operaciones  para mantener impunidad. Y que en los policiales argentinos, nunca se descubran y/o condenen a los asesinos.
Buenos Aires, 24 de abril de 2019

miércoles, 17 de abril de 2019

DE CUADERNOS A EXPEDIENTES

Los cuadernos escolares de bajo costo, con anotaciones tipo borrador de un oscuro chofer intencionadamente subvaloradas por ser fotocopias, dieron lugar a investigaciones de hechos y personajes que fueron conformando expedientes ilustrativos de las tramas de corrupción estatal-privada. Concluidas en algunas causas las etapas de recolección de pruebas y acusatoria, e integrados los tribunales para iniciar los juicios orales y públicos, se ingresa a la siguiente fase de complicidad habitual en la corrupción estatal, en la que los procesados operan para demorarlos y/o desactivarlos a través de diversos subterfugios, mientras continúan negociando impunidades. Queda explícita la gran contradicción de los autoproclamados “perseguidos políticos”, que mientras públicamente invocan problemas de estrés y de salud, privadamente actúan con denuedo para evitar el juicio que podría declararlos inocentes. 

Si bien los carriles utilizados continúan siendo los públicos-institucionales y paralelamente operaciones en las sombras, en ambos cambian los actores. En los institucionales, los jueces federales son sustituidos por jueces que integran los tribunales a cargo de los juicios. En “las sombras”, los operadores judiciales políticos son reemplazados por quienes ejercen acciones más directas y perentorias: los espías. En nuestro país abundaron casos de corrupción: IBM, Skanska, Banco General de Negocios (Rohm); de jueces como Liporace, Tiscornia, Trovato, Branca, y de centenares de políticos y allegados. Todos tuvieron impactos mediáticos y literarios, siendo un hito “Robo para la corona”, escrito por Horacio Vertbisky en 1992. Pero salvo penas menores y alguna destitución de un juez, el resultado inevitable fue la impunidad. Pero considerando que los “cuadernos” y sus consecuencias exhiben por primera vez a todos los eslabones de la trama, integrada por funcionarios, empresarios, financistas, jueces, fiscales, familiares, más una legión de desconocidos para la opinión pública, pero imprescindibles para ocultar, recircular, evadir y lavar montos multimillonarios, el interrogante a develar será: se mantendrá una vez más la impunidad? Sobrevivirá la trama político-judicial que la sostiene desde hace décadas? 

Avizorar una respuesta exige que los próximos hechos políticos-judiciales se analicen cual novela policial, en la que nada será casual. Como ciudadanos comunes nuestras fuentes de información serán los medios de comunicación, que nos proveen en forma simultánea y diversificada hechos, opiniones e interpretaciones con objetivos divergentes. En lugar de receptarlos pasivamente para optar por quienes nos “convencen”, deberemos transformarnos en escépticos inquisidores aficionados, para quienes todos los personajes son importantes, tienen nombre, roles y están bajo sospecha, sea por hacer, impedir hacer o dejar hacer. El delito de la corrupción pública no interrelaciona a los sospechados por adherir a derechas o izquierdas, neoliberalismos o populismos, o ser justicialistas o radicales, sino por coincidir en un único objetivo: apoderarse ilegalmente del dinero del Estado. 

En el campo público institucional judicial cobrará relevancia la actuación de los jueces designados para integrar tribunales de juicios orales y públicos, y las tácticas dilatorias para demorarlos. Los más próximos son: 1) Causa direccionamiento de obra pública (jueces Uriburu, Gorini y Basso), con inicio el 21 de mayo; 2) Causa Los Sauces (jueces Pailloti, Obligado y Martínez Sobrino); 3) Causa Hotesur (jueces Namer, Toselli y López Iñíguez). Los dos últimos sin fecha de inicio. En cuanto al campo “oscuro” del espionaje, el foco de atención deberá volcarse en la investigación de una supuesta red por el juez Ramos Padilla. Si bien el origen de la causa pareciera tener como objetivo lo que el vaticanólogo Eduardo Valdez anunciara telefónicamente como “Bonadío y Stornelli puf”, fracasado el impacto sorpresa pretendido, se abre un insospechado campo de investigación respecto al cínico uso de los servicios de inteligencia, nada patrióticos por cierto. Vistas sus rápidas conclusiones iniciales y declaraciones ante dos comisiones en Diputados, el juez de Dolores debería seguir entendiendo en la causa. Los personajes que han salido a escena hasta el momento para esta obra de corrupción y suspenso son D`Alessio (espía rico y famoso); Pedro Etchebest (empresario); Gabriel Traficante (empresario); Aníbal Degastaldi (ex comisario); Ricardo Bogoliuk (ex policía y espía); Juan Bidone (fiscal provincial); Rolando Barreiro (ex espía); Gabriel Bouzat (ex socio de D`Alessio); Antonio Luffi (prefecto general). 

Tras hojear a Graham Green y John Le Carré, en la próxima newsletter trataremos de entender algo de los espías argentinos, en versión política. 

Buenos Aires, 17 de abril 2019

jueves, 4 de abril de 2019

VIEJOS "INFLUENCERS" Y ESPÍAS

La causa de los “cuadernos” explicita detalladamente como nunca antes los engranajes y partícipes de la llamada corrupción estatal. Su comprensión se potencia al coexistir con un proceso preelectoral que exhibe sin disimulo una puja política carente de ideologías y partidos, entre quienes pretenden seguir usufructuando cargos electivos y prebendas del Estado. Tal simultaneidad debiera permitir replantear viejos conceptos analíticos y propagandísticos hasta ahora inmutables. Asumiendo que el concepto “grieta” (amigo/enemigo) planteado por Carl Schmidt como recurso de manipulación política, deberá ser aplicado en términos ético-morales, distinguiendo entre corruptos, pasivos ante la corrupción y batalladores contra la corrupción. 

Sería inútil centrarnos exclusivamente en lo delictivo, sin asociarlo a los marcos institucionales y políticos aún vigentes, que hicieron posible tamaña corrupción. No es casual que en el mercadeo de postulaciones y ofrecimientos de cargos electivos la corrupción no sea obstáculo para las negociaciones. Peor aún, se llega al cinismo de quienes para mordisquearle parte de sus votos, plantean que sería más fácil acordar con Cristina Kirchner si ella no se presentara, como si fuera la única responsable de la corrupción. Y de este modo implementar una estrategia exculpatoria similar a la usada en su momento con Menem, hoy senador y protegido por la Corte Suprema. 

Las posibilidades de evitar que la historia continúe repitiéndose hasta el infinito con los mismos personajes y estrategias son concretas, debido a la atomización de los otrora monopolios políticos, ausencia de representatividad de quienes ofrecen sus candidaturas como productos en góndolas, y hartazgo social. Sumado a que ya no es fácil apelar a la clásica maniobra de cajoneo judicial de expedientes o sobreseimientos expeditivos y escandalosos. Por ello, ante la inminencia de juicios orales, los habituales operadores judiciales de impunidad, viejos “influencers” políticos, y peculiares agentes secretos ricos y famosos, deben actuar ahora bajo el imperativo de la urgencia. Lo que no deja de ser un beneficio para obtener justicia y recuperar bienes mal habidos; actuar en las sombras es más fácil. 

Arribar a conclusiones creíbles y consistentes requiere establecer líneas analíticas coordinadas, dada que la causa “cuadernos” no solo exhibe en las marquesinas de la corrupción a los nombres más rutilantes de funcionarios, empresarios, jueces o sindicalistas, sino a una enorme cantidad de actores desconocidos, secundarios y enriquecidos, imprescindibles para efectivizar la corrupción: grises secretarios, rectores de universidades, ignotas entidades culturales o gremiales, financistas, gestores, comerciantes, intendentes, barras bravas, y obviamente los ineludibles agentes mal llamados de inteligencia. Esta totalidad mancomunada para sustraer dinero público, es lo que se llama red, organización o trama. Cabe preguntarse: cómo es posible en un sistema democrático armar una trama tan extensa en complicidades, consistente en los despojos y perdurable en el tiempo? Qué ámbitos permiten estas múltiples interrelaciones que conjugan diversidades ideológicas, partidarias, empresariales, laborales y sectoriales? Dos ámbitos son óptimos: el poder legislativo y el ámbito del fútbol profesional. Los poderes ejecutivo, judicial y sectores sindicales son más específicos, más verticales, y con accesos restringidos. No es casual que los discursos emitidos desde uno y otro ámbito sean similares: acusaciones, sospechas, coacciones, falta de transparencia. 

El poder legislativo no solo legisla o interpreta con posibilidad de hacerlo en su propio interés (ejemplo, que un procesado pueda ser candidato o legislador), sino se desinteresa de sus roles de control (no confundir con denuncia), como la histórica inactividad de la multipartidaria Comisión Bicameral de control de servicios de inteligencia, o ignorar u ocultar los informes de la Auditoría General de la Nación, organismo bajo su dependencia. En cuanto al fútbol, comparten el rol de dirigentes para manejar las llamadas entidades sin fines de lucro, funcionarios, políticos, empresarios, gremialistas, jueces, fiscales, estrellas del espectáculo, financistas y barras bravas. En muchos casos concentrando una misma persona diversos roles, como por ejemplo, político, gremialista y empresario. 

Para reuniones comprometedoras con fotos mediante, no es necesario reunirse en un quincho solitario. Basta hacerlo en la confitería de un club, entre dirigentes y allegados. Sin fines de lucro, desde luego. 

Buenos Aires, 04 de abril 2019 

miércoles, 27 de marzo de 2019

OPERACIÓN, ESPIONAJE O CHANTAJE?


El ingreso de la causa “de los cuadernos” a instancias judiciales definitorias, obligó a los involucrados en la mayor corrupción estatal-privada de la historia argentina, pasar de la habitual victimización invocando persecución política mientras en paralelo procuran complicidades encubiertas en busca de impunidad, al más áspero terreno de los acciones directas, en las que a cara descubierta interactúan servicios mal llamados de inteligencia, jueces con poder de daño y apoyos comunicacionales. Dando inicio a lo que el vaticanólogo Eduardo Valdez denominara operativo “puff-puff” de la causa, en cabeza de un particular agente secreto que se ufana públicamente de serlo, llamado Marcelo D`Alessio. 

La situación recuerda a una famosa serie televisiva de la década del 60 llamada “Súper agente 86”, en la que Maxwell Smart era un torpe y no muy inteligente agente secreto que trabajaba en una agencia norteamericana llamada Control (parodia de la CIA), en permanente enfrentamiento con la maléfica organización internacional llamada Kaos (parodia de la rusa KGB). De esta inolvidable serie se pueden rescatar tres aspectos aplicables a nuestra realidad: 1) el mal se identificaba con el caos (confundir, desinformar); 2) el mal operaba maliciosamente desde otros países (conspiraciones internacionales); 3) para que las conversaciones entre el súper agente y su Jefe no pudieran ser oídas, hablaban dentro de una enorme campana de vidrio llamada cono de silencio, que les impedía entenderse entre ellos (evitar las escuchas clandestinas). Aquí concluyen las similitudes y el humor. 

D`Alessio, pese a algunas ironías sobre su persona, no es el torpe y humorístico súper agente 86; tampoco un sagaz servicio de inteligencia, ni un “topo” infiltrado que actúa solo. Es un “todo terreno” habitual en las corrupciones estatales, que necesita de contextos y contactos con funcionarios, empresarios, jueces, periodistas. Él se encargará de las puestas en escena encomendadas. Para entender los próximos acontecimientos se deberá eludir la trampa oscurantista de la “grieta”, planteada hace un siglo por el politólogo alemán Carl Schmidt con la distinción “amigo/enemigo”, como forma de manipular políticamente a las masas y opinión pública. Es irrelevante distraernos con encuestas que transmitan como evalúan anónimos ciudadanos a la corrupción, sino detenernos en verificar como actúan políticos, jueces y empresarios ante la corrupción. Más aún cuando los avances judiciales coexisten con una etapa preelectoral en la que viejos y más bisoños políticos luchan ferozmente por alcanzar privilegiados cargos electivos bajo cualquier tipo de acuerdos, sin que la corrupción sea un límite o tema de debate. 

Arribar a conclusiones propias sólidas exige analizar informaciones y discursos divergentes planteados en medios de comunicación. Sean televisivos (ejemplo Gustavo Sylvestre en C5N y Luis Majul en A24); escritos (ejemplo Clarín y Página 12), y radiales. En la diversidad analizaremos como ciudadanos inteligentes, y no como agentes de inteligencia dedicados a la coacción y encubrimiento. Teniendo presente que las “grietas”, que buscan simplificar la propaganda de masas, no son aplicables a los volubles, interesados y recoletos acuerdos políticos en las pujas por el poder, que en nuestro país cínicamente suelen caratularse como “patrióticos”. 

En esta línea de pensamiento, contrariamente a ciertas opiniones, por el momento no hay “grieta” entre Gobierno y Justicia, sino acciones valederas y complementarias. El Ministerio de Justicia solicitó el juicio político de Ramos Padilla por procedimientos legales y de competencia no usuales, con tristes antecedentes en años anteriores por causas armadas e iniciadas con fines políticos o económicos en juzgados federales no naturales, como Mercedes y Campana (casos Cóppola y De Narváez). La Corte Suprema por su parte, brindó los recursos requeridos por el juez para que éste actúe en base a pruebas consistentes, e identifique partícipes necesarios y sus objetivos. 

Esta investigación podría ser inestimable para que la clase política desactive el acuerdo multipartidario que desde hace décadas y sin “grietas”, avalan servicios incompetentes y corruptos a través de la inutilidad y complacencia de las sucesivas Bicamerales de Control. Solo resta esperar que esta loable investigación no sea una fachada para afectar la causa de los “cuadernos”, lo que provocaría un derrumbe institucional irreparable. 

Buenos Aires, 27 de marzo 2019


miércoles, 20 de marzo de 2019

PADRINOS, PANDILLEROS Y SUPERAGENTES

Para analizar objetivamente las actuales instancias judiciales y políticas destinadas a desarmar y/o proteger los circuitos de corrupción estatal-privada vigentes desde hace décadas, es oportuno recordar antecedentes de organizaciones delictivas, sus campos de acción y métodos de coacción o seducción utilizados para lograr complicidades, complacencias e impunidades. 

El concepto de mafia nace a fin del siglo XIX en el sur de Italia, cuando los campesinos, sin protección gubernamental ante la explotación a los que los sometían los terratenientes en regímenes feudales rurales, se agruparon en clanes familiares para protegerse. Sus integrantes se declararon mafiosos (hombres de honor), y establecieron sus propios códigos, siendo el más conocido el del silencio (omertá). Los jefes, llamados “padrinos”, eran respetados y/o temidos. El paulatino aumento del poder de las “familias” las llevó a los rentables negocios del crimen organizado, basados en el contrabando, prostitución, juego ilegal y en menor escala drogas. Este esquema se internacionalizó, y en la década del 20 los inmigrantes lo transportaron a Estados Unidos, mutando de rural a urbano. Era la época de famosos pandilleros como Al Capone, entre otros. Las pujas entre bandas por los negocios se dirimían en forma sangrienta. Las complicidades políticas, policiales y judiciales se obtenían mediante sobornos o amenazas. Muchos padrinos o pandilleros socialmente eran protectores y cariñosos con sus familias, religiosos y benefactores. Los medios de comunicación de entonces, prensa y radio, daban amplio espacio a los hampones y sus crímenes, sin profundizar en sus negocios, por razones obvias. 

Las multimillonarias ganancias ilícitas privadas exigieron eficaces administraciones contables, buscando insertarlas en negocios legales u ocultarlas. Surgieron entonces las prácticas de “lavado de dinero” e inversiones “offshore”. La simbiosis con las estructuras estatales comienza con la participación de empresas mafiosas privadas en contratos de obra pública y servicios como proveedores del Estado, lo que facilitaba el blanqueo del dinero espúreo, e incrementaban las ganancias fáciles. En lugar de coimear a determinados funcionarios públicos para que no afecten sus negocios privados ilícitos, interactuaban con ellos para actuar en detrimento de los recursos públicos. La última etapa del derrotero descripto, consistió en que fueran los propios atildados funcionarios estatales de escritorio quienes encabezaran las tramas de pillaje, en reemplazo de los viejos padrinos y pandilleros que defendían a sangre y fuego sus lucrativos negocios ilícitos privados, quienes pasaron a cumplir el rol de socios privados complementarios externos, como empresarios, sindicalistas y testaferros. 

Por ello el amplio tema de la corrupción estatal conceptualmente carece de “grietas”, pues va más allá de a quien se vote, se teorice sobre cuánto le interesa al ciudadano común la corrupción, o que ideologías encubridoras se invoquen. Tampoco debiera sorprender que políticos corruptos tengan consenso social y fuertes defensas institucionales. Famosos padrinos y pandilleros las tenían; incluso de la Iglesia. Pero voten como voten, piensen como piensen, los pueblos serán las víctimas ineludibles del saqueo al Estado. 

Este fenómeno de corrupción estatal en sociedades democráticas, que se potencia en países con dictaduras o pobre calidad institucional, fue acompañado por un exponencial desarrollo de los medios de comunicación y sistemas digitales para procesar información, que dificultan el ocultamiento y delinquir con impunidad. Para sortear este escollo se recurrió a dos recursos también perfeccionados a mediados del siglo XX: la propaganda política y los servicios de inteligencia. Ambos confluyen en generar en la opinión pública escenarios similares al de los enfrentamientos bélicos, en los que pugnan información y desinformación; verdades, deformaciones y falsedades; eslógans y explicaciones. El escenario público son los medios de comunicación, que exhiben convicciones, profesionalidad, intereses sectoriales y transacciones económicas. En este contexto los servicios de inteligencia, más allá de sus objetivos, instrumentalmente apelan a las mismas técnicas de la propaganda política, pero en un marco de anonimato. La diferencia es que en el ámbito comunicacional podemos comparar y elegir; en el de la acción secreta no.

Retomando nuestra novelesca actualidad, cabe reflexionar sobre qué sucede cuando comunicación y servicios de inteligencia se exponen simultáneamente a la luz pública, y los agentes secretos no son secretos. Indicaría impericia, acto fallido u objetivo táctico? 

Buenos Aires, 20 de marzo 2019

miércoles, 13 de marzo de 2019

ESLABONES ROTOS

En 2016 se produjeron una secuencia de hechos que transparentaron como nunca antes el circuito estatal-privado dedicado al pillaje de dineros públicos. En marzo se exhibió un video mostrando a un hijo del empresario Báez contando millones de dólares en una financiera. En junio fue detenido el ex secretario José López intentando ocultar bolsos con nueve millones de dólares en un convento; el juez Ercolini ordenó abrir dos cajas de seguridad bancarias de Florencia Kirchner que contenían 4,6 millones de dólares. Ante la presión social, los legisladores aprobaron la ley del imputado colaborador en causas de corrupción. Finalmente, en el 2018 salieron a la luz pública ocho cuadernos del chofer del ex funcionario Baratta, detallando circuitos recaudatorios de coimas. La contundencia comunicacional de los hechos en la opinión pública se debió a que pudieron ser vistos, y que la existencia de bolsos repletos de dólares en un país con años de cepo cambiario no eran una ficción. El círculo cerró con los cuadernos de Centeno, que expusieron a todos los eslabones de la cadena de corrupción estatal-privada: funcionarios, empresarios, financistas, integrantes del poder judicial y testaferros. 

Porqué estas constataciones surgieron en el 2016 y no antes? El grupo Báez fue filmado en el 2013; López concurrió al convento de madrugada y armado; la apertura de las cajas de seguridad de la hija de la ex presidenta provinieron de denuncias de años anteriores; la ley del arrepentido se aprobó con una velocidad legislativa inédita, y las anotaciones en los cuadernos habían concluido el 03 de noviembre de 2015. La razón tiene origen institucional; en diciembre de 2015 asumió un gobierno de distinto signo político, con el consecuente reemplazo de muchos de los eslabones en las cadenas de poder que aseguraban impunidad, especialmente los insertados en organismos de control. Esta realidad no debe utilizarse para fomentar la oscurantista grieta “Macri reemplazó a Kirchner”, sino para valorar las alternancias en el ejercicio del poder público, que son necesarias pero no suficientes. Aún permanecen sólidas castas políticas, judiciales, empresariales y gremiales, que resistirán fuertemente cambios estructurales y saneamientos institucionales, pujarán para mantener complicidades e impunidades. La resistencia para aprobar una ley de Extinción de Dominio eficaz es clara muestra de ello. 

En el actual contexto, la mayor responsabilidad recae sobre el poder judicial, que deberá recuperar tres valores irrenunciables: honestidad, justicia e independencia, abandonando la práctica de “cajonear” causas de corrupción estatal, o dictar sobreseimientos cómplices. Jueces y fiscales deberán reemplazar el descrédito social, afrontando las campañas de amenazas y descrédito a la que los someterán los beneficiarios del saqueo al Estado. Dos casos ejemplifican la necesidad de cambiar los paradigmas judiciales. En mayo de 2015 estalló en Estados Unidos el mayor caso de corrupción mundial en el fútbol (Fifagate), y tiene a máximos dirigentes internacionales y argentinos condenados y presos. Por el contrario, en la causa “Fútbol para Todos” a cargo de la jueza Servini de Cubría e iniciada también en 2015, aún no se determinó el destino de 760 millones de pesos desaparecidos de los 5.600 millones pagados por el gobierno a la AFA entre el 2009 y 2015. La causa Lava-Jato (lava autos), que se hiciera pública en Brasil en mayo de 2014, ya tiene juzgados y condenados al ex presidente Lula y altos funcionarios y empresarios. En contraposición, en nuestro país los jueces federales Martínez de Giorgi, Casanello y Rafecas que investigan las ramificaciones locales, aún no requirieron a Brasil el envío de la información judicial que involucra a funcionarios y empresarios locales.

La causa Lava Jato es útil además para avizorar lo difícil que será desmontar definitivamente el circuito de corrupción estatal y su logística de complicidad. Se originó en un simple correo electrónico que la policía brasileña encontrara en 2013, allanando una estación de servicio en Brasilia, sospechada de actuar como cueva financiera y lavadora de dinero. En nuestro país por el contrario, pese a las confesiones y pruebas recolectadas, diversos operadores intentan desactivar la causa llamada “de los cuadernos”, aduciendo que se basa en fotocopias de los mismos. 

En esta difícil etapa de lucha entre justicia e impunidad, vale recordar lo que el legislador ateniense Solón expresaba 600 años a.C.: “Las leyes son como las telarañas. Atrapan a los más débiles, pero los más fuertes pueden escapar". 

Buenos Aires, 13 de marzo 2019

jueves, 7 de marzo de 2019

DINERO FÁCIL; CASTIGO DIFÍCIL

La corrupción estatal es un fenómeno mundial, asentado en una paradoja: la afirmación popular “el dinero público es nuestro” es una verdad simbólica, porque para quienes lo manejan no tiene dueños. Esta realidad genera un interrogante: si en los actos de corrupción privados las pujas pueden ser controladas y castigadas por el Estado, quién controla y castiga al Estado? La respuesta se asociará con la calidad institucional y político-social de cada país. En sociedades democráticas desarrolladas existen “actos corruptos” puntuales entre intereses privados y públicos. En regímenes dictatoriales o autoritarios en países subdesarrollados, predomina un “estado de corrupción” permanente, pues es el propio Estado quien encabeza la trama de corrupción para depredar recursos públicos. En este caso la secuencia es: dinero del Estado fácil, con castigo a cargo del Estado difícil. 

Desde hace décadas nuestro país presenta tres causales interrelacionadas óptimas para la corrupción: 1) institucionales: posee un sistema democrático pero de baja calidad; 2) económicas: no califica como desarrollado o subdesarrollado, sino híbridamente en vías de desarrollo; 3) políticas: sin ser una dictadura vive en estado de corrupción. Debido a esta simultaneidad, la corrupción estatal no debe analizarse exclusivamente bajo la óptica de los aspectos delictivos. Las causales políticas se agravan en nuestro país ante peculiaridad no usual en democracias: una asombrosa subsistencia de dirigentes, debido a leyes electorales y nepotismos que permiten la continuidad de linajes familiares, como en las viejas monarquías. Citar nombres sería discrecional e injusto, pero cualquier ciudadano podría armar su propio listado de ejemplos partiendo desde 1983, pasando por los actores involucrados en la reforma constitucional de 1995 y en la crisis 2001/02. Esta perdurabilidad es imprescindible para armar sólidas tramas delictivas estatales, extendidas a organizaciones y actividades no gubernamentales, a través de la figura del “militante” que no milita, sino factura. Este fenómeno queda expuesto en la presente etapa preelectoral, con políticos históricos y bisoños pujando para integrar listas de cargos electivos, sin que partidos, viejos agravios o la corrupción sean limitantes. 

Planteado el diagnóstico, cabe preguntarse si en este contexto será posible desactivar el estado de corrupción permanente. Para lograr una respuesta se deberá eludir la trampa comunicacional de las “grietas”, recurso apropiado para influenciar en la opinión pública invocando genéricas ideologías, pero no para combatir la corrupción. Si bien los entramados estatales a gran escala nacen en las cúpulas de poder político, necesitan luego de complicidades activas y pasivas en sectores institucionales y privados. Actualmente, a diferencia de históricos casos de corrupción de alto impacto político y económico que quedaron impunes, pareciera haber surgido hechos cuyas características peculiares abren una posibilidad de éxito en el combate contra la corrupción estatal-privada, con la siguiente cronología: 

Marzo de 2016.- Canal 13 exhibe videos de una cámara de seguridad que muestran a los hijos de Báez contando millones de dólares en el 2012, en oficinas de una financiera en Puerto Madero. 

Junio de 2016.- En la madrugada es detenido el ex secretario de Obras Públicas José López, intentando ocultar bolsos con 9 millones de dólares en un convento de General Rodríguez. Casi de inmediato, Diputados aprobó el proyecto de ley de Extinción de Dominio, y la trasladó al Senado. 

Julio de 2016.- Por orden del juez Ercolini a cargo de la causa Hotesur, ordena abrir dos cajas de seguridad en el Banco Galicia a nombre de Florencia Kirchner, conteniendo 4,6 millones de dólares. 

Octubre de 2016.- Se aprueba la ley 27.304, que incorpora en el Código Penal la figura del imputado colaborador, conocida como la del arrepentido. 

Enero de 2018.- Llega a manos del periodista Diego Cabot una caja conteniendo ocho cuadernos del chofer del Secretario del Ministerio de Planificación Roberto Baratta, con detalladas anotaciones del circuito recaudatorio de coimas entre marzo del 2005 hasta noviembre del 2015. 

Cabe analizar porque dichos sucesos fueron posibles, que características inéditas presentan, y que feroz lucha política de encubrimiento se aproxima. 

Buenos Aires, 07 de marzo 2019

miércoles, 27 de febrero de 2019

EL SILENCIO DE LOS NO INOCENTES

Para arribar a conclusiones acertadas respecto a la corrupción estatal-privada, los análisis debieran concentrarse en los acotados estamentos públicos, institucionales, empresariales y gremiales directa o indirectamente relacionados con el manejo de los recursos del Estado. Es la única forma de entender una trama delictiva con vértice en lo institucional, que alcanzó niveles de despojo económico y de complicidad sorprendentes por su extensión y diversidad. Previamente es necesario tener presente dos trampas comunicacionales: 1) enmascarar responsabilidades individuales tras porcentajes de supuestas adhesiones masivas a un partido y/o candidato; 2) transformar actos de índole penal en épicas políticas, para lograr la impunidad de los culpables y la sobrevivencia de las estructuras delictivas. 

La táctica del enmascaramiento la ejemplifica la frase “la sociedad es tolerante con la corrupción, que no le mueve el amperímetro”. Pero lo importante es juzgar a los estamentos estatales de responsabilidad, que integran no más de 1.000 funcionarios entre poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y una estimación de 4.000 agentes con complicidades activas y pasivas (políticos, empresarios, gremialistas, testaferros, comunicadores), sobre una población total de 44 millones de habitantes. Por lo que en lugar de juzgar en abstracto a la sociedad, debiera priorizarse el mensaje que “a demasiados dirigentes que configuran las “células madre” del poder institucional, empresarial y gremial, la corrupción no les mueve el amperímetro”. En cuanto a la estrategia de encubrir delitos tras escenografías persecutorias o de épicas políticas para lograr la impunidad, existe un ejemplo ilustrativo: el ex presidente Carlos Menem, a 23 años de iniciada la causa por el contrabando de armas a Croacia y Ecuador, y tras dos condenas firmes, continúa siendo senador, con aval de la Corte Suprema de Justicia para ser candidato. 

Explicitadas estas estrategias relacionadas con la propaganda política, es momento de plantear un interrogante más complejo y de directo impacto económico-social en la sociedad: cómo ha sido posible mantener esa trama delictiva eficaz aún subsistente durante más de una década, en el marco de un sistema democrático? Nuevamente debemos avizorar posibles instrumentos. Uno legal, a través de un sistema electoral que restringe el poder del voto ciudadano (reelecciones, ley de lemas, listas sábana, permanentes modificaciones oportunistas de las leyes), que favorecen las continuidades políticas. El otro la cobertura de partícipes pasivos, que sin actuar directamente en los circuitos de corrupción desde el punto de vista penal, desempeñan un rol igualmente necesario: dejar hacer, no ver, callar. Sus apetencias son satisfechas con cargos y prebendas públicas, muchas veces extensivas a familiares, Este grupo representa el silencio de los no inocentes. 

Muchos de los reconocidos actores activos y pasivos participan en la actual etapa preelectoral de una danza alocada para acceder o mantener el usufructo de cargos públicos privilegiados (listas de candidatos), sin que en sus discursos la corrupción sea un límite. Les es más fácil simular debates genéricos y grandilocuentes basados en justicialismo kirchnerista o “racional”, radicalismo Pro o K, neoliberalismo, populismo, progresismo, y otros “ismos”, que plantear el combate a las cleptocracias, enriquecimientos ilícitos, latrocinios, peculados. Este ejercicio intenso de hipocresía que durará hasta el cierre de listas, incluye a modernos Savonarolas políticos, que oscilando entre la mística y la obsecuencia, pregonan públicamente que el líder malo de ayer, está mucho más bueno hoy. Tanto oportunismo explícito, genera a los líderes actuales el mismo problema que a los príncipes de ayer. Aconsejaba Maquiavelo respecto a los mercenarios: “No se pueden confiar en ellos si son hombres de mérito, porque aspirarán siempre a forjar su propia grandeza. Y mucho menos si no lo son, pues con seguridad llevarán al príncipe a la ruina”. 

Lograr cambios profundos con los mismos dirigentes desde hace casi tres décadas no será fácil, pero un paso que los ciudadanos podemos intentar es desarmar sus falacias dialécticas. Un comienzo sería preguntarnos: porqué fue posible la causa llamada de los cuadernos? Cómo se intentará neutralizarla? Será un punto de inflexión? 

Buenos Aires, 27 de febrero de 2019

miércoles, 20 de febrero de 2019

NÚCLEOS DUROS FLEXIBLES

En la última newsletter reflexionamos sobre el incorrecto uso del concepto “núcleo duro” aplicado a porcentajes globales de adhesión a un partido o candidato, tanto en encuestas como en análisis. Dado que la condición de “duro” pertenece a los materiales, usaremos esta analogía para incursionar en el voluble mundo de la política, y transparentar viejas falacias discursivas. La menor partícula de un material es el átomo, formado por un núcleo que combina protones y neutrones, rol que correspondería a personajes políticos y corporativos identificables, con electrones, que giran permanentemente alrededor del núcleo, rol que cumplen los millones de votantes anónimos.

En los átomos políticos partidarios, la incidencia de los núcleos respecto a la totalidad de adhesión a un partido o candidato, es de aproximadamente del 2%, que sube al 5% en caso de acceder al gobierno, debido a que el concepto “ejercicio del poder” en democracia, abarca no solo a oficialismos, sino a oposiciones e instituciones corporativas. El porcentaje remanente corresponde a votantes anónimos. La cuantificación del 5% parecería escasa en términos porcentuales, pero no lo es en relación al total de votos obtenidos por el partido que triunfa en una elección nacional, que contaría un universo aproximado de 6.000 cargos públicos con personas identificables, entre poderes ejecutivo, legislativo y judicial. 

Este enfoque, lejos de ser un juego de palabras o de números, permite asumir la importancia de poner el foco de atención en los actores visibles que conforman las cadenas de responsabilidades públicas, impidiendo que intenten mimetizarse cual voceros místicos, tras supuestas opiniones o adhesiones multitudinarias. Esta antigua estrategia responde a una de las reglas de la propaganda política nacida en las primeras décadas del siglo XX para el manejo de la opinión pública, llamada “de la unanimidad y contagio”. Se basa en la comprobación de la presión psicológica que ejerce un conjunto de opiniones por sobre la opinión individual. Jean Marie Domenach lo ejemplificó en su libro “La propaganda política”, relatando que en el siglo XIX tres sastres de Londres elevaron una petición sectorial al Rey, firmándola “Nosotros, el pueblo inglés”. Nada cambió. Reconocidos políticos, analistas y periodistas intentan sostener sus mensajes expresando que “la gente está muy mal” o “la gente estará mejor”, sin explicitar sus propias opiniones, y en caso de ejercer funciones políticas, formular propuestas.

Eludir la trampa de los mensajes enlatados supuestamente verosímiles, como “tal candidato tiene un núcleo duro del 30%”, que combinan lo conceptual (duro), con lo numérico (30%), permitirá formular nuevos interrogantes para detectar falacias discursivas y pobres estrategias de marketing político. El período que concluirá el próximo 22 de junio con el cierre de listas de candidatos a cargos nacionales, y con calendarios más diversificados en las provincias, es óptimo para este ejercicio, porque destruye el concepto de “núcleo duro” entendido como fidelidad partidaria y coherencia programática por parte de los políticos. Por el contrario, se observa en su mayoría una enorme flexibilidad personal para, girando como votantes anónimos, intentar acomodarse en las listas de candidatos, sin limitaciones partidarias. En política, más que hablar de núcleos duros, habría que hablar de núcleos plásticos.

Para cerrar estas analogías entre el mundo físico-químico y el político, resta mencionar a las fuerzas que en los laboratorios unen a los átomos entre sí, permitiendo realizar las diversas combinaciones necesarias para fabricar materiales, llamadas enlaces químicos. Cabe preguntarse, que se entendería por enlaces químicos en política, ya no para fabricar materiales, sino para conseguir objetivos personales? Ejemplifiquemos con dos objetivos: 1) Promover la perpetuación política; 2) Promover el saqueo de los recursos económicos del Estado.

Para el primer objetivo el rol de enlaces químicos los cumplen los sistemas electorales, sean nacional o provinciales. Son intencionadamente restrictivos con el derecho del ciudadano a elegir, a través de innumerables artilugios legalizados, que no existen en otros países. Muchos de ellos inconstitucionales, avalados por la propia Corte Suprema de Justicia. Lograr este objetivo necesita solo de enlaces políticos legislativos y judiciales. En cuanto al segundo objetivo, el de promover y facilitar la corrupción en el Estado, dada la cantidad y variedad de enlaces políticos necesarios, merecerá un análisis más detallado en la próxima reflexión. 

Buenos Aires, 20 de febrero 2019

miércoles, 13 de febrero de 2019

QUÉ ES NÚCLEO DURO?

En los procesos preelectorales, que en la política argentina ocupan prácticamente la mitad de un mandato presidencial, pululan las encuestas de opinión destinadas a reflejar las adhesiones que reciben las principales agrupaciones en pugna, traducidas en porcentajes. En un intento de sutileza analítica, se identifica a parte de esos guarismos como “núcleos duros”, integrados por quienes, pase lo que pase, votarán a determinado partido o candidato. En principio es un concepto asimilable a bipartidismos y fidelidades hoy inexistentes. A tal punto que los remanentes que dejan dichos núcleos duros se los llama “ancha avenida del medio”. Aumenta la confusión cuando se pretende asociar dicha globalidad porcentual con definiciones como neoliberalismo, populismo y progresismo, igualmente genéricas. 

Pero dada la fuerte instalación que tiene la etiqueta “núcleo duro” en el campo analítico y propagandístico, podría utilizársela para reflexionar sobre la realidad política sobre bases más científicas. “Duro” es una condición inherente a la resistencia de los materiales, que están constituidos por átomos, que es la menor partícula material indivisible. El átomo está formado por una parte central indivisible que otorga la condición de masa y dureza llamada núcleo, integrada por protones y neutrones, y electrones externos que giran alrededor del núcleo. Diversas combinaciones físico-químicas dan lugar a distintos materiales, como los metales, maderas, plásticos. Es posible trasladar este circuito científico al campo político, aplicado a definir partidos y candidatos en lugar de materiales? En este supuesto el rol de núcleo lo cumplirían los componentes políticos identificables (partidos y/o candidatos), y el de electrones en permanente movimiento los votantes, que en su casi totalidad son anónimos. Lo señalado permite comprender que llamar “núcleos duros” a porcentajes globales de adhesión a determinado partido o candidato (ejemplo 25 o 30%) es incorrecto, pues previamente se debiera discriminar entre los que corresponden al núcleo (partidos/candidatos) y a los electrones (votantes). Así como sería imposible identificar a un material y sus propiedades con millones de electrones girando alrededor de un núcleo que no tiene sus protones y neutrones definidos, de igual modo sería irrazonable estimar porcentajes de adhesión de millones de votantes (electrones), girando alrededor de un núcleo que tenga sus protones y neutrones (partido y candidatos), fluctuantes y no consolidados.

Aceptada esta analogía, comienzan los interrogantes: qué debiera significar “núcleo duro” en términos políticos? Yendo a los números, en la última elección presidencial Cambiemos y el Frente para la Victoria promediaron cada uno 12 millones de votos. El núcleo duro lo integran políticos identificables, cargos electivos, y diversos círculos cercanos al poder, que se puede estimar en un 5% del total de votos, o sea, unos 6.000 protones y neutrones. Ello incluye funcionarios en cargos en instituciones claves y organismos de control, que actúan como enlaces químicos entre átomos y electrones, que en política se llaman lubricantes. El resto son (somos) millones de electrones que no pararemos de girar. 

En la guerra marketinera de productos, los oficialismos intentan defender su marca, para continuar liderando el mercado. Por el momento, el núcleo Cambiemos mantiene unidos a los neutrones y protones Pro, UCR y Coalición Cívica. Siempre atentos a que el super protón Lilita no produzca una explosión con reacción en cadena. Los verdaderos problemas atómicos se generan en las oposiciones, que intentan desplazar al producto más vendido proponiéndose como algo nuevo. Lo cual presenta un problema inicial: los laboratoristas deberán trabajar con los mismos protones y neutrones (núcleo), vigentes desde hace décadas. Para generar el “nuevo producto”, se intentarán un sinnúmero de combinaciones y se formularán interrogantes. Cómo lanzarse al mercado: cómo PJ, Frente Renovador o Frente Progresista? Frente Para la Victoria y Unidad Ciudadana son segundas marcas del PJ? Manzur en Tucumán, será protón o neutrón? Cómo lo integraríamos con Alperovich? Con qué protones se asociará el neutrón Massa? Solá, Alberto Fernández, Pino Solanas y Victoria Donda, si bien no paran de girar, al tener nombres propios no pueden considerarse anónimos electrones. Qué hacer para combinarlos? 

Este intento de interrelacionar como vía analítica a la rigurosa físico-química con la voluble política, concluye con una similitud entre ambas ramas que es irrebatible: los núcleos son concentrados e identificables (políticos), mientras que el destino de los millones de electrones (votantes), será el de girar permanentemente alrededor del núcleo.

Buenos Aires, 13 de febrero 2019

miércoles, 6 de febrero de 2019

EXTINCIÓN DE HIPOCRESÍA

El tardío debate generado por el DNU presidencial que implementa la extinción de dominio ante casos de corrupción contra el Estado, exhibe crudamente la hipocresía de gran parte de la clase política. El caso debiera ser evaluado más allá de posicionamientos partidarios o ideológicos, y evitando la trampa oscurantista de la “grieta”. El oficialismo carece de mayorías legislativas para convertirla en ley, y el justicialismo kirchnerista y/o racional carece de los números necesarios para impedir su sanción en caso de existir consensos mayoritarios. Para comprender la dificultad en lograr una ley coherente y eficaz que permita recuperar parte de los recursos sustraídos al Estado, es necesario asumir que se debe extinguir previamente la hipocresía política discursiva. 

La hipocresía implica un uso de la falsedad y el engaño, para encubrir inconsistencias entre lo que se dice y lo que se piensa o se hace. Puede adoptar la forma de simulación (decir o mostrar algo distinto de lo que es), o de disimulo (ocultar lo que no se quiere mostrar). Esta segunda alternativa se utilizó para “cajonear” desde hace más de dos años una ley fundamental contra la corrupción. Aprobada en Diputados en junio de 2016, tras el escándalo de los bolsos de José López, permaneció en el Senado desde entonces para ser devuelta a Diputados recién en agosto de 2018, presionado por los escándalos de los cuadernos. Pero con modificaciones que pretenden licuar su eficacia, al someter la acción civil de decomiso a una sentencia penal. En este contexto, en un país en que los presidentes de turno asumen casi en exclusividad alabanzas o críticas, Macri emitió el DNU. 

Ello obligó a que legisladores y políticos se vieran forzados a variar el matiz de la hipocresía, pasando del disimulo (cajoneo), a la simulación, intentando encubrir su inacción bajo un alud de objeciones al DNU: es inconstitucional, es oportunista, afecta la propiedad privada, etc. Sin embargo el poder legislativo posee un holgado presupuesto, extenso plantel de asesores, y posibilidad de contar con opiniones externas de constitucionalistas prestigiosos, como Monner Sans, Sabsay, Badeni, Gil Lavedra, Lonigro, Félix Loñ, para cumplir con la obligación de elaborar leyes impecables desde lo jurídico, y en este caso, eficaces en lo punitivo y resarcitorio. La ley existe en países desarrollados, y es recomendada por importantes organismos internacionales. Pero queda claro que nuestros impedimentos no son jurídicos, sino de complicidad y/o complacencia con la corrupción. 

En condición de ciudadanos comunes no debemos temer opinar sobre lo jurídico, evitando eso sí, necedades. Desde el Código de Hammurabi en el imperio babilónico, escrito 1.750 años antes de Cristo, son las comunidades las que con sus gobiernos, usos y costumbres, dan el marco necesario para que los especialistas elaboren leyes acordes y comprensibles. Más aún en la modernidad, en la que cualquier ciudadano puede comprender que es una mala ley, que es complicidad, que es cajoneo. La extinción de dominio permite al Estado decomisar activos provenientes de la corrupción, narcotráfico y crimen organizado, mediante una acción civil. En el caso de los recursos públicos, es aplicable a funcionarios responsables y sus partícipes, que habitualmente exhiben un enriquecimiento patrimonial no justificado, delito que como sabemos, invierte la carga de prueba, siendo el acusado quien debe mostrar el origen de tal riqueza. Queda claro entonces que el derecho de propiedad no es afectado, y las responsabilidades se extienden a familiares y testaferros. Por ejemplo, el Estado podría recuperar en forma inmediata los 9 millones de dólares que José López declaró “provenían de la política”. 

Dentro del recurrente ejercicio de la hipocresía, el diputado justicialista Rodolfo Tailhade solicitó al Procurador General de la Nación aplicar el DNU contra Gianfranco Macri, hermano del presidente, por la concesión supuestamente ilegal de parques eólicos por la que recibió 5 millones de dólares. Paradójicamente la denuncia de Tailhade avala la extinción de dominio, sea por DNU o una futura ley eficaz, porque demuestra que de corresponder, es aplicable a presidentes pasados, actuales y futuros, y a sus familiares directos. 

Convencerá este aporte de Tailhade a legisladores y políticos? 

Buenos Aires, 06 de febrero 2019

miércoles, 30 de enero de 2019

QUIÉN ES SERGIO MASSA?

En la última newsletter del 2018, tras evaluar antecedentes históricos, contextos políticos y sistema electoral, se concluyó que indefectiblemente Cristina Kirchner será candidata a presidente. Y sin necesidad de especulaciones analíticas, Macri pretenderá obtener un segundo mandato encabezando Cambiemos. Pero lo señalado lejos está de reconfigurar un símil del viejo bipartidismo peronista-radical, que si bien mantiene cierta extensión territorial en lo discursivo, carece de actores convocantes y coherencias programáticas unificadoras. Ningún candidato con posibilidades se presentaría hoy a elecciones bajo las siglas excluyentes del Partido Justicialista o UCR. Sin embargo sorprende que políticos y analistas adjudiquen la responsabilidad de esta nueva polarización exclusivamente a Macri y Cristina Kirchner. Cabe preguntarse: esta eventual estrategia de polarización, justifica la incapacidad de generar una opción alternativa? 

Sergio Massa es un excelente soporte analítico para intentar una respuesta convincente. Encabeza la tercera fuerza electoral, representa a una generación con futuro, y anhela ser presidente. Su reseña biográfica indica que fue presidente de la Ucede en provincia de Buenos Aires hasta 1996, perteneciendo al ala liberal que promovió participar en el gobierno justicialista de Menem. Tras dicha simbiosis, fue diputado justicialista entre 1999 y 2002, funcionario en los gobiernos de Duhalde y Kirchner e intendente de Tigre. Para las elecciones legislativas del 2013 conformó el Frente Renovador, y encabezando la lista de diputados, con el apoyo de Macri entre otros, derrotó ampliamente al FPV en la provincia de Buenos Aires, cerrando la pretensión de Cristina Kirchner y sus adherentes de promover una reforma constitucional que la habilitara a un tercer mandato. Este sólido antecedente le abría las puertas para cimentar y enriquecer su espacio político con miras a la elección presidencial del 2015. Sin embargo, no quiso o no pudo eludir vicios que identifican a gran parte de la clase política argentina. Como les sucede a quienes exhiben cuotas de poder, tuvo que afrontar acercamientos oportunistas que encubrían sus apetencias personales bajo el falaz barniz de las ideologías. Valga como ejemplo un suceso patético producido a un mes de la elección presidencial del 2015, que será recordado como emblema del cinismo político. La diputada renovadora Mónica López, dura crítica de la gestión de Scioli en la provincia de Buenos Aires durante la campaña, a un mes de la elección abandonó a Massa para apoyar a Scioli, con conferencia de prensa de presentación mediante. 

La fórmula Massa-Stolbizer alcanzó el 21,39 % de los votos, que si bien no alcanzaron para ingresar al “ballotage”, configuró una interesante base de sustentación para seguir consolidándose como alternativa. En su conferencia de prensa tras el cierre de los comicios, Massa fue acompañado por Stolbizer, compañera de fórmula, Roberto Lavagna y Felipe Solá. Tan solo 15 meses más tarde, todos siguen distintos e indefinidos derroteros, circunstancialmente interrelacionados bajo el eslogan “unirse en contra de”. Mensaje lacónico y mezquino, que carente de propuestas, solo potencia lo que se dice criticar: la polarización. 

Lo descripto no convierte a Massa en una víctima de los recurrentes oportunistas del poder; sino en uno de sus principales responsables. Sus demagogias e indefiniciones, que le mereciera el popular y explícito rótulo de “ventajita”, siembran dudas entre propios y extraños, que se expresan en una pregunta: que piensa y que hará Sergio Massa? 

En contraposición, los que priorizan su permanencia en los privilegiados ámbitos de poder carecen de dudas e inhibiciones, y reproducen sin cesar nuevos “Mónica López”: Felipe Solá, Alberto Fernández, Facundo Moyano, Daniel Arroyo, Pino Solanas, Victoria Donda, Alfredo Olmedo, entre otros. Impertérritos, a sus amontonamientos circunstanciales los llaman “patrióticos”. 

Se podría suponer que estos personajes responden realmente a una hábil estrategia polarizadora de Durán Barba? 

Buenos Aires, 30 de enero 2019