miércoles, 24 de abril de 2019

ESPÍAS SIN SECRETOS


“Quién habla?: Soy Cristina pelotudo”. Cristina es la ex presidenta de la Nación, y el “pelotudo” es Oscar Parrilli, director general de la Agencia Federal de Inteligencia entre agosto y diciembre de 2015. El diálogo se reprodujo en medios de comunicación como resultado de una grabación “secreta” del contacto telefónico entre ambos. Con el cambio de gobierno, fue designado en su reemplazo el escribano Arribas, con vastos antecedentes en la representación e intermediación de jugadores de fútbol, lo que hace suponer un nivel de “pelotudismo” menor al de un burócrata atado a lo discursivo, pues el ámbito de los clubes de fútbol congrega a actores relevantes de sectores públicos y privados, no precisamente transparentes.
Desactivado el inocultable fin de afectar a las investigaciones de corrupción y con independencia de lo que suceda con el fiscal Stornelli, el caso D`Alessio abre una oportunidad para profundizar en uno de los tantos nichos de corrupción estatal, como es el del supuestamente sofisticado mundo del espionaje. Espiar significa observar, escuchar, acechar, husmear con disimulo para conseguir información. Es en principio una mera tarea de campo. La tarea de procesar la información para tomar decisiones, exige entender, razonar, comprender el entorno, y se llama inteligencia. Tanto el espionaje como la inteligencia pueden aplicarse a fines loables como delictivos. Cuando se desarrollan en un organismo estatal bajo conducción política del Ejecutivo y control legislativo de la Bicameral, su rol institucional supone actuar en defensa de intereses de la Nación. Tras esta generalización, surge un interrogante: con sistemas políticos y judiciales infectados de corrupción, pueden pretenderse sistemas de inteligencia probos? Imposible. Sería como que una dictadura tenga servicios de inteligencia democráticos. Asimismo los servicios de inteligencia deben poseer profesionalidad y reserva para ser eficaces; cumplen estos requisitos los personajes que van subiendo al escenario del Juzgado de Dolores? Finalmente la gran pregunta: en un contexto en que gran parte de los políticos no ven, no saben o no quieren hablar de corrupción, el accionar de los involucrados en el caso D`Alessio tienden a denunciar o a proteger la corrupción?
La respuesta la deberá dar el juez federal Ramos Padilla, quien realizó una investigación preliminar con sorprendente velocidad, lo que en la justicia argentina ya es motivo de sospecha, y declaró ante dos comisiones parlamentarias. Definido el campo de acción, surge una nueva duda: existen realmente servicios de inteligencia profesionales, o los mismos son usados para encubrir y lucrar con la desaforada corrupción estatal-privada? Es difícil pensar que sea un agente encubierto de la DEA, del FBI y del Mossad, que reparte tarjetas en tal condición y concurre a programas de televisión. O que sean agentes de inteligencia conocidos ex policías de la bonaerense retirados o sumariados. Tampoco es creíble que avezados empresarios con contactos políticos o integrantes del poder judicial, declaren haber sido “engañados” por D`Alessio. La ausencia de ingenuidad es la única condición que comparten la política, el poder judicial, espías y bandas delictivas. Pero si coinciden en su capacidad para las puestas en escena, con apoyos periodísticos. Es como si Al Capone declarara su preocupación por los niños pobres del Bronx.
En esta instancia de la atractiva novela policial en la que jugamos a ser investigadores principiantes, debemos eludir la banalización de dos conceptos: el del “arrepentimiento”, y el de la condición de confidencialidad que deben cumplir quienes actúan como agentes de inteligencia. En cuanto a la confidencialidad, no sería más razonable que relevados de este requisito sean citados a declarar en sede judicial los integrantes de la multipartidaria Bicameral, para determinar inicialmente si el grupo delictivo tiene infiltrados y/o lazos con la AFI? Evitando que se repita la causa de sobornos en el Senado, que tuvo una amplia cobertura mediática, y al momento de declarar, comenzando por Hugo Moyano, nadie aportó elementos de prueba. E integrantes de la entonces SIDE, relevados de la confidencialidad por la ex presidenta Cristina Kirchner, negaron haber aportado los fondos. Pudieron haber existido las coimas? Sí, pero transcurrido lo político-escenográfico y al momento de la verdad, la cofradía de impunidad se abroqueló. Peor aún, el tribunal resolvió que se investiguen al ex Jefe de Gabinete Alberto Fernández,  al legislador Anibal Ibarra y al operador Daniel Bravo, por sus intervenciones y declaraciones sospechadas de falsas. También se resaltó la parcialidad del juez Rafecas.
En cuanto a la ley del “imputado colaborador”, la misma es aplicable si el declarante aporta elementos probatorios consistentes, no mera declaraciones mediáticas que resulten impactantes o relatos. El último ejemplo lo brindó el prófugo empresario Samid, acusando al fiscal de haberle pedido una coima de más de un millón de dólares, para luego reconocer que había mentido. De ser falsas o irrelevantes, la pena que le corresponde al declarante se verá incrementada. Pero sorprende que en condición de magistrado, el fiscal Bidone pretenda declarar en busca de la verdad en condición de arrepentido.
Todas las causas de corrupción en trámite son graves, incluida la que maneja Ramos Padilla. Por eso es necesario estar atentos a que una vez más, las instancias de investigación, juicio y sanción, se diluyan en operaciones  para mantener impunidad. Y que en los policiales argentinos, nunca se descubran y/o condenen a los asesinos.
Buenos Aires, 24 de abril de 2019

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