miércoles, 17 de abril de 2019

DE CUADERNOS A EXPEDIENTES

Los cuadernos escolares de bajo costo, con anotaciones tipo borrador de un oscuro chofer intencionadamente subvaloradas por ser fotocopias, dieron lugar a investigaciones de hechos y personajes que fueron conformando expedientes ilustrativos de las tramas de corrupción estatal-privada. Concluidas en algunas causas las etapas de recolección de pruebas y acusatoria, e integrados los tribunales para iniciar los juicios orales y públicos, se ingresa a la siguiente fase de complicidad habitual en la corrupción estatal, en la que los procesados operan para demorarlos y/o desactivarlos a través de diversos subterfugios, mientras continúan negociando impunidades. Queda explícita la gran contradicción de los autoproclamados “perseguidos políticos”, que mientras públicamente invocan problemas de estrés y de salud, privadamente actúan con denuedo para evitar el juicio que podría declararlos inocentes. 

Si bien los carriles utilizados continúan siendo los públicos-institucionales y paralelamente operaciones en las sombras, en ambos cambian los actores. En los institucionales, los jueces federales son sustituidos por jueces que integran los tribunales a cargo de los juicios. En “las sombras”, los operadores judiciales políticos son reemplazados por quienes ejercen acciones más directas y perentorias: los espías. En nuestro país abundaron casos de corrupción: IBM, Skanska, Banco General de Negocios (Rohm); de jueces como Liporace, Tiscornia, Trovato, Branca, y de centenares de políticos y allegados. Todos tuvieron impactos mediáticos y literarios, siendo un hito “Robo para la corona”, escrito por Horacio Vertbisky en 1992. Pero salvo penas menores y alguna destitución de un juez, el resultado inevitable fue la impunidad. Pero considerando que los “cuadernos” y sus consecuencias exhiben por primera vez a todos los eslabones de la trama, integrada por funcionarios, empresarios, financistas, jueces, fiscales, familiares, más una legión de desconocidos para la opinión pública, pero imprescindibles para ocultar, recircular, evadir y lavar montos multimillonarios, el interrogante a develar será: se mantendrá una vez más la impunidad? Sobrevivirá la trama político-judicial que la sostiene desde hace décadas? 

Avizorar una respuesta exige que los próximos hechos políticos-judiciales se analicen cual novela policial, en la que nada será casual. Como ciudadanos comunes nuestras fuentes de información serán los medios de comunicación, que nos proveen en forma simultánea y diversificada hechos, opiniones e interpretaciones con objetivos divergentes. En lugar de receptarlos pasivamente para optar por quienes nos “convencen”, deberemos transformarnos en escépticos inquisidores aficionados, para quienes todos los personajes son importantes, tienen nombre, roles y están bajo sospecha, sea por hacer, impedir hacer o dejar hacer. El delito de la corrupción pública no interrelaciona a los sospechados por adherir a derechas o izquierdas, neoliberalismos o populismos, o ser justicialistas o radicales, sino por coincidir en un único objetivo: apoderarse ilegalmente del dinero del Estado. 

En el campo público institucional judicial cobrará relevancia la actuación de los jueces designados para integrar tribunales de juicios orales y públicos, y las tácticas dilatorias para demorarlos. Los más próximos son: 1) Causa direccionamiento de obra pública (jueces Uriburu, Gorini y Basso), con inicio el 21 de mayo; 2) Causa Los Sauces (jueces Pailloti, Obligado y Martínez Sobrino); 3) Causa Hotesur (jueces Namer, Toselli y López Iñíguez). Los dos últimos sin fecha de inicio. En cuanto al campo “oscuro” del espionaje, el foco de atención deberá volcarse en la investigación de una supuesta red por el juez Ramos Padilla. Si bien el origen de la causa pareciera tener como objetivo lo que el vaticanólogo Eduardo Valdez anunciara telefónicamente como “Bonadío y Stornelli puf”, fracasado el impacto sorpresa pretendido, se abre un insospechado campo de investigación respecto al cínico uso de los servicios de inteligencia, nada patrióticos por cierto. Vistas sus rápidas conclusiones iniciales y declaraciones ante dos comisiones en Diputados, el juez de Dolores debería seguir entendiendo en la causa. Los personajes que han salido a escena hasta el momento para esta obra de corrupción y suspenso son D`Alessio (espía rico y famoso); Pedro Etchebest (empresario); Gabriel Traficante (empresario); Aníbal Degastaldi (ex comisario); Ricardo Bogoliuk (ex policía y espía); Juan Bidone (fiscal provincial); Rolando Barreiro (ex espía); Gabriel Bouzat (ex socio de D`Alessio); Antonio Luffi (prefecto general). 

Tras hojear a Graham Green y John Le Carré, en la próxima newsletter trataremos de entender algo de los espías argentinos, en versión política. 

Buenos Aires, 17 de abril 2019

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