El título, contra lo que cabe suponer, de ninguna manera pretende
sumarse al coro de los diversos analistas políticos, que con mínimos matices,
plantean solo dos aspectos relevantes emergentes de la reciente elección
legislativa: 1) concluyó el ciclo peronista kirchnerista; 2) se largó la
carrera entre supuestos “presidenciables”.
Más allá de precandidaturas, llegar de la mejor manera al recambio
presidencial en diciembre de 2015 exigirá la implementación de acciones
políticas y reformas estructurales de corto plazo ineludibles en diversos
campos: partidario; económico; legislativo y judicial. La reciente campaña
abundó en los habituales ejercicios declamatorios, propagandas vacías de
contenido, cotillón más acorde a fiestas de egresados, y como es habitual,
carencia total de propuestas concretas. Casi como un rezo laico, todos los
candidatos, oficialistas o “supuestos opositores”, expresaron haber escuchado
“los reclamos de la gente” por seguridad, inflación y corrupción, entre otros.
El término “supuestos opositores” no es una ironía. La historia política de los
últimos años muestra la creciente tendencia a la anomia partidaria, y traición
de muchos legisladores al mandato de representación de quienes lo votaron. El
arcaico término “contubernio político” usado por los radicales en las primeras
décadas del siglo XX, fue reemplazado en la modernidad por el más sofisticado
de “transversalidad”.
Los recientes guarismos electorales posibilitan variados análisis, no
para catalogarlos como curiosidades o sorpresas, sino como indicativos de una
creciente distorsión del funcionamiento del sistema político vigente, que
repercutirá fundamentalmente en las estrategias confusas que puedan adoptar
quienes tengan expectativas presidenciales, y más grave aún, en el nivel de
conflicto político-social de los próximos dos años. Las expectativas
presidenciales son monopolizadas hoy por gobernadores y Jefe del Gobierno de la Ciudad (quienes pusieron a
sus candidatos al Congreso a dedo), y legisladores nacionales. El desafío que
afrontan es el de abandonar sus discursos propios de comentaristas políticos, y
actuar conforme a sus responsabilidades, para ser evaluados día a día por sus
proyectos, difusión de los mismos para obtener consensos sociales, y
finalmente, a la hora de la verdad, ver como votan en el Congreso quienes
representan los diversos alineamientos políticos. A manera de ejemplo,
recordemos una promesa tan unánimemente reiterada como incumplida: “lucharemos
contra la corrupción”. A partir de ahora, los precandidatos deberán exhibir
hechos concretos.
La inmensa mayoría de los
ciudadanos no vive de la actividad política, por lo que sus cotidianeidades, alegrías
y frustraciones no discrimina entre peronistas, radicales, socialistas,
izquierdas o derechas. Los votos
cautivos disminuyen aceleradamente con el tiempo, por lo que los porcentajes de
adhesión fluctúan en forma considerable, incluso en breves períodos de tres
meses. Lo sabe la clase política, y por ello crean sistemas electorales cada
vez más limitativos de la libertad de elegir, y mantienen la lista llamada
sábana. Pese al contexto, evitar que sectores mesiánicos se sientan únicos
capacitados para gobernar un país y generen sus propias oposiciones para
continuar en ejercicio del poder, no depende del ciudadano que
circunstancialmente les da su voto, sino de quienes deben generar opciones
opositoras a nivel nacional ciertas, creíbles y consistentes en lo programático
y numérico, que brinden la posibilidad de alternancia de gobierno.
Plantear este cuadro de situación, servirá para evaluar el accionar
político de los precandidatos y sus entornos, antes que embarcarnos en el
tramposo juego de distracción basados en las veleidades de políticos más
propensos a prometer el mañana, que a mostrar acciones concretas hoy. Si se
comparte el diagnóstico, la ciudadanía y sus representantes deberán aunar
esfuerzos para establecer una agenda de identificación de temas prioritarios y
propuestas de solución, que culmine con la aprobación de las leyes necesarias
para sus implementaciones durante el próximo año, considerando que en el 2015
los candidatos en campaña, emplearán su tiempo en, nuevamente, “escuchar los
reclamos de la gente”, postergando las tareas legislativas.
Establecido lo realmente importante para el país en lo inmediato, en la
próxima semana reflexionaremos sobre los últimos resultados eleccionarios,
desde lo numérico, las alianzas presentadas, y posturas de algunos candidatos.