jueves, 28 de noviembre de 2013

HABLEMOS DE FÚTBOL....O SEA, DE POLÍTICA

Descendieron por primera vez en su historia River Plate e Independiente, con deudas reales y ficticias impagables. Hace pocos días el club Colón no salió a jugar su partido contra Atlético Rafaela, por la enorme deuda salarial del club con sus jugadores. La FIFA ordenó a la AFA el descuento de puntos al mencionado Colón, y amenaza hacerlo con Independiente, por no haber cancelado ambos clubes la compra de jugadores en el exterior. Los partidos se juegan con estadios vacíos o solo con hinchas locales, pese a lo cual se deben pagar costosísimos operativos policiales para proteger negocios particulares en lugar de ciudadanos comunes. Las barras bravas, con aceitados vínculos político-judiciales, oscilan entre brutales aprietes y sofisticados negocios. Bajo el calificativo de emocionantes, el marketing intenta disfrazar la pésima calidad de los torneos.

Esta descripción, con solo cambiar las palabras “Clubes” por “Ministerios”; “Dirigentes” por “Funcionarios”; “Espectáculo” por “Política”, y “Balance” por “Presupuesto”, refleja de manera asombrosamente fidedigna el funcionamiento político de un gobierno. En nuestro país ni siquiera es necesario cambiar nombres de funcionarios, empresarios, sindicalistas y barra bravas, para diferenciarlos según actúen en ámbitos políticos o deportivos: son los mismos. Cabe recordar el envión político que significó para Macri la presidencia de Boca Juniors. El senador Aníbal Fernández preside a Quilmes. Para dirigir clubes populares, compiten políticos, empresarios, gremialistas y hasta jueces. Para continuar con la desastrosa gestión de Comparada en Independiente, se presentó una lista con Baldomero Alvarez, senador peronista, y Lascurian, que fuera presidente de la UIA, con el apoyo del sindicalista Hugo Moyano y los conspicuos barras. Para conducir a River, en diciembre pujarán los empresarios Jorge Brito (h); Matías Garfunkel y Carlos Avila, entre otros. El poder judicial también está presente: es el caso del fiscal Stornelli en la estructura de Boca; o del juez Ballestero, de River Plate, en el tribunal de disciplina de la AFA, quien como juez de Cámara, recientemente sacó al inoperante juez Oyarbide la causa de lavado de dinero y evasión impositiva en la transferencia de jugadores. Vaivenes judiciales que no hacen sino invalidar lo actuado, y hacer caer una causa con grandes intermediarios y dirigentes involucrados, según informara en conferencia el máximo responsable de la AFIP, Ricardo Echegaray.

En el área gremial del fútbol, el secretario general de Futbolistas Argentinos Agremiados, el ex futbolista Sergio Marchi, antes que por la falta de pago de meses a los jugadores de Colón, se mostró más preocupado porque el partido con Rafaela se jugara. En realidad, una sola vez Marchi llamó a huelga de jugadores por incumplimiento laboral, posibilitando que la transmisión de partidos pasara de la empresa privada Torneos y Competencias al sistema subsidiado estatal Fútbol para Todos. A partir de entonces los incumplimientos salariales y contractuales se agravaron, pero jamás Marchi sugirió siquiera realizar un nuevo paro. En Argentina pueden haber paros docentes, pero jamás en el fútbol.

Los dirigentes intentan justificar sus escandalosos pasivos (Independiente y River más de 300 millones cada uno); 130 millones Colón de Santa Fe; y así en casi todas las instituciones), en que la parte operativa es deficitaria. No se entiende entonces porqué acuerdan salarios impagables a directores técnicos y jugadores, y comisiones jamás conocidas a intermediarios de jugadores? Acá surge otra similitud entre política y fútbol, en este caso para los retornos: el concesionario en política, se llama intermediario en el fútbol.

Las leyes no quedan excluídas de tamaña irracionalidad. Pese a la envergadura de poder económico y repercusión social que han adquirido los clubes de fútbol en el mundo en general, en donde cada vez más el entretenimiento se entremezcla con la política y los grandes negocios y negociados económicos, en nuestro país se mantiene inalterable definirlos como asociaciones civiles sin fines de lucro, bajo control de la Inspección General de Justicia. Los clubes no cumplen los requisitos de gestión administrativa, ni el Estado los controla. A tal punto llegó la imbricación del fútbol con la política, que en el debate por la próxima reforma del Código Civil, que en lo referido a los clubes de fútbol en particular presenta enormes carencias legislativas, el tema de los clubes de fútbol fue soslayado por todas las fuerzas políticas.

Cabe formularse la pregunta: quién financia este gran descalabro con espectáculos deportivos de bajísimo nivel y riesgo de vida para los espectadores, con organizadores enriquecidos?. En un gobierno supuestamente progresista, aportan el Estado Nacional con casi 975 millones en el presente año, y grandes empresas nacionales e internacionales, especialmente financieras, de comunicaciones y vestimenta deportiva, mediante el esponsoreo y publicidad.

Todos sabemos de fútbol y suponemos conocer los más mínimos detalles del funcionamiento de nuestros clubes, pero muchos nos asustamos al intentar comprender los vericuetos de la política. Al menos en nuestro país, en personajes, metodologías y gestiones, fútbol y política es casi lo mismo.


miércoles, 20 de noviembre de 2013

LA ATOMIZACIÓN POLÍTICA Y PARTIDARIA FRACASÓ


El análisis del resultado de las pasadas elecciones legislativas en el ámbito nacional, antes que para destacar la eventual derrota del oficialismo o el surgimiento de potenciales candidatos presidenciales para el año 2015, sirve para dejar conclusiones mucho más valederas a futuro para el ciudadano: la atomización política y partidaria alcanzó un límite insostenible.

Tanto agrupaciones como candidatos supuestamente triunfadores, no alcanzaron por sí un número de votos que los convierta hoy en una seria alternativa nacional. La primera minoría por su parte, el gobernante Frente Para la Victoria, afronta el peor escenario cuando el líder peronista de turno tiene fecha de vencimiento: duras luchas por la sucesión por fuera del partido, usufructuando la falta de una oposición no peronista consolidada.

El criticado bipartidismo otrora monopolizado por el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical, que por la desvirtuación de sus aparatos partidarios en perjuicio de los afiliados derivó en la despectivamente llamada “partidocracia”, estalló en un sinnúmero de agrupaciones de efímeras existencias y variadas y creativas denominaciones, aglutinadas bajo el paraguas de Frentes, Confederaciones o Alianzas. La vieja “partidocracia” se transformó en “quinchocracia”, en donde asado mediante, las pequeñas cúpulas dirigenciales de sus mínimos partidos se ubican a la cabeza de las listas para renovar como minoría una y otra vez sus cargos legislativos. O bien, sin ningún rubor se trasladan a la agrupación que los tiente con una mejor oferta. El último ejemplo fue el diputado electo Adrián Pérez, que de la Coalición Cívica se insertó en el Frente Renovador. A tal punto llega la distorsión conceptual y de principios, que Massa exhibió esta adquisición como un logro. Pareciera ser que en la Argentina, la incoherencia política y oportunismo personal se llama “transversalidad”.

En este contexto mal pueden existir programas de gobierno serios; equipos profesionalizados y mancomunados en sus objetivos; organismos de control prestigiosos y justicia federal que sancione la corrupción del Estado, asociada a empresarios privados. No es casual que el mismo partido y con las mismas personas privatice y/o estatice livianamente y con ruinosos efectos para la sociedad argentina. Tampoco es casual que supuestas oposiciones acepten y voten pasivamente modificaciones estructurales al sistema jubilatorio; la política petrolera; expropiaciones con resarcimientos indefinidos a futuro, sin ninguna salvaguarda, bajo el irresponsable justificativo que dichas acciones están dentro de “sus principios partidarios”. 

No hay política sin partidos, y no hay partidos sin política. Una definición generalmente aceptada define a Partido como a una asociación de individuos unidos para debatir y compartir intereses, principios, proyectos y objetivos comunes. Qué diferencia esta definición a un Partido de una ONG o una Asociación cultural? En nada, porque se omitió decir “Partido político”, cuyo objetivo principal, entonces sí, es alcanzar la responsabilidad de gobernar con el consenso mayoritario de los ciudadanos.

La ausencia de Partidos provoca como efecto más visible la ausencia de plataformas electorales, entendidas como el compromiso explícito de implementar acciones concretas de gobierno. Las campañas se reducen a obviedades y  generalidades, con acompañamiento musical e imágenes de felicidad si el candidato es oficialista, o de tristeza si es opositor. Así como el oportunismo se lo disfraza con la palabra “transversalidad”, la carencia de compromisos explícitos se la disfraza con la palabra “pragmatismo”, provocando que quienes alborozados festejen haber expropiado las acciones de la petrolera española Repsol, meses más tarde deban aplaudir la asociación de YPF con la petrolera norteamericana Chevron. Y dicho sea de paso, si tienen apoyo económico del gobierno, los festejantes pueden ser marxistas, nacionales y populares o neoliberales.

En el año 1743, escribía Jean-Jacques Rousseau en su libro “El Contrato Social o principios del derecho político”: “El pueblo inglés se cree que es libre: está gravemente equivocado. Solo es libre mientras dura la elección de los miembros del parlamento; en cuanto esos miembros son elegidos, el pueblo esta esclavizado; vuelve a convertirse en nada. En el breve momento de su libertad, el pueblo inglés hace tal uso de su libertad que se merece perderla”.

Tenemos dos años para no dejarnos confundir por Frentes, Coaliciones y Alianzas, que se asemejan a verdaderas agencias de colocaciones de políticos. Promovamos la reconstitución de Partidos con principios claros y consecuentes en el tiempo, para entonces sí, debatir con entusiasmo y esperanza.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

CIFRAS Y REALIDADES EN LA ELECCIÓN LEGISLATIVA

La semana anterior se analizó la elección legislativa del pasado 27 de octubre desde lo numérico, vale decir, desde los votos. Llama la atención que analistas tanto oficialistas como opositores otorguen gran relevancia a opiniones de encuestadores cuyas predicciones cada vez más se alejan de los resultados finales, lo que hace suponer que solo cumplen el rol de crear en los votantes “sensaciones de triunfo” para sus clientes, o en el peor de los casos, expectativas de crecimiento. Quizás esto explique porque extrañamente, no se emplee el mismo entusiasmo en analizar la encuesta perfecta: el resultado de las urnas.

Del total de votos a nivel nacional, surge que si se consideran únicamente los votos de las agrupaciones a las que pertenecen los diez potenciales candidatos presidenciales, sin considerar aliados circunstanciales y especulativos, se alcanza la cifra de 16.866.150 de votos, o sea 5.723.850 menos que los emitidos. Por otra parte, las agrupaciones mayoritarias tienen más de dos candidatos posibles de perfiles distintos y a veces opuestos, por lo que los ganadores en una interna no tienen asegurados los votos obtenidos por su agrupación en la elección general.

Como es habitual, la provincia de Buenos Aires y Capital Federal, por poseer el 48 % del padrón nacional, monopolizaron la campaña en los medios de comunicación, dando a los eventuales triunfadores en dichos distritos una supuesta proyección nacional, como son los casos de Massa y Macri, y muy lejos Carrió, lo que no tiene correlato en sus votos y estructuras partidarias en el país. Los ganadores en los grandes distritos del interior (Cobos, Binner y De la Sota), tienen el mismo problema pero cuantitativamente agravado. Podrá decirse que Cobos cuenta con el apoyo de la UCR, pero este centenario partido increíblemente hace años que no se presenta como tal en la provincia de Buenos Aires. Este absurdo se refleja en Ricardo Alfonsín, que deseamos cuente con el perdón de su fallecido padre Raúl: en el 2009 encabezó la lista de diputados provinciales por el Acuerdo Cívico Social; en 2011 fue candidato a presidente por la Alianza Unión para el Desarrollo Social (UDESO), y en la reciente elección fue como segundo diputado provincial por el Frente Progresista Cívico y Social.

El ejemplo Alfonsín, que se replica en muchos otros políticos abonados a cargos legislativos, presenta dos peligrosos síntomas: 1) La velocidad con que se arman y desarman agrupaciones políticas en Argentina; 2) Muchos políticos que renuevan cargos legislativos en listas sábana, dos años más tarde y sin riesgos personales desatan sus egolatrías, y juegan a “yo quiero ser presidente”. La preocupante liviandad en la conformación de partidos, que la ley intencionadamente permite, o la justicia electoral no controla, lleva a que Sergio Massa exprese orgullosamente que derrotó con amplitud a la variante peronista kirchnerista en la provincia de Buenos Aires, con un partido formado tan solo dos meses antes del cierre de presentación para su oficialización. Más tarde, horas antes del cierre de listas, los peronistas Massa, Scioli y De Narváez  manejaban la posibilidad de un acuerdo. Delirante pero real.

Como ya es tradicional, al peronismo gobernante le surgen variantes peronistas circunstancialmente opositoras, al solo fin de reeditar la escenografía en la que al peronismo, ya sea neoliberal o progresista y popular (para el caso es lo mismo), debe  sucederlo un “nuevo” peronismo. Se desata entonces una liturgia repetida y con tristes antecedentes: la lucha interna por el poder.

Para cerrar el breve resumen de aspectos destacados con proyección de futuro que arrojó la elección nacional legislativa de octubre, no se pueden ignorar dos lamentables ejemplos que indican que la continuidad democrática no asegura por sí calidad democrática.

1.- El fallo de la Corte Suprema que rechazó  por anticonstitucional el deseo del gobernador de Santiago del Estero Gerardo Zamora de intentar una nueva reelección, revivió la imagen del viejo caudillo de esa provincia Carlos Juárez, que la gobernara directa o indirectamente durante más de 50 años, y nombrara a su esposa Mercedes “Nina” Aragonés como su sucesora en la gobernación. Zamora, ante la imposibilidad de presentarse, designó como candidata a su esposa, Claudia Ledesma Abdala.

2.- Ante el sorpresivo, al menos para los porteños, triunfo de la oposición en las PASO de La Rioja, el gobernador Beder Herrera se lanzó a una descomunal e inédita compra de votos. El descontrolado uso de los fondos públicos tuvo un moderado éxito: logró superar a la UCR por 770 votos. Herrera se inserta en la línea del caudillismo re-reeleccionista.

Está claro que el contexto político no soportará que los ciudadanos deban someterse al juego frívolo en cuanto a sus obligaciones y marketinero en cuanto a sus intenciones, de los precandidatos presidenciales. Resolver temas de economía en general e inflación en particular; corrupción en el Estado con complicidad de la justicia federal e instalación del narcotráfico;  reforma profunda del sistema electoral con implementación del voto electrónico y lista de candidatos abiertas, entre otros, no podrán esperar hasta el 2015. Las virtudes y defectos de los pretendidos candidatos deberán mensurarse según la manera que formulen proyectos, actúen para promoverlos, y finalmente los voten. A este fin, valdrán tanto los votos positivos como los negativos. En esta evaluación ciudadana, asesores de imagen abstenerse.



miércoles, 6 de noviembre de 2013

ELECCIONES LEGISLATIVAS: NÚMEROS Y ACTITUDES

La primera reacción de los ciudadanos al cierre de las elecciones legislativas en la noche del 27 de octubre, fue de sorpresa: todos festejaron como triunfadores. Pero si se reflexiona sobre las razones subyacentes, las puestas en escena tienen su justificación.

En primer lugar de carácter personal: los que saltaban en los distintos escenarios se habían asegurado una diputación o senaduría para los próximos períodos, sin haber atravesado internas partidarias (salvo el caso UNEN en Capital Federal), y puestos a dedo en listas sábana,  que impiden que el votante elija a quienes considera sus mejores candidatos. En los casos de aquéllos que pretenden erigirse como potenciales candidatos presidenciales en el 2015, tempranamente se sumergieron en el escenario visual marketinero “de los grandes triunfadores”. El círculo se cerró desde el Gobierno en su sede electoral, cuando el vicepresidente Boudou actuando como maestro de ceremonias exultante y enfervorizado, gritaba “somos la primera minoría”. Hasta acá, lo transmitido por los políticos. Ahora intentemos una visión desde el ciudadano común, independientemente de a quien haya votado.

El previsible resultado electoral tuvo como elemento determinante el cierre definitivo de una reforma constitucional que habilite una nueva reelección de la presidente Kirchner, más allá que posiblemente surjan ideólogos que intenten una reelección mediante vías alternativas antijurídicas, con interpretaciones forzadas. El escenario a futuro cambió sustancialmente: se pasó de un debate constitucional a una lucha sucesoria.  
A partir de este dato, se abre un amplio panorama con múltiples y confusas opciones para constituirse en opción de gobierno, ya sea en lo referido a las configuraciones partidarias como a los candidatos para representarlas. Estos últimos deberán ser juzgados de ahora en más a través de sus tareas legislativas y proyectos concretos, lo que obviamente incluye al oficialismo en ejercicio del gobierno, pues el país no soportará estériles discusiones y mensajes grandilocuentes respecto a la economía, corrupción, inflación e inseguridad, entre los reclamos más relevantes.

Por ello es válido centrar el análisis en aspectos concretos que dejó la última elección y su proyección a futuro, ante que dedicarnos a los infantiles listados de supuestos ganadores y perdedores. Comencemos por los resultados generales nacionales. Sobre un total de 22.590.000 votos válidos, el ordenamiento por votos obtenidos fue el siguiente, computando el vasto campo de “los aliados”:
Frente Para la Victoria   7.488.000            Unión Cívica Radical      4.830.000
Frente Renovador           3.848.000            Frente Cívico Social       2.068.575                               
PRO                                 2.034.000            Frente de Izquierda       1.155.000   
Las seis agrupaciones representan el 86 % de los votantes.      

Si el análisis se centra en los partidos de extensión nacional, comienzan las curiosidades. La UCR solo participó como tal, en las provincias de Córdoba, Chubut, Entre Ríos, Mendoza, Misiones, Río Negro y Tierra del Fuego, con un total de 1.330.611 votos . El PJ solo compitió en La Pampa, Salta, Santa Cruz y Tierra del Fuego, sumando 223.243 votos. El histórico y tradicional Partido Socialista solo se presentó en Misiones. El Frente Para la Victoria por su parte, es el único partido que se presentó en la casi totalidad de los distritos, salvo en La Pampa y Salta. Hay que reconocerle entonces no solo su lógica condición de primera minoría, sino la coherencia que debe exhibir cualquier partido que pretenda conducir al país: tener presencia efectiva en todas las provincias.

Tras el justificado halago para el FPV, se presenta un serio problema que debería resolverse en los próximos dos años: si un 67 % de ciudadanos no votaron candidatos de gobierno, se les negará el derecho de tener una opción presidencial real en el 2015, frente a las multicolores variantes peronistas?  Esa eventual opción deberá apoyarse en una estructura partidaria y programática coherente; sustentarse en un trabajo mancomunado y sostenido desde ahora;  y reflejarse en un candidato presidencial surgido en interna abierta y no en “consensos” entre pocos particulares. Hoy esa opción no existe.  Es de esperar también que para el 2015 finalmente estén derogadas las listas sábana legislativas, en la que se cuelan personajes sin méritos y familiares de dirigentes, negando al ciudadano el derecho de elegir a sus legisladores individualmente.

Retomando la realidad numérica, analicemos los votos sacados por quienes al día de hoy se presentan como candidatos presidenciales, ordenados de mayor a menor según cantidad de votos. Se considerará solo la categoría de diputados nacionales, que se votó en todas las provincias, y se sumarán solo los votos aportados a los partidos que representan,  excluyéndose a los llamados aliados, por ser circunstanciales y especulativos a favor de sus cúpulas dirigenciales.
Urribarri/Capitanich/Scioli (Frente Para la Victoria)            6.648.451                                                          Massa (Frente Renovador)                                                3.776.898  
Binner (Frente Progresista Cívico y Social)                        2.068.575 
Macri (PRO)                                                                     1.473.742  
Cobos/Sanz (UCR)                                                           1.350.940        
Frente de Izquierda (candidato desconocido)                        950.600 
Carrió (UNEN)                                                                    581.096       
De la Sota (Unión por Córdoba)                                           515.848   


En momentos que las encuestadoras una vez más fallaron ostensiblemente en sus pronósticos, sorprende que analistas y políticos no profundicen  en las conclusiones que pueden obtenerse de la encuesta más precisa e irrefutable: la suma del voto del ciudadano. Intente el lector sacar sus propias conclusiones, y la próxima semana continuaremos avanzando en el tema.